Escribe Comisión Sindical de Política Obrera
Es así cuando no se para, como UTA y la Carne, y cuando los sindicatos no lo organizan.
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El paro general de la CGT contra el Gobierno ha tenido el día de hoy una adhesión dividida. Mientras que en algunos rubros de trabajo -fábricas y establecimientos educativos fue contundente- en varios rubros centrales como el Comercio y la Gastronomía la adhesión fue prácticamente nula. De conjunto, el paro no se inscribió como un episodio más de lucha y movilización popular contra el Gobierno, a pesar del repudio cada vez más generalizado de la clase obrera al Gobierno de Milei.
El paro tuvo entre sus principales banderas la defensa de “la industria nacional”. Se entiende que hasta que no se defienda la industria nacional, es inútil reclamar la precariedad laboral y contra los despidos y por la recuperación de los salarios. Se trata, entonces, para la CGT de un paro de la patronal, aunque ella misma lo aprovecha para impulsar mayores cesantías. Los capitanes de la industria han apoyado el programa de Milei-Caputo, en especial en cuanto al derecho laboral. Ahora, son los protagonistas de una escalada de despidos y cambios en el régimen laboral. El programa del paro incluyó un rechazo a las paritarias a la baja, las mismas que han sido firmada la mayor parte de los dirigentes de la CGT, en tanto que los restantes, como en la Siderurgia, arrastran los pies desde hace año y medio. En el sindicato de Sanidad, el secretario general de la CGT, Héctor Daer, acaba de firmar una paritaria trimestral de 5,2% para seis convenios, cuando sólo la inflación mensual de marzo amenaza con superar el 3%.
Un sector de la burocracia trabajó abiertamente contra el paro. El más relevante -la UTA- que usó el pretexto de una conciliación sectorial como excusa para carnerear un paro general. La Federación de la Carne utilizó la misma excusa para hacer lo mismo.
El paro se comunicó en los lugares de trabajo sin asambleas obreras, ni se adoptaron medidas de acción para garantizarlo. En vez de asambleas y piquetes, un rutinario comunicado. En donde se realizaron asambleas (Petroleros de Vaca Muerta) o plenarios de delegados (Alimentación) la adhesión al paro fue mayor. Incluso con este boicot de la burocracia de UTA, el paro fue total en el subte. Pararon los ferroviarios, la docencia bonaerense y camioneros. En la Salud la adhesión fue alta. En Aeronáuticos también, aunque algunas empresas como Flybondi funcionaron. En la UOM el paro es dividido: en las grandes siderúrgicas la adhesión al paro fue alta y en algunas de ella, total. Pero en las pequeñas y medianas empresas, la adhesión al paro fue prácticamente nula. En Pirelli se trabajó como en días normales. En Comercio, en Sanidad y en Gastronómicos, a pesar de la adhesión formal de los sindicatos, no hubo adhesión -en los lugares de trabajo las patronales ya tienen mecanismos como los descuentos compulsivos contra huelgas. En Granja Tres Arroyos de Concepción del Uruguay, el STIA ni convocó al paro. Lo mismo en Royal Canin. En Unilever la adhesión fue total en Hellmanns y en Knorr. En el Establecimiento las Marías, Corrientes, se trabajó normalmente. Lo mismo que en importantes industrias del interior del país. En los establecimientos mineros de la Puna, vinculados a la extracción de litio, no se paró, ni siquiera entre los que están en la Construcción.
En ninguna de las plantas del Grupo Arcor -uno de los estandartes de la “industria nacional”- hubo adhesión al paro. En paros anteriores, la patronal descontó las horas, los premios y cortó las horas extras. El gremio de la Alimentación directamente no convocó a asambleas para luchar por la adhesión de los trabajadores.
El paro nacional de la CGT fue convocado como un paro dominguero. La movilización del miércoles “en apoyo a los jubilados” fue circunscripta a los aparatos de los sindicatos.
El paro fracturado y rutinario de la CGT demuestra que la burocracia sindical no es un canal para la lucha de los trabajadores contra el Gobierno más antiobrero de la historia. La clase obrera tendrá que continuar en la construcción de sus propios canales -coordinadoras y autoconvocatorias- de lucha para organizar una huelga general.