Enfrentemos en conjunto una situación social y política explosiva

Nota de tapa de Política Obrera N° 98 edición impresa.

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El gobierno liberticida (destructor de las libertades) enfrenta contradicciones cada vez más explosivas.

Ahora el FMI, los exportadores y los tenedores de deuda del Tesoro le exigen que vuelva a devaluar el peso, elimine el impuesto a las importaciones y libere la compra-venta de dólares.

Le advierten que, de lo contrario, no tendrá recursos para hacer frente a los vencimientos de deuda pública, que calculan en 50.000 millones de dólares en el bienio 2025-2026.

Para eso han reiniciado la corrida contra el peso, que se cotiza a 1.400 pesos el dólar, y refuerzan la retención de la soja para exportación.

Milei y Caputo le tienen pánico a una nueva devaluación, que llevaría a otro aumento enorme de los precios y a la perspectiva de una rebelión popular.

Replican que la salida es elevar el impuesto al salario, mantener el grueso del corte a la obra pública, poner un tope bajo a los salarios en las paritarias, mantener a las jubilaciones lo más bajas posible, fomentar el trabajo no registrado y ofrecer un blanqueo de capitales en negro, sin investigar su origen, sin multas ni impuestos.

Toda esta política ha provocado una recesión industrial mayúscula, equivalente a la registrada durante la pandemia; la desocupación, si se excluye a los planes sociales de trabajo, alcanza al 15 % de la población activa, casi dos millones de trabajadores.

El Congreso nacional se encuentra tironeado por estas contradicciones explosivas, pero no ha dudado en impulsar los puntos comunes de ambas posiciones —destrucción del derecho laboral, impuestos al trabajo, vaciamiento de las empresas estatales, privatizaciones y otras medidas confiscatorias-.

La burocracia de la CGT y de los sindicatos acompaña este ataque histórico a los derechos, al patrimonio y a los ingresos de los trabajadores.

Hay una quiebra histórica de las instituciones del Estado, de todos los partidos y frentes políticos sin excepción, especialmente el peronismo y los sindicatos burocratizados.

Desde nuestro partido, Política Obrera, planteamos:

  1. Recuperación de los salarios y jubilaciones perdidos a lo largo de estos años y ajuste mensual de acuerdo a la inflación.
  2. Reincorporación de los trabajadores despedidos y reparto de las horas disponibles entre todo el personal, sin afectar los salarios.
  3. Estatización de toda empresa que cierre o establezca suspensiones prolongadas.
  4. Elección de delegados en todas las empresas en negro (representan a siete millones de trabajadores) y pago de las contribuciones patronales evadidas a la Previsión Social.
  5. Apertura de las cuentas de las grandes empresas, control obrero de la producción y de las operaciones financieras.

Este programa mínimo de emergencia y transición plantea un cambio histórico en la estrategia de la clase obrera. Es necesaria la formación de comités de activistas para impulsar estas reivindicaciones y luchar por sindicatos independientes del Estado y clasistas. El derrumbe social provocado por una decadencia capitalista manifiesta nos desafía a construir un partido de la clase obrera, que luche por un gobierno de trabajadores y por el socialismo internacional.

Es la vía histórica para poner fin a la miseria social y a la guerra de alcance mundial.

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