Tucumán: las patronales del citrus aprovechan la pandemia para exprimir a los trabajadores

Escribe Luciano Grupalli y Adrian Freje

Tiempo de lectura: 3 minutos

Mientras millones de trabajadores argentinos y el mundo debían resguardarse para preservar su salud ante el crecimiento de la pandemia, la temporada citrícola que ocupa a unos 40.000 obreros cosecheros y de empaques, arrancaba en la provincia con total “normalidad”.

Escudados detrás de la “esencialidad” de la industria alimenticia, y en un contexto de crisis y recesión, las patronales citrícolas tucumanas iniciaron una de las mejores temporadas en los últimos años.

Sucede que el limón tucumano, además de ocupar una porción mayoritaria en el mercado mundial, en esta oportunidad, se vio favorecido por la pandemia, con los bloqueos de EEUU a Canadá, la pésima temporada en la Unión Europea y una plaga que afectó la fruta italiana. Todo ello creó un escenario más amplio para la exportación del limón tucumano.

A esto hay que incorporarle la gigantesca devaluación del peso (del orden del 100% desde la última temporada) y el incremento exponencial de los precios de exportación – por ejemplo, la medida del extracto de limón pasó en los últimos tres años de 4 a 30 dólares.

Mientras, en marzo se iniciaba la cuarentena y Manzur y el gobierno de AF empapelaban la provincia con el “quedate en casa", los cosecheros sobrevivían penosamente. Solo una parte de los trabajadores cosecheros recibieron un subsidio interzafra de 2.600 pesos. Algunos lograron trasladarse a otras cosechas en otras provincias. La mayoría ha tenido que sobrevivir realizando changas. Bajo esas condiciones se inició la cosecha. Los trabajadores del limón no tuvieron otra vía que exponer su salud y su vida, forzados por el hambre a asistir a las fincas, hacinados en los colectivos y sin la provisión siquiera de barbijos.

En ese cuadro, en Citrusvil, la segunda citrícola del país, un paro autoconvocado de los embaladores impuso a la patronal la adopción de medidas de bioseguridad como condición para empezar la temporada.

En el empaque de San Miguel, la principal citrícola del país y la que más se ha beneficiado con el contexto internacional, la cuestión sanitaria es una pelea diaria. La empresa se niega a entregar vasos de agua individuales y solamente se otorga un barbijo semanal (¡!).

Por otro lado, aunque el dengue hace estragos en la provincia -y en las fincas la exposición al mosquito transmisor del virus es gigante-, no existe la provisión de repelentes en ninguna parte.

Esta situación de riesgo no está contemplada, de ninguna forma, en los convenios que se firmaron este año, siendo que fueron firmados justo en la época en que la OMS declaraba la pandemia. La “esencialidad” de la actividad citrícola, por lo tanto, es un privilegio patronal.

Las patronales y la burocracia de UATRE “estimularon” la temporada buscando poner en cuarentena el malestar obrero. Así presentaron como un “gran" aumento salarial que en los dos últimos años se haya logrado un 47%, con el agravante de que para llegar al mismo hay que producir más maletas y bultos en la cosecha y empaque respectivamente. Con una temporada corta, que abarca a tres o cuatro meses de actividad, en el mejor de los casos, un obrero alcanza un salario de 40 mil pesos al mes. El trabajo en negro abarca a la mitad de los cosecheros.

La burocracia de UATRE Tucumán es repudiada. A mediados del año pasado, se produjeron elecciones en las seccionales que dieron lugar a fuertes enfrentamientos, pues la burocracia proscribió a una lista opositora que agrupó a sectores combativos y sectores escindidos de la dirigencia burocrática. Con lista única en la mayoría de las seccionales, la burocracia se declaró vencedora, pero esas elecciones fraudulentas han sido cuestionadas judicialmente. La indignación obrera volvió a expresarse a finales de 2019 y en enero de este año, tras el reclamo central de un interzafra para todos los obreros del limón de 10 mil pesos por todos los meses intercosecha. Por medio de autoconvocatorias, se produjeron cortes y movilizaciones y se logró arrancar parcialmente algunos reclamos.

El saldo de ese proceso ha dado lugar a que la deliberación obrera se vaya extendiendo y con ello la necesidad de organizarse de manera más consistente para enfrentar los atropellos patronales y las traiciones de la dirigencia burocrática. En función de ello, un sector del activismo se está preparando para alumbrar un boletín provincial clasista que oficie de organizador y orientador del activismo por una dirección antipatronal y antiburocrática en los empaques y fincas. El primer paso, es organizar el reclamo para que se implementen las medidas de seguridad tanto para el coronavirus como el dengue y por un adicional de emergencia por el hambre y el carácter extraordinario de la actividad.

Por un interzafra equivalente a la IFE sin restricciones y por nueve meses, a cargo de las patronales. Por un salario igual a la canasta familiar y el blanqueo y pase a planta de todos.

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