Escribe Aldana González
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Milei confirmó un giro en su posición geopolítica y expresó beneplácito en hacer negocios con el gobierno “asesino y comunista” de China.
Anteriormente Milei -bajo indicaciones expresas del FMI- ya había tenido que desescalar su beligerancia verbal hacia el gigante asiático para lograr refinanciar el swap de monedas. Además, se supo que Karina Milei viajará a China en noviembre, mientras que su hermano dijo que la visitará en enero.
Uno de los temas que se ponen en agenda es el de la construcción de las represas, hoy paralizada, en el sur -las cuales, de ser terminadas, prometen aumentar en 3 % la capacidad de generación eléctrica nacional–. El parate derivó desde marzo en la cesantía de cerca de 3.000 obreros y profesionales de la construcción.
Esto se da en el marco de que, en lugar de lluvia de inversiones, hubo sequía: cayeron 28 % en el índice interanual y el RIGI parece ser inocuo para revertir la tendencia. Sin embargo, al contrario de lo que se debería esperar, en este caso son los chinos los más interesados en que se reanuden las obras que están paradas desde que asumió Milei. Acuciado por el presente, Milei carece de cualquier mirada a mediano plazo y los watts que se puedan producir en unos años lo tienen sin cuidado. En lo único que piensa es en el swap que vence en junio del 2025. El tema es que trascendió que la empresa asiática desistiría definitivamente si no se firma un acuerdo durante octubre. En vistas de la conveniencia de llevarse bien con China, el gobierno firmaría antes de fin de mes.
Lo que sin duda motiva a Milei es la desesperación de estar quedándose sin alternativas, rifando lo que tiene para comprar cada minuto de tiempo.
Esta falta de perspectivas es lo que lo motivó a llevarse el equivalente a 1.500 millones de dólares en oro de las reservas a Londres, para conseguir un repo que todavía se está tramitando con el banco de Basilea y por el cual están pidiendo requerimientos los fondos buitres que tienen fallos a su favor en Nueva York y en otros tribunales, lo cual convierte en una maniobra temeraria la emigración del oro.
En un comunicado, el Banco Central acusó a la oposición por haber hecho público el empeño de las reservas y, de esa manera, poner sobre aviso a los fondos buitres. Un pataleo infantil que pone en evidencia, al mismo tiempo, la improvisación y la autopercepción de impunidad, dos síntomas de quien no le queda mucho por perder.
La impotencia del Gobierno se vio aumentada porque incumplió la meta de reservas de la décima revisión del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El resultado se dio a pesar de los 380 millones de dólares que el Banco Central (BCRA) compró en agosto y los 373 millones de dólares que captó en septiembre. Y en parte su fracaso se debe a su propia bravuconería: según el entendimiento original, al 30 de septiembre el BCRA debía tener acumulados 7.600 millones de dólares de reservas netas en comparación con el nivel del 10 de diciembre de 2023, pero en la última revisión ese objetivo se cambió para hacerlo más exigente: 8.700 millones de dólares.
De todas maneras, no hubiera llegado; se calcula que el Gobierno va a quedar 2.000 millones de dólares abajo de la meta. El Gobierno respira porque hasta ahora no hubo una avalancha de retiros del blanqueo, lo que le permite seguir malversando los encajes bancarios provenientes de esos fondos, por ahora, y extendió los plazos para intentar pescar más dinero en negro que, de todas maneras, al ser prácticamente gratuito, no le deja nada en las reservas, salvo encajes que no debería tocar.
Lo que le va a salvar el pellejo con el FMI es que está cumpliendo con las metas fiscales a costa de imponer una malaria propia de una situación de guerra.
Esta semana el Gobierno dejó trascender que, de desaprobarse su veto a la ley de financiamiento universitario, iba a recortar el presupuesto de salud y el viernes avanzó anunciando el cierre del Hospital Nacional Laura Bonaparte.
En un análisis empírico parece ser un gobierno que avanza sin vacilación en un ajuste histórico, pero no hay recorte que cubra el déficit que genera una deuda indexada por partida doble y que no para de crecer.
Entre el sinfín de manotazos de ahogado, la pleitesía ante China es una nueva contradicción no sólo por parte de nuestro liberticida local, sino también por parte del imperialismo, que lo empuja explícitamente a buscar recursos del gigante asiático al mismo tiempo que impulsa una guerra mundial -también un síntoma de desesperación-, para hacer un frente inútil ante los avances comerciales de China.