Acabemos con el crimen social del ajuste capitalista. Nota de tapa de Política Obrera N°102 edición impresa.
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La pobreza alcanza al 60 % de la población: el 35 % superior ha visto caer sus ingresos en un 30 por ciento.
Esa pobreza incluye a las dos terceras partes de los niños; un 16 %, indigentes, no cubren sus necesidades elementales de alimentación.
Esto lo hicieron los Macri y los Fernández, y los Milei-Villarruel-Caputo lo han llevado a niveles brutales. Es el ‘ajuste’ que aplauden los bancos, Techint, la Corporación América, Bridgestone y la ‘estatal’ YPF. Es el resultado de los DNU y la ley bases que ha votado el Congreso Nacional. Es lo que avalan la CGT y la burocracia de los sindicatos con su inmovilismo y sus ‘arreglos’ con el Gobierno y las patronales.
En una espantosa mayoría, la nueva generación no alcanza a cubrir las necesidades alimentarias elementales; el consumo de leche, en lo que va del año, ha caído un 17 por ciento.
Los “libertarios empobrecedores” han llevado hasta el final un largo pendiente derrumbe de las condiciones de vida de la población trabajadora.
La tragedia de la infancia pobre pone de manifiesto la barbarie del capital; lo mismo ocurre, con variantes, en el conjunto de los estados capitalistas.
Las políticas asistenciales enfrentaron con migajas hipócritas el empobrecimiento de los padres de esos niños. La “asistencia social” ha sido una operación de encubrimiento de la contrarreforma laboral, que despoja a la clase obrera de todos sus derechos –incluido el derecho a defenderse mediante la huelga y las manifestaciones de rechazo y de protesta-.
Detrás de la infancia con hambre, está la realidad de una clase obrera que ha visto caer el salario entre un 30 y un 50 % en los últimos ocho años.
A la destrucción de los derechos laborales, le sigue la pérdida del derecho a la cobertura social y sanitaria; el vaciamiento de la educación pública. La política liberticida de Milei-Caputo y la miseria social son apoyadas con fervor por las grandes patronales. La liquidación de las jubilaciones “progresa” sin parar desde el gobierno de Menem –¡décadas!-.
La destrucción de la universidad pública -con los salarios de sus trabajadores por el piso- es un mazazo a las posibilidades de formación de la juventud trabajadora.
Un gobierno y un régimen social que condena al hambre y a la desnutrición a las futuras generaciones de trabajadores se ha ganado el derecho a ser derrocado por la acción directa del pueblo.
Salario mínimo igual a la canasta familiar; ningún despido, reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario. Asistencia alimentaria incondicional a los comedores populares. Abajo la reforma laboral. Defensa del derecho a huelga.
Huelga general, para derrotar al gobierno y al régimen del hambre, los despidos y la miseria social.