Escribe Sebastián Chirino
La coalición de gobierno entra en estado de disolución.
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La burocracia de la IG Metall, el mayor sindicato de la industria metalmecánica de Alemania y de Europa, que a principios de septiembre había amenazado con movilizaciones y acciones masivas para fines del mes de octubre si VW empieza con sus planes de cierres de plantas, se limitó este lunes a ser el informante de la confirmación de esos planes, aunque de manera recargada. “El fabricante planea cerrar tres plantas en el país (en vez de las dos que se habían dicho en un principio), despedir a decenas de miles de trabajadores y un recorte de salarios general del 10 % en la marca” (cincodias.elpais.com, 28/10).“Esto significa eliminar aún más productos, cantidades, turnos y líneas de ensamblaje completas, mucho más allá de lo que ya hemos hecho hasta ahora”, ha dicho la jefa del comité de empresa,-un cargo sindical-empresarial- Daniela Cavallo, en un discurso pronunciado frente a miles de trabajadores en Wolfsburgo, donde se encuentra la sede de la compañía. Aunque luego actualizó esos datos anunciando que los recortes salariales serían de hasta el 18 % (elpais.com, 30/10).
Se trata del primer cierre de plantas en Alemania en los 87 años de historia de la empresa. “Esto es hambruna”, ha afirmado Cavallo de forma tajante (ídem) aunque sin ningún anuncio de respuesta por parte del sindicato. La burocracia no se ha limitado a un rol de informante de la crisis, ha llevado adelante una gestión implacable para la destrucción de las condiciones laborales de las plantas de VW en Alemania, principalmente en el estado de Baja Sajonia, con el viejo y conocido argumento de entregar derechos para sostener los puestos de trabajo, que ahora anuncia que están en peligro. La estructura de gestión de VW incorpora al sindicato en la dirección ejecutiva de los planes generales de la empresa, la burocracia está completamente integrada a la patronal. Por su parte, el estado de Baja Sajonia, que en términos sociales y económicos será afectado gravemente por los cierres de fábricas (en Wolfsburgo, ciudad de Baja Sajonia donde está la sede central y las principales fábricas de la marca, de una población de 120.000 personas, 60.000 trabajan en VW) es uno de los principales accionistas del grupo (dw.com, 21/10).
La crisis del Grupo Volkswagen, que se descargará principalmente sobre la población trabajadora alemana, es una arista central de la guerra comercial entre Europa-Estados Unidos y China que viene escalando sistemáticamente. Volkswagen se encuentra en un doble blanco: “se está viendo afectada por el fuego cruzado entre China y Europa por los aranceles extra que la UE está cobrando a los vehículos eléctricos chinos. Por un lado, la compañía teme represalias del Gobierno de Xi Jinping, algo que podría ser letal teniendo en cuenta que China es el mayor mercado mundial de Volkswagen (allí, la compañía es el mayor empleador europeo con más de 90.000 trabajadores); y por otro está sufriendo los aranceles en sus propias carnes en modelos como el Cupra Tavascan, que se ensambla en China -y se vende en Europa- y que al día de hoy se está vendiendo a pérdida por los aranceles, según el consejero delegado de Seat y Cupra, Wayne Griffiths” (cincodias.elpais.com 28/10).
Los medios especializados observan perspectivas catastróficas sobre el futuro del grupo y por ende de la propia Alemania, con las consecuencias europeas y mundiales correspondientes.
De por si los diagnósticos dentro de la coalición tripartita de gobierno sobre la situación económica son antagónicos y muestran una fractura a la vista de todos. “Socialdemócratas y ecologistas explican la situación por el contexto global —la guerra en Ucrania y el choque energético, el proteccionismo de los grandes mercados, una China más competitiva— y defienden más inversiones, aunque obliguen a aumentar la deuda. Los liberales sostienen que los problemas tienen en gran parte un origen autóctono y piden rebajas de impuestos y recortes y desregulación: una economía más flexible que incite al sector privado a invertir” (elpais.com 30/10).
Los anuncios de esta semana en VW han profundizado la fractura de la coalición de gobierno, hasta casi una perspectiva de disolución, que se podría materializar en el adelantamiento de las elecciones. “La crisis industrial alemana se agrava y el Gobierno, sin respuestas a mano, responde dividido y con mensajes contradictorios. Un día después de conocerse que Volkswagen, símbolo del poderío económico de este país, contempla el cierre de hasta tres fábricas en Alemania, el canciller Olaf Scholz y su ministro de Finanzas, Christian Lindner, se han reunido este martes con dirigentes empresariales para buscar una salida a la crisis. Pero lo han hecho por separado y sin coordinarse entre ellos.” La imagen que da el gobierno es caótica y de fractura; con reuniones del socialdemócrata Scholz por un lado, otra por los liberales, todos dejando afuera al ministro de economía, el ecologista Robert Habeck, un gesto que por si mismo puede significar un golpe de estado a la cartera, más aun en el contexto donde “la economía se encoge un 0,2 % en 2024 después de caer un 0,3 % en 2023: dos años seguido con crecimiento negativo, algo que no ocurría desde hacía dos décadas. Los ingresos fiscales son menores de lo esperado. Y el margen de maniobra se ve reducido por el freno a la deuda, inscrito en la Constitución” (ídem). El mismo medio sostiene que “se disparan las especulaciones sobre una ruptura de la coalición que lleve a unas elecciones anticipadas y deshaga el nudo en la primera economía de Europa. La legislatura -mandatos-termina oficialmente en septiembre de 2025” (ídem).