Escribe Marcelo Ramal
El Council of Americas aplaude, en medio del hambre y la penuria popular.
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Javier Milei utilizó la tribuna del Council of Americas para celebrar “una caída de la inflación”, que supone revelará el INDEC en horas de esta tarde. Las falsificaciones del presidente comenzaron con esa misma afirmación, porque en realidad la inflación no cae: sigue trepando al 3 o 4 % mensual, incluso bajo una recesión de características históricas. En esa misma reunión, el presidente de la Cámara de Comercio reveló datos catastróficos de las ventas minoristas, sin que ello le valiera la menor vacilación en el apoyo que le expresó al Gobierno.
Los precios suben en medio de caídas anuales de entre el 25 y 35 % en el consumo popular, según el rubro. En medio de esa recesión, el gobierno calienta la olla inflacionaria con los tarifazos y redoblando la carga financiera de la deuda pública. Milei se vanaglorió de haber alcanzado el estado de “emisión cero”, sin poner de manifiesto el parasitismo de la política que “contiene” la circulación monetaria. Como ya venía ocurriendo, casi la mitad de la masa de dinero circulante se encuentra absorbida por los bancos, bajo la forma de una deuda pública de muy corto plazo. Las antiguas Leliqs han sido reemplazadas por otra letra, cuyos intereses ya no paga el Banco Central sino el Tesoro. Sin reparos, Milei habló de una nueva forma de manejar el presupuesto: “vamos por un superávit fiscal primario equivalente al pago de los intereses de deuda”. Lo que está diciendo es que el balance de ingresos y gastos del Estado quedará diseñado en función del pago de la deuda pública, algo que no tiene nada de “nuevo”.
La celebración de la “emisión cero” oculta una cuestión central: quién o qué clase social tiene los pesos que se encuentran circulando. La absorción de pesos -“secar la plaza”- ha asegurado una corriente extraordinaria de beneficios a la Banca, antes, a través del Banco Central; ahora, a través del Tesoro; el 60 % de los activos de los bancos son bonos de la deuda pública, que se ajusta por dólar o inflación. Otra masa del circulante ha quedado en manos de los capitalistas beneficiarios de los tarifazos y de la hiper de comienzos de año. Finalmente, se encuentra el pago de mayores intereses resultantes de la conversión en deuda de una parte del gasto corriente (subsidios), por caso, a las generadoras de energía. ¿De dónde han salido los pesos que han premiado al capital? Una parte fueron emitidos, algo que ocurrió a todo ritmo durante la primera mitad del año. Pero la mayor parte de esos pesos han sido arrebatados a los trabajadores y jubilados, quienes perdieron entre el 30 y 40 % de sus ingresos. Detrás de las manipulaciones monetarias, se oculta una confiscación social sin precedentes.
En el mismo discurso, Milei fantaseó con una “reactivación en curso”, arrojando al voleo datos indemostrables de una supuesta reactivación económica. No se refirió, en cambio, a la información de Unicef acerca de la existencia de un millón de niños en la Argentina que se van a dormir sin cenar. Todos los datos abonan esa hipótesis: en el primer semestre, el consumo de leche ha caído un 17 %. Siendo un alimento de primera necesidad, semejante caída pone de manifiesto un cuadro de infraalimentación, en primer lugar, en la niñez. Lo mismo ocurre con el consumo de carne vacuna, que está por debajo de los 50 kg por cabeza y es el más bajo de los últimos 110 años. La compra de indumentaria a caído un 26 %. En definitiva, Milei celebra la ´inflación de los cementerios´.
Una verdadera crisis humanitaria está bancando una operación de los fondos internacionales dirigida a rescatar la impagable deuda pública de Argentina: en eso consiste el gobierno de Milei-Caputo. Pero a pesar de la propagación de la indigencia y del hambre, el propósito del Gobierno y los especuladores se encuentra en un cono de sombras cada vez mayor. El Gobierno carece de financiamiento para reciclar los vencimientos de deuda del año que viene. La perspectiva de conseguir recursos con el comercio internacional choca con el derrumbe de los precios internacionales, que golpea duramente a la soja. El derrumbe económico hace tambalear a los ingresos fiscales; el “equilibrio” dirigido a pagar los intereses de deuda, en esas condiciones, sólo podría conseguirse con un ajuste mayor.
El Congreso ha aprobado e impulsado esta agenda patronal con el voto a leyes antiobreras y el aval a un fuerte aparato represivo. Una lucha de conjunto para terminar con este régimen de hambreadores se ha convertido en el principal imperativo político de la clase obrera de Argentina.