Emergencia ferroviaria: reforma laboral y privatización en el ferrocarril

Escribe Pablo Busch

La burocracia se prepara para una entregada histórica.

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“En Argentina es necesaria una modernización del sistema laboral”, sentenció Sasia en una entrevista. Luego de facilitar la desvinculación de cientos de trabajadores de trenes, el dirigente de la Unión Ferroviaria se pronunció en franco apoyo a la reforma laboral del Gobierno de Milei. Sasia es el titular de la Confederación Argentina del Transporte (CATT), cargo al que arribó por un acuerdo con Pablo Moyano.

El acompañamiento público del ferroviario al gobierno de Milei es el corolario de la actuación de los últimos seis meses, que transcurrieron entre paritarias a la baja el carnereo a los paros que la CATT anunciaba como “contundentes”.

El gobierno se prepara para avanzar con una fuerte desregulación en el sistema ferroviario, con vista a la privatización del ferrocarril. La “ley Bases” mantuvo entre las empresas a concesionar el Belgrano Cargas y a la Sociedad Operadora Ferroviaria Sociedad del Estado (Sofse). La Emergencia Ferroviaria dictada por el Gobierno a fines de junio, prevé “que tanto la Secretaría de Transporte como las empresas ferroviarias "podrán dejar sin efecto los procedimientos de contratación" que "no se encontrasen perfeccionados y las contrataciones que no tuvieran principio de ejecución, como así también disponer, por razones de emergencia, la renegociación o, en su caso, rescisión de los contratos de cualquier tipo, dentro de las pautas establecidas por el presente decreto”.

La burocracia sindical se prepara para asociarse al negociado. Sasia es, además, el heredero de José Pedraza al frente de la UF, que se asoció al menemismo en las privatizaciones de los años 90. “Yo veo a veces algunos periodistas, algunos dirigentes, que dicen no a las privatizaciones, sí a esto. Pero el sistema ferroviario argentino hoy está prácticamente 50 y 50, hay concesiones, lo administra un privado, y esto viene de los 90´”, reivindica su suscesor. Un llamado a ´desdramatizar´ las consecuencias de una privatización completa de los trenes.

Sasia planteó, en primer lugar, tener hechos los deberes que exigen el Gobierno y la patronal: “muchas organizaciones sindicales, la Unión Ferroviaria es una de ellas, ya vienen actualizando y modernizando los convenios”, considerando que “es la única manera de no perder trabajo cuando la tecnología va avanzando”.

Y ejemplificó: “Si nosotros no hubiésemos reconvertido algunas tareas, no hubiésemos apostado fuertemente a incorporar tareas nuevas en lo que es boletería. En el tiempo de los convenios se vendía un boleto de cartón o de papel. Hoy principalmente todo va por la SUBE y por cargar la SUBE”.

El planteo del burócrata se mete aquí con problemas centrales que recorren al movimiento obrero. El primero es cómo defender los intereses de los trabajadores ante el avance tecnológico. El segundo es desmentir que el ataque en regla contra la clase obrera que emprende el gobierno tenga algo que ver con los avances tecnológicos. Sasia no hace ni una cosa ni la otra. No plantea la lucha por el reparto de las horas de trabajo ni por la reducción de la jornada laboral para que la tecnología no perjudique a los productores. Y asume como propio el discurso patronal de que la reforma laboral se corresponde con “la modernización” y los avances tecnológicos, cuando es evidente que el capital pretende combinar tecnologías del siglo XXI con el derecho laboral del siglo XIX.

Como en los 90, la burocracia sindical explota la confusión y el reflujo circunstancial de la clase obrera para operar una entrega histórica.

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