La privatización de IMPSA, un negocio entre amigos (Milei y Trump)

Escribe Joaquín Antúnez

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El gobierno nacional y el de la provincia de Mendoza han confirmado un acuerdo de pre-adjudicación de las acciones de IMPSA, en manos de ambos, en favor de la firma IAF, integrada por el grupo Arc Energy, por 27 millones de dólares. La empresa cuenta, hasta hoy, con tres tipos de grupos accionistas: la familia Pescarmona (5,3%), grupos de inversión (9,8%), el Estado Nacional, mediante el FONDEP, en un 63,7% y el 21,2% restante a la provincia de Mendoza.

El avance en la venta de una empresa “híper-estratégica” -como han llegado a titular diversos medios de comunicación- es una concesión de alto nivel a la empresa belicista del imperialismo. La empresa IMPSA se dedica a la producción de turbinas, grúas, reactores abasteciendo a los sectores de metalurgia, de generación de energía y tecnología, entre otros, también destinados a la industria militar. IMPSA mantenía hasta ahora un convenio con el Ministerio de Defensa para la modernización de los tanques argentinos TAM 2C-A2 del ejército argentino. Una visita realizada por el grupo inversor IAF determinó que “el capital humano” de la empresa argentina está “altamente calificado”.

La adjudicación de un grupo de inversores trumpistas marca una profundización del alineamiento del gobierno liberticida con la cruzada guerrerista de la OTAN. El imperialismo norteamericano está interesado en tercerizar ciertas producciones militares de baja tecnología en los países periféricos ´aliados´ -en el caso argentino, había interés en que Fabricaciones Militares abastezca de municiones a las tropas de la OTAN-. La guerra imperialista se ha manifestado en nuestro continente, no como un choque diplomático, sino como una disputa por la influencia de los mercados y la obra pública.

Los principales dueños de Arc Energy figuran entre los aportantes del electo presidente Donald Trump, cuya asunción se dará el 20 de enero próximo. El plazo para la renegociación de la deuda con los acreedores fue solicitado hasta el 31 del mismo mes por el grupo norteamericano. El objetivo sería obtener una renegociación a cambio de mostrar los enormes negocios de obra pública que podrían adjudicarse a la empresa en la nueva gestión del magnate, principalmente obras en puertos y represas.

Un pago de 27 millones de dólares por el 85% de una empresa de estas características califica en el ámbito de los regalos navideños. La justificación de tal medida está amparada en que IAF se haría cargo de los 578 millones de dólares que carga en deuda la empresa argentina y de sostener, desde el primer momento de la adquisición, los sueldos del personal -unos 700 trabajadores- que orillan el millón y medio de dólares mensuales. Estos argumentos no pasan de la mentira vil, puesto que el grupo IAF ha condicionado todo el proceso de adjudicación y pago de los 27 millones de dólares a una reestructuración de la deuda y acordado que la misma será pagada mediante la reactivación de la planta, es decir, con el trabajo corriente de la misma. El gobierno nacional y provincial de Mendoza han aceptado un pago en cuotas, a las arcas del Estado ingresarán solo 7 millones de dólares en forma inmediata y los 20 millones restantes serían abonados durante el año utilizando los propios dividendos de la compañía, la estafa es completa.

La empresa fue rescatada por el Estado nacional en 2021 del estado de quiebra, entendiendo que se trataba de un centro de producción estratégico. El exdirector de IMPSA, Julio Totero, en sus redes sociales, acusó a los ´nac&pop´ que critican la venta de la empresa a precio vil porque “se rasgan las vestiduras diciendo que ‘han regalado la empresa’, pero cuando fueron funcionales a CFK [por Wado de Pedro y Pablo Bercovich] no hicieron nada para ayudar a cobrarle a Venezuela y asfixiaron a IMPSA”. Estas críticas continúan para la gestión libertaria: “Durante 2023 no se podían importar insumos, en 2024 el FONDEP desfinanció la empresa porque incumplió varios contratos y se paralizó la obra pública. Se consumieron los fondos disponibles y no había dinero para sueldos. Los accionistas no pusieron un peso” (El Sol, 10/01).

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