Escribe Julián Asiner
Los despidos son parte de una reestructuración reaccionaria del sistema de salud bajo la batuta del capital financiero
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El lunes a las 17 horas se realizará un abrazo al Hospital Laura Bonaparte, nuevamente ocupado –desde el jueves pasado- por sus trabajadores. 200 de los 1400 despidos anunciados en la ex Twitter por el Ministerio de Salud que conduce Mario Lugones impactaron en este hospital especializado en salud mental. Representan prácticamente la mitad de su plantel laboral, que perdió alrededor de otros 100 trabajadores en 2024, lo que imposibilita la continuidad en la atención de los pacientes y el funcionamiento de sus servicios. Otros tantos llegaron al Hospital Sommer, al Posadas, al René Favaloro, al PAMI y a organismos como el Instituto Nacional del Cáncer, el Sedronar, el Anlis-Malbrán y la Anmat, entre otros. A su vez, otra resolución de Lugones liquidó la estructura del Ministerio de Salud, disolviendo 15 direcciones entre las que se encuentran las de Tuberculosis y Lepra, Hepatitis Virales, Vigilancia Epidemiológica, Investigación en Salud, entre otras, mientras que la de VIH y la de Vacunas podrían dejar de funcionar ya que los contratos de sus trabajadores no fueron renovados.
Los despidos y recortes forman parte de una reestructuración reaccionaria del sistema de salud bajo la batuta del capital financiero. Lugones estuvo al frente del sanatorio Güemes y su política está dictada por los intereses del puñado de prepagas y grandes laboratorios que pretenden monopolizar el manejo de la salud en la Argentina. En este sentido apunta la medida que entró en vigencia en diciembre pasado y que permite el pase directo de los trabajadores a los planes de empresas como Swiss Medical, Galeno u OSDE, que ya no deberán triangular los aportes a través de sus respectivas obras sociales. La caída de los salarios provocó un derrumbe en los ingresos de las obras sociales dependientes de las organizaciones gremiales, ya derruidas por las políticas de tercerización de prestaciones, coseguros y negociados de la burocracia sindical. En la misma línea se ubican la desregulación de los copagos y la pretensión de reducir el Programa Médico Obligatorio (PMO) que deben cubrir obras sociales y prepagas a su mínima expresión –en este caso con el aval entusiasta de la cúpula de la CGT-.
Este rediseño del sistema de salud argentino requiere practicar una enorme amputación de la salud pública, como condición necesaria para despejar el terreno al copamiento de la medicina privada. Milei ya eliminó parte de los medicamentos gratuitos que otorgaba el PAMI y redujo drásticamente las prestaciones para personas con discapacidad. El achique y los miles de despidos son un paso en dirección a un eventual desprendimiento de los hospitales nacionales, que de acuerdo al plan de Lugones serían entregados para su gerenciamiento a empresas privadas. Esto explica la campaña burda que impulsó el gobierno por boca de periodistas de TN, que pretendieron justificar los despidos en el Bonaparte cuestionando la presencia de disciplinas como antropología y musicoterapia en un hospital de salud mental. Para el gobierno de bitcoineros y sus acólitos mediáticos, la salud mental es cuestión de pastillas. Cualquier otro abordaje o tratamiento que ‘compita’ con la venta de psicofármacos debe ser erradicado del hospital público.
Esta reestructuración reaccionaria del sistema sanitario es un ataque violento al derecho a la salud, que la clase obrera argentina defendió con su organización y duras luchas a través de dos siglos y que tuvo a las mutuales, las posteriores obras sociales y a la salud pública como grandes pilares. La privatización del sistema colisiona de frente con los derechos laborales de profesionales y trabajadores, ya sometidos a una larga degradación salarial, la precarización y el consecuente pluriempleo. Los 1400 despidos de Lugones se unen en CABA al rechazo al reconocimiento de enfermería y al intento de Macri-Quirós de fraccionar aún más la carrera profesional, en este caso con el auspicio de la burocracia sindical de Médicos Municipales, a pesar de no contar con mandato alguno para semejante despropósito.
Hagamos de la ocupación y la convocatoria del lunes del Bonaparte un nuevo punto de reagrupamiento para luchar por la derrota de la ofensiva del gobierno, la reincorporación de todas las compañeras y compañeros, la defensa irrestricta del derecho a la salud y el triunfo de todos los reclamos de sus profesionales y trabajadores. Como demostró la propia toma del Bonaparte, durante el primer round en octubre del año pasado, la acción directa y la autoorganización independiente son armas poderosas que los trabajadores tenemos para frenar a los gobiernos del capital y a sus cómplices políticos y sindicales.