Milei en Neura: el perro y “la cosa”

Escribe Patricia Urones

Acerca del supuesto amor por las mascotas del dúo de fascistas.

Milei en Neura: el perro y “la cosa”

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En el día de ayer, el presidente Javier Milei y la secretaria general de la presidencia, Karina Milei, brindaron una entrevista en un programa del Streaming Neura, “El troncal de las mascotas”. Llevaron al programa a sus respectivos perros e hicieron un “aporte” a la colecta que se estaba llevando a adelante para ayudar a dos refugios de perros que, juntos, sumaban el hospedaje de 800 animales. Ninguno de los medios que abordó el tema destacó un aspecto central de la entrevista, que tuvo como objetivo presentar al presidente y su hermana como dos “amantes de los animales”, a saber, que esta imagen operaba como taparrabos de un fascismo visceral. Visiblemente disgustados con el periodista entrevistador, que trató, cariñosamente, al perro de “cosa”, la hermana del presidente relató que, en una reunión que organizaba la asunción del presidente, echó a un asesor por tratar al perro de “cosa”. “Lo echamos, nunca más volvió”, reafirmaba regocijándose.

El tropezón del entrevistador puso de manifiesto una característica muy común de los fascistas: justificar su odio a las masas enalteciendo rasgos de amor por los “animales”. Pero no por los animales en general. Milei donó un millón de pesos en una colecta que pretendía colaborar con 800 perros. Es sabido los altos costos que enfrentan los refugios de animales, que deben cubrir atención veterinaria (vacunas y atención regular) mantenimiento de infraestructura y logística, y alimentos. El “millón” suena más a una chirola que a una colaboración, por parte de alguien que se hace llamar “amante de los animales”, y de la condición social de ambos. De todos modos, la cuestión de la población animal y su salud no debe ser una cuestión de caridad. Son problemas políticos que deben ser abordados desde la “cosa pública”. Argentina es uno de los países con las tasas más altas de población de mascotas (perros y gatos). Esta “novedad” ya comienza a ser abordada por los censos de población y merece una seria discusión en torno de las temáticas sanitaria, ambiental y ética. Sin embargo, nada fue planteado acerca de la responsabilidad pública en la instalación de Hospitales Veterinarios, vacunación gratuita y campañas de castración. Todo esto fue absolutamente dejado de lado. La afirmación de que “los Milei” son amantes de los animales, no resiste el menor análisis: el gobierno ha desmantelado o está en camino de hacerlo, toda la legislación existente sobre conservación de ecosistemas, que son el hábitat natural de todas las especies animales. La ampliación de Vaca Muerta en el sur, o la producción de la megaminería y de la extracción de Litio, han sido ampliamente beneficiadas con un RIGI que flexibiliza cualquier mínima regulación de los monopolios en el (mal) uso del agua, que alimenta humanos y animales. Esto dicho con total independencia de las limitaciones de la legislación de marras respecto de su efectividad en la regulación de la voracidad del capital. Los derrames petroleros han destruido miles de especies marinas y han inutilizado dichas aguas para su reproducción. No exageramos al decir que la política internacional de apoyo a la OTAN, remarcada por Milei en la entrevista, embarcada en una guerra en Europa y Oriente, tiene como una de las patas de su desastre al medio ambiente y los animales. Las organizaciones de defensa de los derechos animales ya denuncian los estragos hechos por los bombardeos y las prácticas de los ejércitos en la armonía de los ecosistemas de estas zonas geográficas.

El “amor por los perros”, entiende el periodista, indica que los hermanos son “buenas personas” … Hitler, amaba a los perros, SUS perros, lo que no le impidió llevar a adelante la política de exterminio de judíos. Mientras tiraba palos a sus ovejeros, el nazismo concretó la matanza de millones de judíos en las cámaras de gas. El nazismo promovió en la especie canina la misma política que con los seres humanos: la búsqueda de la pureza de la raza. Hitler es conocido por su amor por el Ovejero Alemán, una raza creada y utilizada fundamentalmente por el aparato represivo del Estado por su instinto territorial, lo que lo hace profundamente desconfiado de cualquier elemento ajeno a su “amo”, el personal de infantería que lo porta. Para probar que su devoción mascotera no tiene nada que ver con su condición de “buena persona”, Karina Milei aclaró que este amor por el perro no le impidió “echar a la calle” a una persona. No se trata aquí de una medida (la de la secretaria) “desproporcionada”, en todo caso bastaba con llamar la atención sobre las formas despectivas. Éstas son las proporciones de un gobierno que desprecia al mundo del trabajo y que propagandiza la cosificación del mismo, o su deshumanización. Da lo mismo que tengan trabajo o no. El trabajo, la fuente del sustento y de la vida y la reproducción del trabajador y su familia, son algo que el patrón puede dar o quitar a gusto y piacere, y no un derecho, el único derecho que los explotados tienen en el régimen capitalista. La cosificación de los explotados fue la característica fundamental de la ideología de las sociedades esclavistas, en donde el esclavo era una herramienta más. Pero mientras aquellos amos tenían la responsabilidad de mantener alimentadas a sus posesiones, en la actualidad, el capital propone el exterminio de culturas enteras para sobrevivir él mismo. En Argentina, esta barbarie adquiere la forma de la motosierra contra lo más simbólico de la vida de los trabajadores, el ataque a la salud pública, en favor de un reducido grupo de la gran burguesía, que fuga sus capitales a paraísos fiscales y los quema en la timba financiera.

El ataque de los hermanos Milei no es un dislate. El mismo Presidente afirmó en la entrevista que para aplicar el ajuste debía tener controladas las calles. El crecimiento abismal de la pobreza y la miseria de los trabajadores debe sostenerse a fuerza de represión, cárcel y bala. El relato de marras fue un paréntesis de un minuto en el medio de un diálogo en donde el liberticida degradó a la condición de “mierda” a los periodistas. Es que la censura es otra pata fundamental junto a la represión a la clase obrera, a la que se pretende degradar a la condición de “cosa”. La condición de “mierda” no fue solo para el periodismo: el liberticida se refirió a los zurdos, es decir, a la vanguardia política de la clase. Es el método de la propaganda fascista, el enaltecimiento de la figura personal, de sus supuestas virtudes y la degradación de la clase obrera y de su vanguardia política.

El espectáculo “mascotero” pudo haber engañado a algún “amante de las mascotas” distraído. Pero la defensa de la salud y el bienestar animal nunca puede venir de una corriente que promueve el exterminio, la miseria y la pobreza de la clase obrera, lo que significa, por ser esta clase, la clase mayoritaria, la degradación de la dignidad de la especie humana.

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