El ejército sionista impide el ingreso de ayuda humanitaria a Gaza

Escribe Olga Cristóbal

Limpieza étnica en Gaza y Cisjordania.

El ejército sionista impide el ingreso de ayuda humanitaria a Gaza

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Israel interrumpió el suministro de electricidad a toda la Franja de Gaza, incluida la única planta desalinizadora que proporciona agua potable a unos 600.000 gazatíes a través de camiones cisterna. La planta sigue funcionando al 20 % de su capacidad, impulsada por un generador, pero se calcula que en una semana se quedará sin combustible.

Una semana antes, el 1 de marzo, el gobierno de Netanyahu había bloqueado la entrada de toda ayuda humanitaria -alimentos, medicinas, carpas-. Ahora, sumó la privación de agua a una población ya asolada por enfermedades generadas por el uso de aguas contaminadas.

El presidente ejecutivo de la Corporación Eléctrica israelí, Meir Spiegler, recordó que Israel desconectó “sin excepción” las diez líneas de electricidad que llegaban a Gaza en octubre de 2023, cuando el entonces ministro de Defensa, Yoav Gallant, declaró: “He ordenado un asedio total a Gaza. No habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible. Todo está cerrado. […] Nos enfrentamos a animales humanos y actuamos en consecuencia”. Es una de las frases en las que Sudáfrica apoya su acusación de genocidio en el Tribunal Internacional de La Haya.

En diciembre, Amnistía Internacional informó que, en la mayor parte de Gaza, los palestinos tenían acceso a solo entre 2 y 9 litros de agua por persona y día, muy por debajo de los 15 litros estipulados para la supervivencia básica.

A partir de la restauración del bloqueo, seis de las 22 panaderías que seguían en funcionamiento han cerrado por falta de combustible. Las que restan podrían cerrar en una semana más o menos, según el jefe del sindicato de panaderos de Gaza. En Yan Yunis, en el sur, cerraron todas las panaderías porque dependen de aceite de cocina. En este momento apenas se entrega media barra de pan por persona.

Tanto Naciones Unidas como organizaciones humanitarias afirman que Gaza está a solo unos días del colapso total.

La misma política genocida se aplica en Cisjordania. En un informe publicado el 10 de marzo, B'tselem, una organización israelí de derechos humanos, acusó a Israel de llevar a cabo la «gazaficación» de Cisjordania. Detenciones masivas, severas restricciones de movimiento, ataques aéreos y destrucción generalizada. “Israel pretende establecer hechos irreversibles sobre el terreno: remodelar Cisjordania para desplazar permanentemente a algunos palestinos y obligar a otros a vivir en condiciones que eventualmente los llevarán a irse”, aseguran.

El domingo, el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, un colono, anunció que el gobierno está creando una administración para la migración «voluntaria» de palestinos. Y dijo que «fuentes del gobierno estadounidense» estaban de acuerdo en que «es imposible que dos millones de personas que odian a Israel permanezcan a tiro de piedra de la frontera. Si eliminamos 5.000 al día, vaciaremos Gaza en un año», añadió.

En Tel Aviv, familiares de los 59 rehenes que siguen en Gaza presentaron el miércoles una petición ante el Tribunal Supremo israelí para que revoque el apagón eléctrico al que Israel somete a la Franja. Argumentan que la decisión "pone en peligro directa e inmediatamente la vida de los rehenes, ciudadanos israelíes, que no pueden protegerse a sí mismos”.

Hamas advirtió que el corte, al que llama “un castigo colectivo sin precedentes” constituye “un crimen de guerra que amenaza con desencadenar una sequía catastrófica en la Franja de Gaza".

La semana pasada, Adam Boehler, el enviado de Trump para discutir la situación de los rehenes, mantuvo reuniones con Hamas sin dar parte al gobierno de Netanyahu, que criticó severamente estos contactos. En declaraciones a la prensa israelí, Boehler había dicho que creía factible “un acuerdo por el cual se libere a todos los rehenes” en cuestión de semanas a cambio de “algo así como una tregua a largo plazo” (Times of Israel 12/3).

Este viernes, en Doha, Hamas informó que aceptaba devolver un rehén de nacionalidad estadounidense, el soldado israelí Edan Alexander, y cuatro cadáveres en el contexto de un acuerdo en el que supuestamente serán más numerosos los prisioneros palestinos liberados. A principios de marzo, el enviado especial de Trump a Medio Oriente, Steve Witkoff, había dicho que lograr la liberación de Alexander era una “prioridad absoluta”.

Que se dé prioridad a los rehenes de otra nacionalidad “provocó de inmediato una furiosa denuncia por parte de los familiares de los rehenes israelíes retenidos en Gaza” (NYT, 14/3). “Si Israel insiste en detenerse a mitad de camino y dejar atrás a sus ciudadanos, que todas las madres israelíes sepan que deben conseguir un pasaporte extranjero para sus hijos, o de lo contrario serán abandonados”, señaló un comunicado del Foro de Familias de Rehenes.

La reacción de Netanyahu fue acusar a Hamas de “guerra psicológica”, convocar al consejo de guerra y hacer regresar a Tel Aviv la delegación negociadora que estaba en Doha.

En este contexto, la prensa israelí considera poco probable que el gobierno libere a prisioneros palestinos.

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