Acuerdo con el FMI: no es un rescate, es un saqueo

Escribe Jorge Altamira

Devaluación con cepo, más un ajuste feroz.

Acuerdo con el FMI: no es un rescate, es un saqueo

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El Fondo Monetario Internacional descerrajó sobre Argentina un paquete de 20 mil millones de dólares para detener una corrida cambiaria que se ha llevado hasta el momento mucho menos: sólo la cuarta parte de ese monto. Aunque los pontífices de la oposición liberal, e incluso de la ‘libertaria’, alegaran que esa corrida estaba vaciando los encajes en dólares en poder de los bancos, unos 12 mil millones de dólares, la suma entregada es exorbitante para un país que le debe al Fondo 45 mil millones de dólares desde hace seis años y paga intereses 50% mayores a los de la tasa internacional. Encima de este socorro, el Banco Mundial y el BID han ofrecido 4 mil millones de dólares más y China renovó el canje de monedas con el Banco Central. El moño de esta operación se cerrará el lunes con la visita de apoyo al gobierno del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, cuando en Washington se desarrolla un derrumbe real y contante del mercado de deuda pública que se encuentra bajo la supervisión de este funcionario. Antes del anuncio del acuerdo, había circulado con firmeza la versión de que Trump y Bessent recurrirían a las reservas monetarias del Tesoro para rescatar a Milei, como lo había hecho Clinton, excepcionalmente, en 1995, con México, por 50 mil millones de dólares. El FMI ha venido a socorrer a una economía en llamas. El préstamo a Argentina, sin embargo, no va en cabeza del Banco Central sino del Tesoro. Las reservas que acumule el Central no irán al pago de la deuda. Será el contribuyente de a pie quien deberá pagar las garantías al capital, o sea, el seguro de cambio para toda la clase capitalista.

La liberación del mercado cambiario para justificar esta enésima operación financiera no corresponde a la realidad: el ‘cepo’ sigue. Los importadores no recibirán los dólares necesarios para la compra, sino bonos del Banco Central. Las empresas y bancos podrán girar intereses y dividendos de aquí en más. Lo acumulado hasta seguirá haciendo fila por decenas de miles de millones de dólares, que suman más que lo que ofrece el FMI. El punto fundamental, la deuda pública en pesos del Tesoro de Argentina, equivalente a unos 250 mil millones de dólares, siguen sin la opción de transformarse en dólares, para que sigan obligadas a aceptar los refinanciamientos periódicos que realiza Caputo y no hagan saltar por los aires el tipo de cambio. La vigencia de estas restricciones está diciendo que seguirá habiendo un mercado de divisas paralelo, no importa lo que haga el gobierno para sujetar el nuevo dólar oficial. Argentina sigue parada en el mismo lugar de una crisis financiera, pero con una deuda considerablemente mayor. Por de pronto, los dólares que llegan deberán atender enseguida, en junio, el pago de un vencimiento por 4.800 millones de dólares por la cuota de capital y los intereses.

En estas condiciones ‘incendiarias’, el discurso oficial vuelve a sus expectativas por la exportación de soja y de combustibles, pero ahora con un peso devaluado. Acerca de esto sólo se puede decir lo siguiente: el precio de la soja ya no es el que ‘supimos conseguir”, en especial porque China ha sancionado a las exportaciones de Estados Unidos. Trump replicó que subsidiará el uso de aceite de soja para bío-combustibles, lo que solamente cambia el rubro que será afectado por la sobre producción, con el agravante de que tira hacia abajo el precio de la nafta que se combina para el transporte. La OPEP, el organismo que agrupa a los estados petroleros y Rusia, acaba de anunciar un aumento general de la producción. Con independencia de lo que termine ocurriendo en mercados hiper volátiles, los exportadores de Argentina pueden dejar en el exterior todo el dinero que no necesitan para financiar las nuevas siembras y acarreos, o el capital de trabajo.

El FMI festeja este nuevo nudo al aumento de la deuda de Argentina, con la noticia de que el país crecerá un 5.5% en 2025, sin el menor sonrojo por la manipulación estadística. Despojada de ella, una tasa optimista de crecimiento no pasa del 2.5% anual. Uno de los grandes aportistas a este aumento del PBI es el sector financiero, que participa en un 20 por ciento, y las mineras, petroleras y el agro. La llamada distribución “desigual” del crecimiento deja en la lona a la industria y a los servicios de consumo. La ‘patria financiera’ celebra el acuerdo, que refuerza el empobrecimiento de la población trabajadora.

El acuerdo prevé que el superávit fiscal pasará del 1.3 al 1.6% del PBI. Acá el truco es más sanguinario. Lo que importa es conocer su valor en dólares, en momentos en que se devalúa el peso, porque el pago de los intereses de la deuda externa se hace en la moneda norteamericana. Lo que están diciendo es que se propone reforzar el ajuste, con más golpes al sistema jubilatorio. Para tapar la situación de emergencia, el acuerdo establece reformas impositivas en perjuicio del reparto nacional de los ingresos, que obligan al autofinanciamiento de las provincias. Este intento de redistribución negativa de impuestos, cuyo objetivo es que el estado nacional pueda pagar la deuda pública, va más allá de las posibilidades políticas de Milei. Habrá que seguir a la Constituyente que se elige hoy en Santa Fe, para ver cuán avanzado se encuentra este propósito.

El gobierno de economistas insiste en que, más que nunca, tiene ahora más dólares que los necesarios para comprar toda la base monetaria en pesos. Sin embargo, hace lo contrario, devalúa, cuando debiera revalorizar la moneda nacional. Pero para que los dólares en manos del público se conviertan en dinero real, deben crearse las condiciones para su circulación – una operación política de alto riesgo. Tendría que dolarizar la deuda en pesos, que es casi diez veces las reservas internacionales. Como, por otra parte, no se podría emparejar una conversión de la base monetaria, esa conversión no suprimiría sino que acentuaría los desniveles de productividad entre Argentina y el mercado mundial. En este mismo mercado mundial, el dólar se encuentra jaqueado como reserva de valor, como lo muestra la huida de la deuda pública de Estados Unidos y la del dólar hacia el oro u otros sustitutos temporarios.

Bessent viene a bendecir el acuerdo y a hacer negocios. El secretario de Trump reclama que Milei y Caputo rompan relaciones comerciales con China, el segundo mercado de Argentina y el primero en inversiones. También reclama la apertura de la importaciones de medicamentos para quebrar a la industria local. Pfizer va por la conquista del planeta, como mostró en la pandemia. Una Argentina arrastrada a la guerra comercial y financiera, terminará en la crisis más grande de la historia nacional.

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