Escribe Eva Gutiérrez
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Una impresionante marcha copó la avenida 9 de Julio el miércoles 28. La movilización reunió a dos bloques en la calle.
Por un lado, la CTEP de Grabois, la CCC, SOMOS (Barrios de Pie), el Frente Popular Darío Santillán, el FOL, ATE, la CTA, y los dirigentes “Cachorro” Godoy y Juan Carlos Schmid, el aporte en solitario de la CGT.
Este sector reclama una ley de emergencia alimentaria, un aumento en el salario social, el otorgamiento de un bono de $2.000, el aumento de las jubilaciones y pensiones mínimas, y una nueva prórroga de la ley de emergencia social que vence el próximo 31 de diciembre. Esa ley creó un “consejo de la economía popular” con funcionarios y representantes del ´triunvirato vaticano´. A través de ese consejo, se canalizaron entre 25 mil y 30 mil millones de pesos hacia esas organizaciones.
Bajo la consigna "el hambre es un crimen", también pidieron integrar el Consejo del Salario, que reúne a las patronales, Estado y centrales sindicales.
En el contexto de la crisis política desatada por los resultados de las Paso y el desmoronamiento financiero, el propósito de este sector es encarrilar (lo han dicho textualmente) a los movimientos sociales detrás de la transición al 27 de octubre, en definitiva, servir de soporte al tironeo entre F-F, el gobierno y los fondos especulativos. Un ‘tironeo’ cada vez más explosivo. Es lo que han visto Godoy y Scmidt para hacerse presentes en la marcha. Los convocantes están advertidos de que un escenario multitudinario como este arrima la leña para una intervención de masas que podría alcanzar al conjunto de los trabajadores.
El otro sector piquetero que participó de la marcha fue el Polo Obrero, Barrio de Pie (Silvia Saravia) y otras organizaciones, con los reclamos de trabajo genuino, apertura de los programas sociales, duplicación del monto del Salario Social Complementario y de los planes Hacemos Futuro; por el aumento de cantidad, calidad y variedad de los alimentos para comedores escolares.
La masividad de la movilización es la consecuencia del derrumbe de la economía y de la política de contención social de la que se jacta el gobierno. La dirigencia vaticana finge creer que aún está en vigencia pacto político que anudaron con el macrismo en estos cuatro años, a cuenta de aportes asistencialistas. El derrumbe financiero y la crisis política se han precipitado a una velocidad tal que ha sepultado esa suposición. Pedirle al gobierno que asegure la emergencia alimentaria y la emergencia social, es lo mismo que venía haciendo Alberto Fernández cuando exigía al gobierno que detenga el default y la desvalorización del peso.
El sector combativo que ha criticado el pacto vaticano de la Ctep y la ministra Stanley, con reivindicaciones más avanzadas, debería advertir que se ha agotado una etapa, y que el futuro de esta lucha está ligado al pronunciamiento por una huelga general. Es indispensable colocar en el centro cuál es el método para conquistar los reclamos. ¿Cómo y quién va a satisfacer estas elementales reivindicaciones?
Los movimientos sociales debemos pronunciarnos por la huelga general, y desarrollar una agitación intensa, incluidos los piquetes, las coordinadoras de fábricas en lucha y los cortes, en esa dirección. Objetivamente, la huelga general ha sido puesta en la agenda por la movilizaciones del miércoles, con independencia de que no fuera reivindicada por las direcciones convocantes. Este es el mayor aporte de la marcha.
En el último artículo editorial de Prensa Obrera, Gabriel Solano dice que "El proceso de contención para evitar una intervención masiva aún restringida al terreno reivindicativo alcanza tanto a la burocracia sindical como a las expectativas políticas en el gobierno que va asumir". Los burócratas traicionan, dice el candidato a intendente del FIT-U, pero las masas tampoco quedan absueltas.
Si las masas tienen esa expectativa no se explica, entonces, que salgan a la calle por decenas de miles.
El enfoque conservador de la crisis actual se enreda en el ovillo de la madeja, cuando se trata de encontrarle la punta para desenroscarla. Si las expectativas en F-F son tan decisivas, no se entiende qué busca Solano con su consigna de paro de 36 horas.
Con tantos peros a una agitación sistemática por la huelga general, en nombre de que todos los factores de la situación política se han conjurado para imponer una contención, el mismo Solano se ha puesto en la fila de los contenedores. Los luchadores debemos partir de la ley que mueve a la presente crisis, no la de la que paraliza. Ambas se encuentran presentes como contradicciones en cada situación concreta. Solo se trata de elegir el campo.