Escribe Luciana Diaz
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PAMI, la obra social de los jubilados, recortó nuevamente el listado de remedios que cubre al 100 %. Se trata de 44 moléculas que responden a corticoides, antivirales, antibióticos y analgésicos, entre otros.
Las autoridades del PAMI se jactan de estar haciendo todo lo posible por no quitar del vademecum las drogas para enfermedades graves. Resulta que el único criterio que rige es adecuar la cobertura a un presupuesto congelado, mientras que la inflación en los productos farmacéuticos galopa por delante del resto de la canasta. Es decir, se jactan de tener un resto de algo parecido a la empatía mientras planifican la desatención sanitaria generalizada a los jubilados. O, peor aún, preparan el terreno para anunciar en un futuro que a los medicamentos de enfermedades graves también les llegará su hora.
En junio pasado el gobierno ya había hecho un ajuste en el listado de medicamentos con cobertura al 100 % en el vademécum, eliminando 11 de las 167 moléculas farmacológicas que estaban incluidas originalmente. En total, esto representa una reducción de un tercio en la disponibilidad de drogas que se ofrecen de manera gratuita.
Este ataque directo a la salud de los jubilados se suma al ajuste severo en sus haberes que se acentuó desde que asumió Milei. Y es que la piedra basal que sustenta el plan liberticida es el zarpazo a los haberes previsionales y a sus condiciones de vida.
La represión del miércoles sobre las organizaciones de jubilados que se movilizaron en contra del veto a la ley previsional de la oposición no podría haberlo demostrado más gráficamente, sobre todo cuando fue seguida por una avalancha de tuits oficialistas que -de las maneras más desagradables posibles- se jactaba de la crueldad en la represión.
Milei ya había ajustado los medicamentos del PAMI al reducir la cantidad de cajas entregadas por mes de 6 a 5 a cada afiliado, de manera que las cajas superiores a 5 obtienen menor porcentaje de descuento.
Ahora también modificó las condiciones para obtener un subsidio social que cubra excepcionalmente el 100 % del costo de los medicamentos excluidos. Para acceder al mismo, según la nueva normativa, los afiliados deberán tener ingresos netos inferiores a 1,5 haberes mínimos, no pueden estar afiliados simultáneamente a una medicina prepaga ni poseer más de un inmueble, aeronaves o embarcaciones de lujo. Tampoco podrán tener un vehículo que tenga menos de 15 años de antigüedad.
De más está decir que el hecho mismo de tener que hacer un trámite que antes no era necesario es un engorro que dejará afuera a afiliados que cuentan con las condiciones pero que no tienen los medios o la ayuda para realizarlo.
A su vez, el PAMI introdujo una tercera categoría de medicamentos, que ha sido denominada como “de uso eventual”, que incluye en su mayoría drogas de venta libre, y que se aplica a muchos productos que anteriormente podían adquirirse con un descuento del 50% al 80%. Ahora, estos medicamentos, correspondientes a 54 moléculas, sólo contarán con un 40 % de descuento.
Para ejecutar este ataque a la salud, Milei tiene el total apoyo de las cámaras empresariales de los laboratorios que se vienen beneficiando con la liberación de los precios y que esgrimen el mismo argumento pérfido que enarbola el gobierno según el cual la sobreabundancia de remedios gratuitos afecta al sistema y a la salud. Como si alguien tomara remedios sin necesitarlo solo porque es gratis.
Pese a venir de una triple derrota en el Congreso, el gobierno todavía cuenta con el apoyo de la oposición para masacrar a trabajadores y a jubilados –la ley previsional opositora consolida el saqueo y le da mayor solidez jurídica que el decreto– y de la Corte Suprema, que acaba de derogar el piso del 70 % entre el haber jubilatorio y el sueldo en actividad. Sin embargo, tanto apoyo no lo puede salvar ni del billón de pesos de déficit que viene sumando por mes por el crecimiento indetenible de la deuda, ni de la realidad de que no le va quedando fondo de olla para rascar por más súper ajuste que siga inventando.