El cierre de Dánica

Escribe Pablo Busch

La política de Aceiteros.

Tiempo de lectura: 2 minutos

El Grupo Beltrán anunció finalmente el cierre definitivo de la histórica planta de Dánica, ubicada en Llavallol, partido de Lomas de Zamora. Mientras los trabajadores estaban de vacaciones, la empresa cortó los servicios de la planta y envió 150 telegramas de despidos a los trabajadores, informando del pago de indemnizaciones al 50% escudados en el artículo 247 de la Ley de contrato de trabajo.

El cierre de Dánica Llavallol es un capítulo más de un largo conflicto entre el Grupo Beltrán, dueño del frigorífico GB, y el Sindicato Aceiteros. Desde que el grupo cordobés adquirió en 2019 la producción de Dánica, viene buscando por todos los caminos esquivar el pago del convenio del SOEAD, que cuenta con uno de los mejores básicos de la industria. Esto llevó a un extenso conflicto en la planta de aderezos de Vila Mercedes, con el posterior cierre y el traslado de la producción a Córdoba – bajo convenio de Alimentación, éste, por el contrario, de los salarios más bajos de la industria.

El Grupo Beltrán venía retrasando los pagos de las paritarias de aceiteros, incumpliendo una y otra vez con lo que se firmaba o pagando los aumentos en forma diferida. En noviembre abrió un proceso de retiros voluntarios en el que se fue buena parte de la planta. Una de las máquinas principales, que hacía el 40 % de la producción de Llavallol, fue trasladada a la planta cordobesa del Grupo Beltrán. Se estipula que allí se seguirá produciendo la margarina Dánica, junto a los aderezos de la misma marca.

La continuidad productiva de la margarina desmiente completamente los argumentos de la empresa para justificar el pago al 50 % de las indemnizaciones por “falta o disminución de trabajo” no imputable al empleador o “fuerza mayor”. Es sabido que la carga de la prueba en estos casos la tiene el empleador, cosa que será tema de juicios laborales a futuro. Lo concreto es que el cierre es un fraude para precarizar la fuerza de trabajo y recurrir a un “convenio basura” como es el de la alimentación. La misma patronal lo confiesa cuando, entre los motivos del cierre, cita los altos costos laborales, particularmente, el encuadre sindical, que consideraron fuera de la media de la industria.

El Sindicato de Obreros Aceiteros ha rechazado formalmente el cierre y denunciado el objetivo precarizador del mismo. Pero no ha impulsado una sola medida de lucha, inclinándose por el reclamo del pago de la totalidad de las indemnizaciones. Con la diferencia salarial que ha conquistado el sindicato aceitero a lo largo de estos años, el precedente del cierre de Dánica se convierte en un peligro al acecho para todos los trabajadores bajo convenio aceitero.

Los delegados y directivos del sindicato aceitero han buscado amparo en la Gobernación de Buenos Aires, e incluso en la intendencia de Lomas de Zamora para buscar una solución. Parten de la premisa de que la avanzada antiobrera del Gobierno cuenta con “apoyo popular”, por lo que se declaran atados de pies y manos para actuar. Como el kirchnerismo, el sindicato aceitero se escuda en el voto a Milei para endilgarle la culpa de las derrotas a los trabajadores.

Hasta hace pocos días, Daniel Yofra, secretario general de la federación de aceiteros, alentaba un frente de “la resistencia contra el gobierno” con Pablo Moyano (Camioneros) y Paco Manrique (adjunto del SMATA). No convocó, finalmente, ni al frente de la resistencia ni tampoco a una movilización a las puertas de la fábrica Dánica para enfrentar los despidos. Los supuestos combativos de la CGT no han dicho una palabra, mientras los trabajadores regresan de sus vacaciones, recibiendo telegramas de despidos con indemnizaciones a la mitad. El Sindicato Aceitero no ha convocado ni a los trabajadores, ni a trabajadores de otras plantas aceiteras y de la zona -donde existe una enorme tradición de lucha- para defender los puestos de trabajo de de trabajo de Dánica Llavallol.

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