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A partir de este lunes, el Gobierno ha ordenado el “aumento del boleto del transporte público ferroviario de jurisdicción nacional”. Este aumento afecta a las líneas Urquiza, Belgrano Norte, Belgrano Sur, San Martín, General Roca, Sarmiento y Tren de La Costa. También aumentarán los boletos de los trenes de jurisdicción extendida, que llegan a Navarro, Lobos, Monte, Chascomús, Zárate, Capilla del Señor y Mercedes. La medida afecta a más de un millón de usuarios que utilizan este transporte todos los días para trasladarse al trabajo, a la escuela o al hospital. Es el cuarto aumento en lo que va del año y acumula una suba del 700 %: mientras en enero el boleto mínimo rondaba los $40, hoy es de $280. El aumento en el tren se suma al del boleto del colectivo, que a mediados del mes pasado fue del 37 % y llevó al boleto mínimo a $370. Vino a sumarse la quita de subsidios por parte del gobierno nacional a los segundos y terceros viajes, en los transportes de AMBA, por lo cual ahora (o el mes que viene, en el caso de CABA) los trabajadores deberán pagar la tarifa plena por cada uno de los colectivos y trenes que se tome.
Teniendo en cuenta que la mayoría de los trabajadores toman, por lo menos, dos transportes para movilizarse al trabajo, y una gran masa toma tres (colectivo-tren-colectivo) los aumentos implican un gasto de entre $10.000 y $15.000 pesos por semana y $40.000/60.000 por mes. Pero en una familia promedio, quienes trabajan son ambos jefes de hogar, a lo que debemos sumar los gastos de traslado de los jóvenes. Como la mayoría de los trabajadores se aloja en las periferias de las cabeceras distritales, el uso de colectivos para ir a la escuela, al hospital, a hacer trámites o a pasear llevaría los gastos de viáticos a montos muy altos, si tenemos en cuenta que el 60 % de la población tiene ingresos por debajo de la canasta de pobreza (ayer Milei se refirió a un 70 %). Los aumentos sistemáticos de los boletos, en medio de un virtual congelamiento de los salarios y las jubilaciones, ha venido a expresarse en la autorrestricción de los trabajadores a su circulación. No son pocas las veces que los jóvenes de la familia se ven impedidos de hacer salidas recreativas porque “no tienen carga en la SUBE”.
Los problemas “con la SUBE” se han vuelto de primer orden en los horarios pico, donde los trabajadores deben saltar molinetes, colarse o rogar al chofer que los deje pasar porque la máquina marca “saldo insuficiente”. A la mañana temprano, el aire se corta con tijera en las entradas y salidas de trenes y en las puertas de los colectivos. Los trabajadores del transporte se ven en la disyuntiva de dejar pasar al compañero y ser pasibles de sanción por la empresa. Las empresas de colectivos y los trenes han reforzado la vigilancia, aumentando el personal de admisión y policial. En los colectivos, se ha reforzado la presencia de los “chanchos”. En los móviles de televisión, que transmiten con regularidad la llegada de los trabajadores a la Ciudad de Buenos Aires, el escamoteo del sensor de la SUBE es parte del paisaje de todas las mañanas. Hace algunas semanas se viralizó un enfrentamiento entre trabajadores y Policía Federal en la estación Constitución, cuando la última intentaba detener a un pasajero que había saltado el molinete.
Los aumentos obscenos de los boletos de las empresas de transporte obedecen a que el gobierno de Milei-Caputo pretende suprimir los subsidios en este rubro. Estos subsidios fueron puestos por el gobierno de Duhalde y mantenidos y engrosados por los Kirchner para salvar de la quiebra a las empresas del transporte, que luego de 20 años no han modernizado las flotas ni han mejorado frecuencias (no hablemos de la implementación de nuevas formas de alimentación de las unidades con energías más limpias en carbono). Los aumentos de los boletos tienen como contrapartida el pago de los intereses de la deuda a los grandes bancos y fondos financieros internacionales. Pero, mientras el gobierno concede aumentos de tarifas a las empresas de servicios y libera los precios de productos de los monopolios alimenticios, mantiene pisados los salarios de los trabajadores. La semana pasada Caputo advirtió que no permitirá a la Secretaría de Trabajo la homologación de paritarias superiores al 2 % a partir de octubre. El exmacrista apoya todo su “plan” para bajar la inflación en el derrumbe del salario. Justifica los sacrificios de los trabajadores en la idea de que si los empresarios tienen libertad de poner precios y “ganan lo que tienen que ganar” (¿cuánto es lo que tienen que ganar?) entonces invertirán más. Pero a nueve meses de precios liberados, el único movimiento que se observa es el del aumento del desempleo.
Los trabajadores debemos oponer a este ataque a nuestros salarios y condiciones de vida nuestro propio programa: por aumentos de salarios igual al costo de la canasta familiar; jubilaciones equivalentes al 82 % móvil del salario en actividad. Basta de aumentos abusivos en las tarifas de energía, aguas y transportes. Que las empresas de servicios abran sus libros contables y demuestren sus costos. Frente a la prepotencia de los monopolios del transporte los usuarios debemos organizarnos.
Frente al aumento de los boletos en los trenes: ¡Saltemos el molinete!