Tiempo de lectura: 2 minutos
Algunas horas antes de que comience el recital de Milo J en el predio de la ex-ESMA, la justicia federal dio lugar a la medida cautelar presentada por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y ordenó su suspensión. La misma fue acompañada de un gigantesco operativo represivo que contó con una desproporcionada cantidad de efectivos federales y camiones hidrantes que amedrentaron a los cientos de adolescentes y familias que estaban esperando para entrar al predio. La madre y manager del músico denunció que desde la Secretaría amenazaron que “si no se suspendía el recital iban a reprimir a los chicos que estaban en la puerta”. Se esperaban 20.000 personas.
La Secretaría, a cargo del ex juez Alberto Baños, depende del Ministerio de Justicia conducido por Cúneo Libarona, un negacionista confeso y ejecutor de la política criminal de desmantelamiento de los espacios de memoria. A diferencia de la cautelar, que aducía que el Estado nacional no había sido notificado del evento, lo que suponía razones operativas y de seguridad para suspender el recital, en declaraciones en X Cúneo Libarona dejó en claro el verdadero motivo, al considerar que “se trata de un espacio que depende del Estado Nacional y ya nadie tiene privilegios para realizar este tipo de actos políticos al margen de la ley.”
No solo se arroga la potestad del Estado nacional sobre un espacio que en realidad depende de un órgano ejecutivo con autarquía administrativa (lo que también refleja la complicidad de la Justicia en la aceptación de la cautelar); sino que, además, al catalogar al recital como “político”, pone de relieve que la presentación judicial tenía como único objetivo la censura del mismo. La cautelar también es un acto político, la de un gobierno negacionista que impide con una presentación judicial de última hora el recital de un músico comprometido con la defensa de los derechos humanos. Respecto a la cautelar, Milo J dijo que “el Gobierno Nacional mostró papeles, datos de salud y planos de evacuación que eran falsos, salidas de emergencias que dijeron que no están y sí estaban”.
Contra la censura se pronunciaron varios artistas e incluso el Club Morón. Uno de los artistas fue Charly García, que se comunicó con el músico y lo impulsó a continuar con su compromiso, relatándole su propia experiencia con la censura. Los reivindicadores de los Juan Represión y las Botas Locas en el gobierno ven, como entonces, una amenaza en el arte comprometido. Es otro frente donde dar la batalla contra la política criminal del gobierno.