Escribe Julián Asiner
Tiempo de lectura: 4 minutos
Tal como anunciaron los voceros del gobierno porteño tras gasear y golpear a enfermeras y enfermeros en la puerta de la Legislatura, el operativo para bloquear la profesionalización de enfermería fue solo el primer paso hacia un desguace del conjunto de la carrera sanitaria de la ciudad. Sumándose a la cruzada liberticida contra las ciencias sociales, el presidente de la Comisión de Salud de la Legislatura, Facundo Del Gaiso, había declarado que ahora “tenemos que poder debatir si un médico debe ganar igual que un licenciado de antropología”. El bruto desconoce una larga inserción de las ciencias sociales y humanas en el campo de la salud, al menos desde los años ’60 del siglo pasado, entre otras cosas porque los procesos de salud-enfermedad son procesos sociales históricamente condicionados, y una dolencia es incompresible sin conocer el contexto vincular y social en el que está envuelta la persona que la padece. “Más le temo a la pobreza que al bacilo de Koch”, decía en el siglo XIX Rudolf Virchow, fundador de la medicina social.
Pero la arremetida contra la antropología fue solo el mascarón de proa para liquidar la carrera profesional de la salud (Ley 6035), que además de la medicina y las ciencias sociales reúne a disciplinas como kinesiología, odontología, farmacia, bioquímica, nutrición, fonoaudiología, psicología, psicopedagogía, terapia ocupacional, musicoterapia, biología, obstetricia, trabajo social y veterinaria, entre otras. Tras haber aprobado una nueva (y van…) carrera trucha para enfermería (con condiciones laborales degradadas frente a la 6.035), los funcionarios macristas anunciaron que ahora van por una carrera separada para medicina. La iniciativa cuenta con el aval y el patrocinio activo de la burocracia sindical peronista que conduce Médicos Municipales (AMM). En el acto por el Día del Médico, el 3 de diciembre pasado, su presidente Carlos Rojo conminó al ministro Fernán Quirós, sentado a su lado, a concretar esta fractura de la carrera sanitaria en el 2025. La zanahoria oficial es que los médicos, una vez escindidos, podrían obtener ciertas mejoras respecto al resto de los profesionales.
El contexto en el cual se realiza este “ofrecimiento” es el de un derrumbe salarial que golpea a todos los trabajadores de la salud de la ciudad. Según los cálculos de Federación de Profesionales, que nuclea a las profesiones no médicas, el salario en salud perdió este último año al menos un 30 % de su poder adquisitivo. Esta denuncia no impidió que la propia Federación formara parte de los acuerdos paritarios que el macrismo porteño cerró con SUTECBA y AMM. Lo que degrada las condiciones de vida de los trabajadores de la salud no es su disímil pertenencia disciplinar o de formación en múltiples especialidades, sino el control de sus fragmentadas organizaciones sindicales por parte de una burocracia entregada al ajuste oficial y fuertemente entrelazada con los intereses capitalistas de la salud privada. Ya en ocasión de la frustrada tentativa para incluir a enfermería en la Ley 6035, sus principales antagonistas fueron las cámaras patronales de la medicina privada, detrás de las cuales se encolumnaron las burocracias peronistas de SUTECBA y AMM. AMM no abre la boca sobre el derrumbe salarial, y como contraparte ofrece a los médicos este eje reaccionario y desviacionista.
Lo que corresponde, en estas circunstancias, es enfrentar la política de destrucción de la carrera profesional de parte del gobierno de Jorge Macri y la burocracia sindical de AMM con una lucha unificada de todos los trabajadores de la salud, por un salario mínimo inicial que alcance la canasta familiar, que hoy supera los 2 millones de pesos en CABA. El salario de un residente de primer año apenas permite cubrir la mitad de ese monto. Muy por detrás quedan enfermería y el resto de los trabajadores encuadrados en el escalafón administrativo. Junto al urgente reclamo salarial es necesario levantar un programa contra el desguace oficial, que incluya el reconocimiento profesional de enfermería, bioimágenes e instrumentación quirúrgica, el pago de las guardias a los residentes, la reducción de la jornada laboral a 6 horas, el pase a planta permanente y el fin de la precarización laboral a través de sus diferentes variantes, como los módulos, las llamadas “guardias planas” o el régimen de suplencias. Es una lucha que en perspectiva plantea la necesidad de un convenio laboral único para todos los trabajadores de la salud.
No es ésta la orientación que adoptó Federación de Profesionales. Su conducción, también ligada políticamente al peronismo, emitió un comunicado “en defensa de la Ley 6035”, que omite cualquier mención a una reivindicación salarial y se abstiene de realizar una convocatoria de lucha al conjunto de los médicos y trabajadores de la salud. Se trata de una “defensa” corporativa de una situación de precariedad que ya se volvió intolerable para los trabajadores, de la cual Federación es cómplice y partícipe. En esta línea conservadora, Federación llamó a una “reunión abierta” para el próximo jueves 19 de diciembre, a las 14 horas, a la cual solo podrán asistir los afiliados de sus asociaciones, previa inscripción en un formulario. En la “reunión” solo podrán hacer uso de la palabra los presidentes de las asociaciones y no se someterán mociones a votación. No se dictará, tampoco, un cese de actividades que habilite una participación masiva de las bases más allá del aparato gremial. Aún en estas condiciones, es necesario intervenir para convertir a esta instancia limitada en una verdadera asamblea, que se replique en los hospitales y ofrezca un plan de acción al conjunto de los trabajadores de la salud.
Como han demostrado las luchas de la salud en el último período, desde los residentes y concurrentes a la marea blanca que recorrió el país, desde la pandemia de Covid a los intentos más recientes de cerrar el Bonaparte y el Centro 1, la lucha y la resistencia de los trabajadores frente a los planes privatistas y antiobreros de los gobiernos de turno no provendrá de los aparatos inertes controlados por la burocracia sindical, sino que deberá emerger a través de las autoconvocatorias y una movilización independiente. En esta perspectiva, impulsamos la organización de asambleas hospitalarias e interhospitalarias, que coloquen en agenda la lucha por un salario mínimo igual a la canasta familiar y elaboren un programa que unifique por abajo a todos los profesionales, médicos y trabajadores de la salud, sin distinción de disciplina, especialidad, gremio o forma de contratación. No habrá mejoras reales para los trabajadores que no sean arrancadas a través de la lucha y la organización propia. Tampoco se podrá detener la fragmentación con reacciones corporativas, sin una convocatoria que suscite una movilización combativa de médicos y trabajadores.
Opongamos al intento de desguace de la carrera profesional una lucha unificada de todos los trabajadores de la salud para conquistar el salario y las condiciones de trabajo.