24 de Marzo: una movilización extraordinaria, balance y perspectivas

Escribe Comité Editorial

El miércoles de nuevo al Congreso y por una campaña contra el acuerdo colonial con el FMI.

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La movilización de este 24 de Marzo marcó un nuevo jalón en las manifestaciones populares contra el gobierno liberticida. Una marea humana tomó el centro de la ciudad; lo mismo ocurrió en todo el país. Todos los medios de comunicación admiten que fue una de las más masivas de los últimos años. Se inscribe en un largo hilo de marchas y demostraciones, desde la de abril del año pasado, contra la poda brutal del presupuesto de las Universidades, las ocupaciones de Facultades, la Marcha Antifascista del 1 de Febrero, y la escalada de movilizaciones por los reclamos de los jubilados, contra el malón policial.

El 24 de Marzo se ha convertido en una demostración única de conciencia política democrática, que se ha agudizado de cara a una camarilla gobernante de corte fascista. La masa más importante de la movilización estuvo representada por familias y grupos que encuentran en los aniversarios del golpe militar una oportunidad única de expresarse políticamente sin mediaciones. En el caso de la juventud, su presencia masiva refuta la especie de que se hubiera convertido en base del liberticismo; un cenáculo fascista sin asiento en la juventud está forzado a depender del apoyo condicionado e inestable del imperialismo internacional.

La calle se ha convertido en el sustituto de masas de las huelgas y acciones directas de los sindicatos, paralizados por la burocracia peronista y no peronista, y en la herramienta que impulsa a breve plazo una ola de luchas de la clase obrera.

La masividad de la convocatoria iluminó el patetismo del gobierno. En primer lugar, aquel de que no aplicaría el “protocolo antipiquetes”, tratando de hacer ganancia de una causa perdida. La policía, asomó, por supuesto, bajo la forma de infiltrados de civil.

Por otro lado, el gobierno publicó un video de 20 minutos protagonizado por el promotor de cripto estafas Agustín Laje, un energúmeno de la camarilla de Santiago Caputo. Para describir una “memoria completa”, Laje recurre a la muletilla de ´los dos demonios´ y a cuestionar la cifra de desaparecidos. Laje no inventa nada, pues repite la versión ´oficial´ de los partidos de ´la democracia’ y de los alegatos en el juicio a las Juntas, inscripta en el Nunca Más. El gobierno ha procurado obtener un efímero protagonismo al anunciar una ambigua desclasificación de archivos, que, de acuerdo a algunas versiones, buscaría comprometer al gobierno de Perón-Perón en el secuestro y muerte de militantes, orquestados por Osinde y López Rega a través de la triple A. Esta versión es seguramente falsa, simplemente porque los twiteros del gobierno impulsan algo parecido a aquella organización paraestatal y el mismo Santiago Caputo ha llamado a “hacer desaparecer” a los socialistas y a los que denomina “woke” (la versión de “progre” en inglés). Es cierto, sin embargo, que los Organismos de DD.HH. han desvinculado a los asesinatos anteriores al golpe del Nunca Más, en una condena a la lucha extraparlamentaria, y no solamente de grupos armados, contra gobiernos constitucionales. Pero la militarización de la cuenca del Paraná, a partir de 1974 y el Operativo Independencia, en 1975, han sido el prólogo del golpe y un instrumento para su éxito. El gobierno de Juan Perón, por otra parte, fue explícito en el apoyo al golpe y al gobierno de Pinochet, en 1973. En definitiva, la versión de los “dos demonios” apunta sólo a uno -a la oposición al gobierno de Perón y al golpe- donde la acción de las FF.AA. es justificada para asegurar la integridad del Estado, bajo una forma u otra. En definitivo, hubo sólo “excesos” y no “asesinos del Proceso”.

Los organizadores públicos u oficiales de la convocatoria -organismos de derechos humanos- leyeron un documento con denuncias al gobierno de Milei. El texto reclama la derogación del megadecreto 70/23 (que contiene la reforma laboral), la anulación del protocolo represivo de Bullrich y el rechazo al acuerdo, por decreto, con el FMI. No denuncia, sin embargo, la colaboración prestada por la burocracia sindical a la permanencia de esas medidas, ni la colaboración de los gobernadores peronistas con el gobierno y el ‘ajuste’, ni la nula movilización del pejotismo encabezado por los Kirchner (madre e hijo). Reivindica sí la necesidad de un paro general, ya declarado con anticipación por la burocracia, para el 10 de abril. Otro paro aislado, con una participación del transporte condicionada a un acuerdo en la paritaria de UTA.

Estas limitaciones políticas no son menores. Son, al revés, fundamentales porque hacen a una lucha efectiva y consecuente por los reclamos populares. Esto resalta el carácter pernicioso de cualquier acuerdo político con los convocantes oficiales, porque significaría, como ha ocurrido, un abandono de los métodos para desarrollar una lucha de masas que ponga fin a la ofensiva liberticida. Una marcha coincidente en tiempo y lugar, unificada, no debe convertirse en una marcha unitaria, pues ésta supone unidad de métodos y objetivos políticos. El FITU, principal promotor de ese ´acto unitario´, (con La Cámpora y la CGT), provocó un doble daño: primero, al buscar con ahínco (un mes entero), integrarse, o sea disolverse en la convocatoria oficial, e incluso llegar a un principio de acuerdo, y segundo, al romper ese acuerdo (con excepción del MST), y ofrecer alimento a la acusación de “divisionista”, que no demoraron con endilgarle sus adversarios decepcionados. El FITU, en su conjunto, ocultó a su militancia estas operaciones políticas –primero oportunistas (un frente político con el kirchnerismo), y segundo ‘sectarias’, o mejor autoproclamatorias. En el camino quedaron encajonadas las denuncias de que todos los partidos patronales presentes han gobernado en base a los intereses de la misma clase burguesa que prohijó a la dictadura, apoyó su gestión y colaboró con las desapariciones. El FITU se partió: un sector encabezado por el MST ingresó por Diagonal Sur, mientras que el resto del FITU y el Nuevo MAS, luego de haber ´consensuado´ y ‘desconsensuado’ la convocatoria ‘unitaria’ con los K, lo hizo por Avenida de Mayo, para leer ‘su’ documento en Plaza de Mayo.

Cuando la corriente kirchnerista denuncia al “poder económico” simplemente lo extorsiona (incluso en sentido literal, los Cuadernos de Centeno) para que la siga apoyando. CFK lo reunía en el Patio de las Palmeras de la Rosada y, por ejemplo, en 2013, lo llevó casi entero a Santa Cruz, para que no apoyaran a Massa contra su candidato, el lomense Martín Insaurralde. En los 15 años de gobiernos K se ensayaron todo tipo de variantes represivas –´brigada antipiquetes´, vallado en Plaza de Mayo, tercerización de la represión, Gendarmería, gatillo fácil, leyes antiterroristas, etc. El documento leído en la Plaza condena a los “autores políticos” del asesinato de Kosteki y Santillán”, sin señalar que fueron duhaldistas que se pasaron al Kkrchnerismo (Felipe Solá, Aníbal Fernández). Luego de su discurso en la Plaza, Estela de Carlotto declaró: "El gobierno no nos respeta, nos humilla, pero los votaron”.

Estas fueron las posiciones que sostuvo nuestro partido, Política Obrera, en todo el período preparatorio de la Marcha. Se distribuyeron miles de declaraciones y las consignas se multiplicaron en los cánticos y la agitación de la columna. Concluimos con un acto, centrado en las conclusiones que dejaba la Marcha: los acontecimientos que se avecinan exigen un fuerte partido de la clase obrera para asegurar la victoria. Ese partido será construido en el desarrollo de la crisis de conjunto del capitalismo mundial y, fundamentalmente, por una intervención decidida y consecuente en las luchas que van escalonando los trabajadores en Argentina e internacionalmente. Cerramos con un llamado a la participación activa en la marcha de los miércoles y una campaña para derrotar el acuerdo con el FMI en su conjunto.

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