Eliminación del cepo con gusto a poco para las patronales agrarias

Escribe Lucas Giannetti

Eliminación del cepo con gusto a poco para las patronales agrarias

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En enero pasado, el gobierno nacional, a través del ministro de Economía Luis Caputo, anunció las bajas temporarias de los derechos de exportación (retenciones), una medida ampliamente reclamada por los productores agropecuarios como consecuencia del retraso cambiario. En su momento, Caputo presentó la medida como un cumplimiento de las promesas de campaña. Pero los farmers pampeanos deberían saber que las campañas electorales en el marco del estado burgués son campañas de engaño. La resolución tomada por el tándem Milei-Caputo en la temporada estival estuvo ligada a la sequía de divisas extranjeras de las arcas del Banco Central. Hay que señalar que durante el 2024 las bases agrarias comenzaron a discutir llevar adelante acciones directas ante la falta de respuestas del gobierno a los pedidos sectoriales. Fue la Mesa de Enlace, con Nicolás Pino a la cabeza, la que intercedió para que los tractorazos y asambleas con cortes de rutas no sean una postal para el gobierno liberticida.

En su raid mediático luego del levantamiento del cepo cambiario, en una entrevista con Luis Majul, Milei les recomendó a los productores que liquiden lo que aún tienen acopiado en los silos, porque le 30 de junio les vuelve a subir las retenciones (33 % para la soja y del 12 % para los cereales), recalentando nuevamente la relación con el sector. El mismo día, pero con Alejandro Fantino, aseveró que “el campo debería estar agradecido que le eliminamos el cepo. No hay más brecha”. En el mismo fragmento de la nota, Milei develó los por qué de la medida tomada en enero pasado: “yo tengo un quilombo fiscal, ¿no? Entonces para tirarle un hueso al campo, ¿qué hice? (...) bajo (las retenciones) transitoriamente ¿Y alguna vez dije que no fueran transitorias?”.

Milei se ufana de haber terminado, con lo que él considera la principal demanda del sector: la brecha cambiaria. El portal especializado Bichos de Campo asegura que “(...) la brecha sí que era un problema, es cierto. Pero especialmente para los dueños de los campos que cobraban el alquiler en quintales de soja y luego no podían pasarse a dólares (o perdían mucho dinero en el camino) y para productores de granos que tenían también insumos que cotizaban al dólar financiero. Era un problema, sí. Pero no el único. Y para muchos otros actores del negocio, no el más grave” (15/04/2025).

Al igual que la baja temporaria de las retenciones, el levantamiento del cepo tiene gusto a poco para las patronales agrarias, ya que “el acuerdo no quitó la totalidad del cepo (...) y el rango de flotación del dólar se estableció en valores insuficiente para los exportadores”. Todo indica que la presión devaluatoria de los productores se va a mantener, más aún cuando el acuerdo con el FMI está atado a una “acumulación de reservas” por medio de una depreciación del peso.

El lobista del sector y editorialista de la sección Clarín Rural, Héctor Huergo, señala que la exhortación a liquidar antes del 30 de junio “tiene un claro efecto bajista”, en momentos que se comienza a levantar la cosecha. Huergo señala que “los precios mejoraron algo en pesos, por mejora del tipo de cambio. Pero bajaron en dólares. Todos pierden: chacareros, gobierno y sociedad”. Esto se da en un contexto de depreciación del precio de la soja a nivel internacional y de las materias primas en general, condicionada por la guerra comercial agudizada por el arancelazo de Trump quien confirmó, por medio del USDA (Departamento de Agricultura de EE. UU), los montos de los subsidios que recibirán los productores agrícolas bajo el programa de emergencia correspondiente a la campaña 2024, aumentando las desventajas de las patronales agrarias de la Argentina.

En el campo se conjugan las contradicciones insalvables del plan económico de Milei–Caputo digitado por el FMI, que no sólo pone a la Argentina como un botín en el marco de la guerra comercial, sino que también agudiza los choques entre los bloques capitalistas que, en última instancia, mantiene como pato de la boda a los trabajadores y jubilados, sobre los que recae el grueso del ajuste libertario.

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