La Corte Suprema de Justicia anuló la condena al cura abusador Illaraz

Escribe Alejandra del Castillo

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La semana pasada se conoció el fallo de los jueces Rosatti, Rosenkrantz y Lorenzetti que anula la condena del ex cura Illarz a 25 años de prisión por el abuso de menores y corrupción de menores. Bajo el argumento que los delitos cometidos habían prescripto al momento de ser denunciados, Illaraz fue sobreseído.

El ex cura Illaraz fue denunciado, en 2012, por siete ex seminaristas quienes, entre 1988 y 1992, sufrieron sus abusos. Valiéndose de su función de prefecto de disciplina y guía espiritual en el Seminario Nuestra Señora del Cenáculo de Paraná perpetró los ataques.

Si bien la denuncia judicial se hizo en 2012, ya había sido acusado en la propia iglesia por seminaristas menores en 1993 y una investigación interna en 1995 dio por probados tres casos de abuso. Este proceso diocesano, a cargo del entonces arzobispo de Paraná, Estanislao Karlic, se realizó en secreto y las autoridades eclesiásticas no trasladaron los resultados a la justicia penal.

Si bien Illaraz fue separado de su cargo, fue trasladado a una iglesia tucumana, la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, de la ciudad de Monteros. Allí estuvo durante 17 años hasta que las denuncias de abuso fueron reveladas por un medio entrerriano y la causa se activó.

El caso llegó al propio Vaticano en 1997, como lo prueba una carta dirigida al Tribunal Eclesiástico de dicha instancia donde el cura confiesa y reconoce los abusos. Sin embargo, recién en diciembre de 2024 el papa Francisco lo expulsó del clero.

El argumento de la Corte Suprema de la prescripción de los hechos denunciados, en tanto el Código Penal prevé el lapso de 12 años como límite máximo para la prescripción de la acción de los delitos tratados en la causa e Ilarraz fue sometido a proceso y condenado por hechos ocurridos más de 19 años antes de la presentación de la denuncia penal y 32 años antes del dictado de la presente sentencia, pasa por alto que las denuncias están desde 1993 y que la Iglesia las ocultó.

La anulación de la condena a Illaraz es de impunidad para él, pero también –fundamentalmente- para la Iglesia y el Vaticano, al quedar absueltos del ocultamiento de pruebas y la protección abusadores.

Los supremos cortesanos muestran una vez más su carácter reaccionario y que están al servicio de la Iglesia protectora de curas pedófilos y abusadores.

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