Escribe El Be
Fracasó el intento de reivindicar al imperialismo ‘democrático’.
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Diversos mandatarios y jefes de Estado se reunieron en Polonia para conmemorar el 80° aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau por parte del Ejército Rojo. En Auschwitz, el régimen nazi asesinó 1,1 millones de judíos, además de centenas de miles de miembros de otras comunidades, mediante un sistema de exterminio ‘industrial’. Ochenta años después, los desarrollos de la Inteligencia Artificial tienen como una de sus aplicaciones principales el perfeccionamiento de la destrucción de pueblos y ciudades enteras.
Hace cinco años, en ocasión de la conmemoración del 75° aniversario, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, había oficiado de anfitrión de un acto que contó con la participación de delegaciones estatales de numerosos países, incluida Rusia. Este año, Netanyahu estuvo ausente. Sobre la cabeza del Primer Ministro israelí pesa una orden de arresto internacional que la Corte Penal Internacional emitió contra él y su ex ministro de asuntos militares, Yoav Gallant, el 21 de noviembre pasado, acusados por sus “crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad”. Aunque la CPI no tiene mecanismos efectivos para hacer cumplir estas órdenes, Polonia, como Estado miembro de la Corte, tiene la obligación legal de actuar frente a las órdenes de arresto emitidas.
El gobierno polaco, sin embargo, intentó por todos los medios posibles asegurarse la presencia de Netanyahu. El presidente Andrzej Duda había solicitado al Primer Ministro Donald Tusk un salvoconducto para Netanyahu. “En una rara muestra de unanimidad entre gobierno y presidente, la solicitud fue aprobada el mismo día” (DW, 26/1). Esto, sin embargo, desencadenó manifestaciones masivas en Varsovia y otras ciudades, donde se cantaron las consignas "¡Arresten a Netanyahu!" y "El gobierno polaco tiene las manos manchadas de sangre". Una encuesta realizada por United Surveys mostró que sólo el 24 % de la población polaca estaba a favor del salvoconducto, mientras que casi el 60% pensaba que Polonia debería arrestar al líder israelí si asistía a la ceremonia.
La relatora especial de la ONU sobre los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese, instó al gobierno polaco a cumplir con la resolución de la CPI. En el mismo sentido se pronunció Josep Borrell, ex alto funcionario de Asuntos Exteriores de la Unión Europea, y Sven Koopmans, enviado de paz de la UE para Oriente Medio. Incluso algunos judíos sobrevivientes del Holocausto se pronunciaron en contra de la presencia del primer ministro israelí en Auschwitz. A pesar de todas las garantías ofrecidas por el gobierno polaco, Netanyahu decidió no viajar al acto.
Algunos medios de comunicación polacos asirman que los esfuerzos por asegurar la presencia de Netanyahu eran evitar una crisis en las relaciones entre Estados Unidos y Polonia justo al comienzo de la segunda administración de Donald Trump. El pasado 9 de enero, la Cámara de Representantes norteamericana aprobó un proyecto de ley que amenaza con imponer sanciones a cualquiera que ayude a la CPI a procesar a ciudadanos estadounidenses o aliados de Estados Unidos, incluyendo a Israel. En medio de esta controversia, Trump decidió que tampoco participaría de la conmemoración ni enviaría a su vice, J. D. Vance.
El presidente argentino Javier Milei tampoco participó del acto el Polonia, pero sí encabezó uno en el Museo del Holocausto el mismo día en la Ciudad de Buenos Aires. La actividad fue una reafirmación más del alineamiento del gobierno argentino a nivel internacional con Estados Unidos e Israel. Siguiendo los pasos de Trump, el gobierno argentino ordenó hace unos días alambrar algunas fronteras internacionales en el marco de su política antiinmigratoria. También al igual que Trump, Milei lleva adelante una cruzada contra los derechos de las mujeres y las disidencias, los inmigrantes y, en definitiva, contra el conjunto de la clase obrera.
El carácter pretendidamente ‘universal’ del acto en Auschwitz reveló la fragilidad del orden internacional. También Putin fue excluido de las invitaciones al acto, aunque Rusia (en realidad la URSS) perdió en la guerra cien millones de ciudadanos. En la ceremonia hizo uso de la palabra el canciller, Olaf Scholz, que en su discurso planteó “nunca más al fascismo”. Scholz había sido blanco de ataque del flamante Ministro de Eficiencia del gobierno de Trump, el multimillonario Elon Musk (que realizó un saludo nazi en un reciente acto), quien pidió la renuncia de Scholz y aseguró que sólo la filo-nazi AfD podrá “salvar” a Alemania.
La ausencia de Netanyahu y de Trump no impidió que se guardara el mayor de los silencios en el acto acerca del mayor campo de exterminio a cielo abierto actual que es la franja de Gaza y sobre las razzias que el gobierno norteamericano lleva adelante en su política de deportación masiva. Por el contrario, los discursos revelaron la complicidad de todos los gobiernos con la masacre sionista. La justificación de la masacre de 170.000 palestinos, según Lancet, la mayoría de ellos mujeres y niños, corrió por parte del presidente del Congreso Judío Europeo, quien defendió “el derecho de Israel a defenderse” y aseguró que “los terroristas usan a los civiles como escudos humanos”.