Escribe Joaquín Antúnez
El capitalismo decadente, una crisis humanitaria.
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La temporada de huracanes en Florida se ha convertido en una catástrofe para millones de personas en la península. En solo dos semanas, las costas del Golfo de México enfrentaron a los huracanes Helene y Milton, dos tormentas tropicales que sufrieron un aumento inédito de su fuerza en apenas horas. Las previsiones indicaban que Milton sería una de las peores tormentas en 100 años. La ciudad de Tampa, la más afectada, no sufría eventos de este tipo desde 1921. Allí viven 2,5 millones de personas. El huracán Helene, en su paso, había dejado un saldo de 233 muertos y daños cercanos a los 200 millones de dólares. Se esperaban consecuencias todavía más drásticas
Las calles de las diversas ciudades se encontraban aún cubiertas de escombros cuando se dispararon alertas por la llegada de Milton. En total, el estado de Florida emitió más de 166 alertas por huracán en todo el estado para la noche del miércoles y la mañana del jueves. Milton llegó a tierra con una intensidad cercana a cuatro, pero decreció a tres, con vientos de 190 km/h y provocando olas de hasta cuatro metros de altura. Se evacuaron a 6 millones de personas. Ron De Santis, gobernador de Florida, dijo que no se puede saber a ciencia cierta aún el número de muertes ocasionadas por Milton. La devastación social que ha ocasionado Milton tardará todavía más en ser contabilizada.
La evacuación fue traumática. Hubo colas de largas horas para conseguir combustible y rutas terrestres y aéreas saturadas. Una porción no menor de la población no pudo alejarse de las zonas de peligro. Muchos habitantes de barrios por fuera de la zona de evacuación intentaron reforzar sus viviendas con lo que tenían a mano.
La fuerza e intensidad de Milton se habría correspondido con una “ola de calor marina”, un evento bastante inusual, que los científicos asocian a una combinación de factores climáticos y atmosféricos. Importantes meteorólogos, como John Morales, así como organizaciones científicas como la Yale Climate Connections, dependiente de la universidad homónima, aseguran que el cambio climático producido por el ser humano ha jugado un papel importante en la exacerbación de eventos climáticos extremos. La sucesión en solo dos semanas de eventos como Helene y Milton son una advertencia para la humanidad toda. Durante 2023, el año más caluroso de la historia desde que se tiene registros, ha puesto en vilo a la comunidad científica en general sobre la posibilidad de cambios irreversibles.
Las compañías de seguros han decidido retirarse, pues muchas han caído a niveles de quiebra a causa del aumento fenomenal de estos eventos en la zona. Un seguro para hogar se encuentra hoy cercano a los 4.000 dólares anuales, un monto tres veces superior a la media nacional.
Desde 2005, con el desastre ocurrido en ocasión del huracán Katrina, las elecciones presidenciales se han visto atravesadas por importantes eventos climáticos, que se han incorporado definitivamente a la crisis política.
Independientemente del incuestionable lugar que juega el cambio climático en la exacerbación de estos eventos extremos, la gestión capitalista de los mismos ha ocasionado un golpe mortífero a todos los esfuerzos realizados por los organismos científicos, entre otras, la emisión de gases que destruyen la atmósfera y que aceleran el efecto invernadero del planeta. Lejos de las “conspiraciones del comunismo” que denuncian los negacionistas como Trump, Milei y su tropilla fascista, el cambio climático se perfila como una amenaza existencial contra la humanidad. Esta destrucción ambiental no podrá enfrentarse sin afectar el origen social del mismo, la acumulación capitalista y su tendencia destructiva de las fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos.
Helene y Milton han expuesto, como sucede en cada catástrofe, la decadencia histórica del capital, de los Estados Unidos y la necesidad de una lucha por la defensa del ambiente, a la cual se encuentra ligada el futuro de la humanidad.