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Anthony Fauci, el epidemiólogo de la Casa Blanca, acaba de decir “que la reapertura de EE. UU. podría desencadenar un brote 'que tal vez no pueda controlar'” (The Guardian, 13/5).
En verdad es lo que ya está sucediendo: “la lista de las 10 principales áreas de aumento incluyó Nashville, Tennessee; Des Moines, Iowa; Amarillo, Texas; Racine, Wisconsin; Garden City, Kansas y Central City, Kentucky, un pueblo predominantemente blanco de 6,000 personas que experimentó un aumento de 650% semana a semana. El condado de Muhlenberg, donde se encuentra Central City, votó a los republicanos en todas las elecciones presidenciales desde 2004, y Trump ganó el 72% de los votos en 2016, la mayor victoria para el partido … los nuevos puntos críticos sugieren que el virus está avanzando rápidamente fuera de las principales ciudades costeras y ciudades como Nueva York, Newark y Seattle, donde las tasas de infección ahora se estancan o bajan. Muchos de los nuevos puntos críticos emergentes, tanto rurales como urbanos, se encuentran en estados donde los gobernadores se negaron a emitir órdenes de quedarse en casa, o están siguiendo el consejo de Trump de relajar las restricciones de preservar la cuarentena a pesar de las advertencias de salud pública sobre los peligros de hacerlo demasiado pronto … Solo hay 16 estados, más Puerto Rico y Guam, donde el número de nuevos casos confirmados está disminuyendo” (ídem).
Esta nueva fase de la pandemia golpea en forma particular a estados claves republicanos, con fuerte presencia de contingentes obreros. “En Nebraska, … el estado tiene cifras estancadas, pero … cuatro condados que han sido fortalezas republicanas durante décadas ahora figuran entre los peores puntos críticos del país. El condado de Dakota, donde cerca del 84% de los 20,000 habitantes son blancos, tiene una tasa de infección de 7,147 por 100,000, la segunda tasa más alta per cápita en los Estados Unidos. El gobernador de Nebraska, donde Trump ganó casi el 59% de los votos en 2016, se encuentra entre los ocho que nunca emitieron órdenes de quedarse en casa en todo el estado” (ídem).
“La industria del envasado de carne está vinculada a varios puntos críticos emergentes en Texas, una región semi-rural que consta de los 26 condados más al norte, donde Trump ganó el 79.9% de los votos en 2016 y su partido domina todos los niveles de gobierno. El condado de Moore tiene, con mucho, la tasa de infección más alta en el estado, con 2,413 casos por cada 100,000 hasta el martes. Aquí, la tasa de mortalidad es de 41 por cada 100,000 personas, 10 veces más alta que el promedio estatal. El condado de Moore es el hogar de la planta empacadora gigantesca de carne JSB, de propiedad brasileña, que emplea principalmente a trabajadores hispanos e inmigrantes, muchos de los cuales son transportados en autobuses de la empresa desde pueblos cercanos, incluido Amarillo. El brote en el condado de Potter, que es el hogar de Amarillo, se remonta a las plantas empacadoras de carne. Aquí, hubo 975 casos por cada 100,000 el martes, la segunda peor tasa en Texas y más de seis veces el promedio estatal” (ídem).
El coronavirus en EE.UU. se ha revelado con particulares rasgos raciales: no hay cifras oficiales aún, pero ha sido letal entre las minorías negras, de latinos, entre religiosos musulmanes y judíos y entre las comunidades indígenas sobrevivientes, los famosos ´pieles rojas´: “Una población de 175.000 personas tiene casi 3.000 casos: es el tercer foco de Covid-19 detrás de Nueva York y Nueva Jersey. La nación Navajo es la reserva india más grande de los Estados Unidos … El 30% de ellos no tiene agua potable. Y una desconfianza atávica de los colonizadores —cuya última justificación sucedió en la década de 1950, cuando se los estudió, sin que lo supieran, para ver los efectos del uranio, que abunda en la zona, en el cuerpo humano— hizo que no respetaran las indicaciones de distanciamiento social” (infobae, 7/5).
“La nación Navajo tiene hoy una tasa de infección del nuevo coronavirus 10 veces más grande que la de Arizona en su conjunto, y sólo 12 centros de salud en 70.000 kilómetros, donde por otra parte se suelen atender problemas más comunes como la diabetes, por lo que sólo tienen 13 camas en cuidados intensivos y 28 respiradores. Pero un antecedente preocupó a los habitantes de la reserva: en 2009, con la epidemia de gripe porcina, la variante H1N1 de la influenza A, los nativo-americanos murieron en una proporción cuatro a cinco veces mayor que el resto de los ciudadanos estadounidenses” (ídem).
Trump está sembrando su camino a noviembre cada vez de mayores obstáculos. Sólo la cobardía sin precedentes de los demócratas y de su principal precandidato presidencial hasta ahora, Biden –a quien el ´izquierdista´ Sandler le ha dado todo su apoyo–, explica el impasse político norteamericana. Biden está compitiendo con Trump en el torneo de la campaña sucia acusando a China, sin ningún fundamento, de la pandemia.