Escribe Pablo Busch
Tiempo de lectura: 3 minutos
Como parte del "paquete fiscal" aprobado en el Congreso, se restituirá el Impuesto a las Ganancias a la Cuarta Categoría, que grava los ingresos de trabajadores en relación de dependencia. Su reintroducción siguió un procedimiento anómalo, ya que había sido rechazado por el Senado. La restitución afectará a alrededor de 800.000 trabajadores, cifra que se acrecentará a medida que los salarios suban. La AFIP trabaja a todo ritmo para apurar la reglamentación y lograr que el impuesto impacte sobre los salarios de julio, es decir, ahora, con el próximo salario.
El retorno del impuesto al salario se convirtió en una cuestión de Estado desde que asumió Milei. El Gobierno que enarbola como bandera la inviolabilidad de la propiedad privada, expropia el salario de la clase obrera. El conjunto del régimen político apoya este despojo que es parte del golpe de Estado económico contra la clase obrera. La Oficina de Presupuesto del Congreso estimó que la restitución aportará a las arcas fiscales el equivalente a 0,43% del PBI. Es un impuesto coparticipable, es decir que se distribuye entre la nación y las provincias. Los gobernadores han negociado el voto a la Ley Bases de los diputados y senadores que les responden con la condición de que vuelva el impuesto.
El flamante "paquete fiscal" deroga el piso de 20 salarios mínimos establecido por el propio Congreso durante la campaña electoral del año pasado. Establece un piso para empezar a pagar de 1,8 millones de pesos brutos de salario, que a través de las deducciones familiares sube aproximadamente a 2,2 millones de pesos para un trabajador casado con dos hijos (siempre y cuando la mujer no trabaje: si el cónyuge trabaja, el impuesto arranca de valores aún más bajos).
Un problema que no tiene resolución clara todavía es el del retroactivo. El Impuesto a las Ganancias es anual. Si en la implementación se incorporara el pago de los meses de enero a junio, sería un golpe fenomenal. Además, representaría una doble confiscación, en tanto ya existía un impuesto vigente de igual carácter (el impuesto celular). Según los medios, la implementación terminaría no siendo retroactiva, por eso el apuro de parte de la AFIP para que se publique la reglamentación y así cobrar el impuesto a los salarios de julio, que se cobrarán en agosto.
Antes de la derogación del impuesto a la cuarta categoría, Massa había autorizado una cantidad de exenciones al impuesto, especialmente vinculadas a cláusulas de flexibilidad laboral. Las horas extras, los premios de presentismo, producción, turnicidad, etcétera, habían sido desgravados. A partir de la implementación del nuevo impuesto, se terminan todas las exenciones existentes: el ingreso del impuesto se calculará sobre todo concepto, sea remunerativo o no.
Por la falta de actualizaciones, la escala de las alícuotas de pago (el porcentaje que se paga sobre la ganancia imponible) habían quedado totalmente alejadas del piso en el cual se empezaba a pagar. De ese modo, el trabajador que arrancaba a pagar lo hacía por la escala más alta del 31 %. El nuevo impuesto a las ganancias establece nuevas escalas que van del 5 % al 35 %. De esta manera, se embellece un poco el retorno al impuesto, aunque con el correr del tiempo y el afán confiscatorio del Estado, el porcentaje que se paga tenderá a ser cada vez mayor.
Los sindicatos de la CGT han sido desde siempre opuestos a convocar a una lucha consecuente contra el saqueo que significa el Impuesto a las Ganancias. Su derogación no fue el resultado de la lucha, sino un manotazo de ahogado electoral que, de todos modos, no le alcanzó a Massa para ganar el ballotage. Siguiendo la misma línea, los sindicatos de la CGT han dejado que se les escurra de las manos una conquista significativa sin librar ninguna pelea. El “plan de lucha judicial” de la CGT es una excusa para no convocar una huelga general.
La CGT no actúa como representante de los intereses de los trabajadores, sino como una agencia al interior de las organizaciones obreras de los intereses del Estado capitalista. Echar a la burocracia de los sindicatos, recuperar las organizaciones obreras para la lucha, está a la orden del día.