Escribe Rafael Fernández - Partido de los Trabajadores (Uruguay)
Toma el control de la policía de Washington DC y desplegando la Guardia Nacional.
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El lunes 11 el presidente estadounidense firmó una orden ejecutiva (decreto) declarando el estado de emergencia y tomando el control de la policía de la capital y el distrito federal, y ordenando el despliegue de 800 soldados de la Guardia Nacional. En el distrito de Columbia, donde reside la capital, Trump apenas superó el 6% de los votos en las pasadas elecciones, siendo aplastado por Kamala Harris con más de 85 puntos de diferencia.
El pretexto para esta decisión -que es legal, pero sin precedentes- fue un cúmulo de mentiras acerca de una “ola de crímenes”. El distrito de Columbia tiene un estatus legal especial, ya que no pertenece a ningún Estado ni es tampoco un Estado, tiene representante en el Congreso, pero no tiene derecho a voto, y la ley que le dió autonomía en 1973 establece que el presidente tiene la potestad de tomar control de la policía de Washington durante 30 días (luego deberá contar con autorización del Congreso para extender esa medida). Para el caso de la Guardia Nacional, que no existe en DC y será desplegada con tropas de otros Estados, no existe un plazo legal.
Trump afirmó que la capital “ha sido tomada por bandas violentas y criminales sanguinarios”, “turbas errantes de jóvenes desenfrenados, maníacos y personas sin hogar”. Las personas en situación de calle ya venían siendo atacadas por el discurso fascista del presidente desde las redes sociales. “Ya el mes pasado Trump había firmado una orden que facilita la detención de personas sin hogar y la semana pasada ordenó a las fuerzas de seguridad federales que salieran a las calles de Washington DC”. “Los sin techo tienen que mudarse, inmediatamente”, escribió Trump en Truth Social [su propia red social]. ‘Les daremos lugares para quedarse, pero lejos de la capital. Los criminales, no tienen que mudarse. Los meteremos en la cárcel, a donde pertenecen’” (BBC, 11/8). Respecto a los indigentes, el presidente declaró sin tapujos: “Sé que no es políticamente correcto... [pero] vamos a eliminar los barrios marginales donde viven”.
El sábado Trump posteó que la capital “Se ha convertido en una de las ciudades más peligrosas del mundo, ¡¡¡pero muy pronto será una de las más seguras!!!” (La Nación, 12/8). Stephen Miller, vicejefe del gabinete trumpista, afirmó que la capital de EE.UU. “es más violenta que Bagdad”. La campaña contra la capital por parte de los trumpistas se desató especialmente tras el asalto a un funcionario de DOGE (el departamento de “eficiencia” gubernamental) por parte de un grupo de jóvenes, que fue golpeado aparentemente para robarle el coche. En esa oportunidad, el propio Elon Musk (que encabezó al inicio el DOGE, y que terminó enfrentado al presidente) agitó desde su cuenta de X que el gobierno debía tomar el control de la capital. Trump también realizó publicaciones al respecto en su red social, publicando una foto de la víctima ensangrentada. El presidente también exigió al DC que modifique la ley penal para los jóvenes, permitiendo que sean juzgados en tribunales para mayores.
La situación de “emergencia” por la delincuencia y la violencia se contradice con las estadísticas oficiales, tanto de la policía de DC como del FBI. Según esas estadísticas los homicidios vienen creciendo durante décadas y tuvieron un pico en 2023 tras la pandemia del Covid, pero actualmente los crímenes violentos están en su nivel “más bajo en 30 años”. “Este año, los homicidios han disminuido más de un 30% según datos recopilados por The Washington Post” (La Nación). Respecto al delito juvenil, “Este año la policía arrestó a unos 900 menores”, un 20% menos que el año anterior, y “Solo 200 de esas imputaciones fueron por delitos violentos y unas 50 fueron por robo de autos” (ídem).
La decisión se inscribe claramente en un plan perfectamente preparado, no es apenas una respuesta exagerada a una situación puntual. Hay que recordar que Trump desplegó la Guardia Nacional y a los marines, contra la opinión del gobernador de California, para reprimir las protestas populares en Los Ángeles. También ha amenazado a los neoyorquinos con tomar el control de su ciudad si el candidato Zohran Mamdani triunfa y enfrenta la política del gobierno respecto a los indocumentados. Más en general, el gobierno ha amenazado a todas las ciudades “santuario” -todas ellas con gran mayoría Demócrata en su electorado- que no apoyan al ICE (policía migratoria) en su caza de inmigrantes ilegales. Trump también había militarizado la frontera con México. El gobernador Republicano de Texas por su parte desplegó a la Guardia Nacional del Estado para contener las protestas contra el ICE y en solidaridad con Los Ángeles.
La revista The New Republic publicó el 2 de agosto un memorando del Departamento de Seguridad Nacional, y concluye que “El uso interno de las fuerzas armadas por parte de Trump empeorará” (TNR). Según el periódico, el memo “ofrece una visión del pensamiento de los altos funcionarios mientras buscan involucrar más profundamente al Departamento de Defensa” en la cuestión migratoria y la represión política interior, “y ha desconcertado a los expertos que creen que presagia una escalada aterradora”. “El memorando establece la necesidad de persuadir a los altos funcionarios del Pentágono para que tomen mucho más en serio el uso del ejército para combatir la inmigración ilegal—y no sólo en la frontera. Sugiere que el DHS está anticipando muchos más usos del ejército en los centros urbanos, señalando que pueden ser necesarias operaciones al estilo de Los Ángeles ‘para los años venideros’. Y compara la amenaza que plantean las bandas y los cárteles transnacionales con tener ‘células y combatientes de Al Qaeda o ISIS operando libremente dentro de Estados Unidos’ insinuando una postura militarizada intensificada dentro del interior.” (ídem). Una experta afirmó que “El memorando es alarmante, porque habla de la intención de utilizar el ejército dentro de los Estados Unidos a un nivel no visto desde el internamiento japonés” (en campos de concentración durante la segunda guerra mundial), y que “Socava absolutamente el estado de derecho”. El memorando, que recoge lo discutido en reuniones donde estaba el secretario (ministro) de Defensa Pete Hegseth, fue escrito por su hermano Philip, quien aparentemente es una figura de peso en el universo derechista del movimiento MAGA (Make America Great Again, la consigna trumpista). Otro especialista calificó de “inquietante” la presión del Departamento de Seguridad Nacional sobre el ejército y afirmó que “la participación militar en la aplicación de la ley civil nacional” está a punto de volverse “más común”. La referencia a ISIS y Al Qaeda es significativa, hay que recordar que Trump ha declarado organizaciones terroristas a las pandillas de narcos, y también establecido hasta la posibilidad de llevar la guerra a las mismas hasta el territorio de otros países latinoamericanos.
Es clara la planificación del trumpismo para utilizar la persecución de los inmigrantes y el combate a las bandas de narcos como pretexto para una militarización de la represión interna y del régimen político. La depuración del ejército va en el mismo sentido. Por otra parte, la amenaza de invasión a otros países de su “patio trasero” que escapen a su control, actúa en primera instancia como presión y en perspectiva, como la preparación de la opinión pública para la guerra.
El presidente militariza DC utilizando prerrogativas que había declarado no poseer cuando se produjo la intentona golpista -alentada por él mismo- el 6 de enero de 2021, para evitar el reconocimiento del triunfo de Biden. En esa oportunidad, Trump alegó que no tenía potestades para movilizar a la Guardia Nacional para reprimir la toma del Capitolio. Ahora toma el control de la policía y despliega tropas militares para echar a los indigentes y supuestamente combatir el delito.
La oposición demócrata se ha limitado a protestar tibiamente. Se coloca que la medida del gobierno obedece a la necesidad del presidente de generar un hecho distractivo respecto al escándalo en torno a la “lista de clientes” de Jeffrey Epstein (un pedófilo y traficante de personas que, además, es posible que haya estado vinculado a los servicios de inteligencia y al Mossad israelí). Aunque el momento para el decretazo pueda estar vinculado a estas cuestiones, el mismo no surge como un manotazo de ahogado.
La toma de Washington DC por parte de Trump no es un hecho improvisado. Sin duda se apoya en que la capital tiene un estatuto que hace más viable legalmente tomar esta medida, pero es apenas un paso más en el camino a establecer una dictadura personal y militarización del régimen político. La tendencia al fascismo es inseparable de la perspectiva guerrerista del imperialismo, que necesita controlar las grandes ciudades -en las que Trump ha sido derrotado- para avanzar en el aplastamiento de las protestas y preparar a la población para dar apoyo a la guerra, con todos los sacrificios y privaciones que ésta establece sobre los explotados.