Escribe Brian Murphy
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El discurso de Cristina Fernández en el congreso educativo desarrollado el sábado pasado en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA tuvo el objetivo de postular al peronismo ante el FMI y la gran burguesía planera que vive de los bonos del Estado para relevar al gobierno de Javier Milei en la tarea de aplicar las contrarreformas educativas que exige el imperialismo en tiempos de guerras mundiales y decadencia del sistema capitalista. El congreso mismo tuvo ese sentido al plantear el debate en torno a un documento titulado “Líneas para una nueva estatalidad en materia educativa”.
El objetivo de su intervención fue claro: “tenemos que reformular un nuevo Estado. Así como está, no sirve. Y si no lo reformulamos y si no lo replanteamos, vienen planteos como los de este gobierno, que es el planteo de la destrucción, el planteo de la eliminación del Estado (…) porque si hay un lugar y un espacio político en la Argentina que puede replantear el Estado desde la seriedad y desde el crédito de haber hecho algo en este país, somos nosotros…”. Se trata de una advertencia al gran capital, cuyo principal temor es que la brutalidad del ajuste de Milei genere las condiciones de una rebelión popular en la Argentina. En ese sentido, CFK, como presidenta del PJ, plantea un acuerdo con las contrarreformas que Javier Milei está llevando adelante en el Estado, y con las que en materia educativa está implementado el macrismo en la CABA, pero plantea hacerlo “apalancándose” en su experiencia de gobierno de 12 años.
Es lo que dijo inmediatamente luego de detallar el CV de sus gobiernos en materia educativa: “Pero ojo que esta enumeración no nos tiene que llevar a la nostalgia de que tenemos que hacer lo mismo, ¿no? Porque lo mismo, ¿para qué sirve esta enumeración? Para apalancarnos en un lugar, para apalancarnos en los créditos que somos. Si hicimos todo esto, ¿cómo no vamos a ser capaces de poder encarar la transformación y el cambio que el sistema educativo argentino requiere? ¿Quién lo va a hacer si no lo hacemos nosotros? ¿Quién? ¿Quién lo va a hacer?”.
Sus dichos sobre la docencia y la educación no innovaron en nada sobre lo que ya viene diciendo en intervenciones anteriores recientes, o en sus ataques a los docentes cuando era gobierno y alimentaba el mito de que los docentes “trabajan cuatro horas y tienen tres meses de vacaciones”. La primera arremetida en su discurso contra los docentes fue un clásico patronal: el cuestionamiento a los paros “porque hay malestar porque los chicos no tienen clases todos los días”.
Esto, cuando Kicillof viene de descontar los días de huelga en la provincia de Buenos Aires. Luego agredió al conjunto de los trabajadores estatales, calificándolos como “privilegiados” al cuestionar la estabilidad laboral y las licencias médicas, derechos conquistados con la lucha. Para eso apeló a la canallada de oponerlos a las condiciones de la inmensa masa de trabajadores precarizados de la Argentina, fogoneando una grieta dentro de la clase trabajadora. Nada más patronal que eso. El cuestionamiento a la estabilidad laboral en el Estado por parte de CFK ocurre a días de que se hayan conocido rumores sobre la intención de Javier Milei y Federico Sturzeneger de avanzar en ese sentido (Mundo Gremial, 18/3). Luego pasó al tema de la formación docente, otro de los 4 ejes colocados en el documento que debatió el congreso. Criticó la carrera docente y la modalidad de acceso a los cargos directivos “por simple antigüedad”, cosa que por otra parte es falso, ya que el trabajo docente es un trabajo altamente profesional –aunque malamente remunerado– y en el que la formación permanente es una constante, fundamentalmente para acceder a los concursos de cargos directivos. ¿Cuál fue el sentido de esta intervención entonces? Lo que postula es la formación de tecnócratas, para que ocupen los cargos jerárquicos en el sistema educativo y no lo hagan los propios docentes, y de esa manera tener una mayor eficacia en la implementación de las contrarreformas antieducativas que forman parte de los proyectos del gran capital para la educación. El mismo sentido tuvieron las loas a la COENAU, encargada de adaptar los planes de estudios de las universidades a los requerimientos de los organismos internacionales.
En su discurso, CFK hizo una férrea defensa del presentismo, que fue el método con el que el bulrrichista y mileista Pullaro logró quebrar las huelgas docentes de Santa Fe: “tiene que haber un premio al maestro que va todos los días a trabajar. Esto es así. Premiar el esfuerzo, se llama. Nada más peronista que eso. Premiar el trabajo. ¿Qué puede haber más peronista que premiar a los que trabajan todos los días y se rompen el alma? Nada. Nada más peronista que eso.” ¿Nadie más peronista que Pullaro, entonces?.
Las referencias a la caída en la tasa demográfica, la disminución de la natalidad y el envejecimiento de la población, tuvieron el doble objetivo de respaldar las reformas jubilatorias que no pudo aplicar Macri en 2017 pero que están aplicando Milei a nivel nacional, Pullaro en Santa Fe y Frigerio en Entre Ríos, por un lado, y de respaldar, por otro lado, la reforma educativa de Jorge Macri en CABA, que postula integrar a las empresas privadas a la escuela pública, y que tiene el objetivo de orientar la educación a formar trabajadores precarizados que sean un apéndice de las plataformas y la inteligencia artificial: “Necesitamos que la población económicamente activa aumente la productividad con valor agregado, con innovación tecnológica, para poder sostener a los mayores”.
En ese sentido postuló la necesidad de la “dualización” del nivel medio: “Un secundario para los que tengan continuidad universitaria, y un secundario para [los que tengan que estar] (…) preparados para afrontar el mundo del trabajo”. Es decir, por un lado, la educación ya no sería científica y universal, sino que habrá una escuela para pobres, “en donde el pibe desayune, almuerce y meriende, después a su casa” y otra parta la clase media. Evidentemente no se aspira a revertir de manera urgente la condición infrahumana a la que enormes masas de trabajadores se encuentran arrojados, sin poder garantizar el alimento para sus familias, sino que el sometimiento a los planes del gran capital financiero internacional deja en claro que esta situación será “la nueva normalidad”, para la cual el peronismo ya postula su “protocolo”.
Frente a este proyecto claro de gobierno en materia educativa y laboral, que se plantea como continuidad en la misma dirección del de Javier Milei, necesitamos construir una verdadera alternativa clasista. Ese es el objetivo con el que construimos nuestra agrupación Tendencia Docente Clasista en cada provincia en la que estamos presentes y a nivel nacional. Convocamos a la docencia a acercarse a nuestra agrupación y conocer nuestros planteos, para construir una educación socialista y derrotar los planes del capitalismo a escala mundial, que solo ofrecen un futuro de muerte y destrucción.