Escribe Aldana González
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El 27 de julio, tanto el diario Clarín como La Nación titularon en tapa que “En lo que va del año, los salarios le ganan a la suba de precios” argumentando que en mayo la inflación fue del 71% y los salarios crecieron un 73%, según datos del Indec. También aclararon que durante el último mes, los salarios duplicaron la inflación (8,3% frente al 4,2%) y que el problema del costo de vida consiste en la herencia dejada por Fernández- Massa.
El engaño pasa por fingir demencia y soslayar que Milei no asumió en el 2024 sino un mes antes, en diciembre, durante el cual efectuó un rodrigazo, una hiper devaluación del 118%, que junto con la desregulación de los precios llevó la tasa de inflación mensual al récord histórico del 25,5%, cuando, en ese mismo mes, los salarios crecieron casi tres veces por debajo, apenas un 8,9%.
Si se toma la presidencia completa de Milei, comparando mayo 2024 contra diciembre 2023, los salarios crecieron un 89%, mientras que la inflación lo hizo un 115,7%. Es decir que la caída del poder adquisitivo de la era puramente liberticida es del 12,4%, que se suma a una caída que viene en picada desde el gobierno de Mauricio Macri sin atenuantes en el medio, y sin tener en cuenta que estamos hablando de datos de trabajadores registrados. La caída de los salarios en negro es aún mayor.
La contención de la inflación es la última carta presentable que le queda al gobierno frente a las masas, y ha logrado bajar los índices a fuerza de una recesión pasmosa sólo comparable con un periodo de guerra o pandemia.
Aún así, y a pesar de que tuvo que intervenir la economía hace unos meses regulando precios para contener una disparada y de que frenó gran parte de los tarifazos en carpeta, los precios siguen subiendo.
Entre los más importantes se encuentran el servicio de agua y cloacas, los peajes, la telefonía celular, la medicina prepaga, los combustibles y los alquileres.
En el caso de las tarifas de agua y saneamiento, los usuarios de Aysa tendrán aumentos de 5,16%,
En la medicina privada, los aumentos estarán entre el 4,9% y el 7,8%. Se trata del segundo ajuste que realizan las empresas luego de la eliminación de la regulación que impedía las subas por encima de la inflación y que habilitó, nuevamente, ajustes libres.
Las tarifas de telefonía móvil tendrán un alza que rondará entre el 5% y 6%. También se prevén aumentos en los servicios de televisión por cable e internet tras la desregulación establecida por el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) que eliminó los topes de los precios.
Como los combustibles están dolarizados van a aumentar entre un 2 y 3% en agosto, mientras que los peajes tendrán aumentos de más del 130%.
En agosto, los contratos de locación pactados en el octavo mes del 2022 y de 2023, sufrirán una suba interanual del 247,56% (al 1° de agosto de 2024) según la última actualización del ICL (Índice de Contratos de Locación). El número supera el récord de ajuste anual, luego del anunciado 244,4% que se aplicó en julio (La Nación 31/07). Es decir, que en alquileres –en medio de una crisis habitacional de carácter humanitaria– la tendencia inflacionaria se espiraliza.
La estrategia del gobierno de lograr inflación cero imponiendo la paz de los cementerios va al fracaso no sólo por las desregulaciones del mercado interno sino porque está orientando toda la producción sobreviviente del liberticidio a la exportación que dolariza los precios.
En pos de este objetivo destinado al fracaso, Milei está quemando todas las reservas disponibles (ya están en terreno negativo por casi 7000 millones de dólares cuando en abril el saldo era cero) y el 20% de los dólares de la cosecha– que viaja en sulky– que se liquidan como dólar blend.
El otro objetivo, que Caputo intenta nunca defraudar, es subsidiar la fuga de capitales, pero nada de esto evita la suba del riesgo país en niveles de septiembre 2001. A ningún tenedor de deuda se le escapa que las reservas que están quemando son dólares con los que les tendrían que pagar los vencimientos de intereses en última instancia.
Hasta el empeño del oro de las reservas en Londres para conseguir dólares frescos es un riesgo que todavía tiene resultados inciertos –no hay ningún contrato cerrado todavía– por más que Milei se haya jactado de su jugada maestra para seguir alimentando un default.
La desvalorización de la moneda es un recurso tan efectivo para saquear los salarios de manera solapada, que esto explica por sí solo el hecho de que el FMI sea tan fanático de las devaluaciones y se muestre tan reacio a otros mecanismos de dominación como la dolarización. Cuando Patricia Bullrich, durante el gobierno de De la Rúa, convertibilidad imperante, bajó los salarios y jubilaciones un 13% nominal, el robo fue tan obvio y tangible que alimentó un rechazo popular que terminó cuando el presidente de entonces se fue en helicóptero.
Así, la devaluación y la inflación, como mecanismos velados de expropiación a los trabajadores, no tienen competencia, pero esto mete a Milei en una encerrona imposible de resolver.