Bahía Blanca, 48 horas después de la inundación

Escribe Emiliano Fabris

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A 48 horas de la tormenta que inundó la ciudad con más 300 mm de agua en un santiamén, la situación sigue siendo crítica.

En primer lugar, se ha informado de 16 personas fallecidas, mientras que hay denunciadas al menos 100 personas desaparecidas. Muchas personas fueron arrastradas por correntadas de más de un metro y medio de profundidad, mientras luchaban por defender su hogar. Existen zonas enteras, como la localidad de Ingeniero White, que aún permanecen bajo el agua. Oficialmente se cuentan también 1450 evacuados y autoevacuados, siendo esta última cifra extensamente mayor porque muchas familias tomaron esta decisión ante la ausencia completa de algún tipo de auxilio gubernamental. Quienes pudieron, se quedaron en pisos o directamente en las terrazas de sus casas.

La asistencia con colchones, ropa, comida, artículos de limpieza, son muy insuficientes y se buscan superar mediante un enorme esfuerzo voluntario y de donaciones. Muchos docentes, en la medida de sus posibilidades, están organizando colectas y ayudando con la asistencia.

Miles de viviendas han sido arrasadas por el agua, que se llevó absolutamente todo de su interior. La inundación dejó barro y material proveniente del desborde de napas y cloacas, que a la fecha sigue siendo retirado con muchísimo esfuerzo y solidaridad de vecinos y amigos. En muchos casos, sin contar siquiera con suministro de agua y tampoco agua potable. Cientos de autos fueron arrastrados provocando daños y quedando arruinados.

Más de la mitad de la ciudad permanece sin energía eléctrica. Las calles más afectadas son intransitables, con restos arruinados de casas, barro y otros desechos que son retirados muy lentamente por el gobierno. Se han desplomado asfalto, puentes y rutas aledañas. El Hospital regional Penna ha quedado inundado y otros hospitales privados también. Muchos pequeños comercios han perdido todos sus muebles y mercancías y algunos de ellos fueron saqueados. El local de Política Obrera de Bahía Blanca ha quedado destruido y la correntada se llevó prácticamente todos sus insumos materiales.

En estas circunstancias, el gobierno nacional habilitó una asistencia por $10.000 millones. El intendente Susbielles, por su parte, afirma que se necesitan $400.000 millones –lo que le enviará Milei es un 2,5 % de lo necesario-, que la provincia haría un “anuncio importante” y que además va a gestionar un “algún crédito internacional”. Este revoleo de cifras es pura distracción. Lo que deben resolver en forma urgente es la situación de vecinos desaparecidos, el agua todavía en las casas, la falta de colchones, comida, luz y agua potable, entre otras tantas demandas que requieren un gasto extraordinario en forma inmediata, completamente contrario a la “motosierra” del gasto público y anuncios inciertos de carácter futuro. En este sentido, ya se han difundido por los medios todos los estudios que alertaban con mucha anterioridad la incapacidad de las obras existentes de desagüe de la ciudad para hacer frente a una lluvia de este caudal (Canal Maldonado y Arroyo Naposta) –poco probable, pero aun así previsible, esto sucederá e incluso con mayor frecuencia producto del cambio climático que es negado por el presidente- y que jamás se hicieron por los gobiernos radicales, peronistas y macristas que gobernaron la ciudad en las últimas décadas. Aseguraron un emporio para las empresas del Polo Petroquímico al tiempo que se gestaba una trampa mortal para el pueblo. El principal informe es uno elaborado por el CONICET en 2012, un organismo que Milei está desmantelando.

Mientras los trabajadores buscan hacer frente a los primeros y más duros golpes de esta catástrofe, debemos organizar una movilización política para reclamar a todo el Estado por la asistencia necesaria más inmediata mediante una organización en los barrios, escuelas y hospitales.

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