Escribe Juan Ferro
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El anunciado paro de pilotos del próximo sábado no se cumplirá, a pesar de que el mismo fue ratificado en una asamblea general. El “ultra anti Milei” de Pablo Biro (secretario general del sindicato) acató sin consulta a la base del gremio la conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo, cuando había amenazado con desconocerla.
Los motivos para la realización de un paro son contundentes. El 4 de junio pasado, el Gobierno publicó el DNU 378/2025 que eleva los tiempos máximos de vuelo y reduce los períodos de descanso para pilotos, copilotos, tripulantes de cabina y comisarios de a bordo. Además, la nueva reglamentación del Código Aeronáutico señala que las horas máximas de vuelo pasarán de 8 a 10 diarias y de 800 a 1.000 anuales. En cuanto al descanso semanal, se ajusta a 30 horas, como en Estados Unidos, cuando antes era de 36. Las vacaciones se estipulan en 15 días corridos, y se elimina el esquema anterior que permitía acumular hasta 45 días.
Además, ya no se consideraría como parte del servicio el tiempo de traslado ni la espera previa al vuelo. Todo configura un ataque en regla contra las actuales condiciones de trabajo. La política general del gobierno de Milei es similar a la previa de la privatización de los ferrocarriles. El corazón de esta estrategia es el achique de personal, el achique de destinos y el retaceo criminal de la compra de repuestos y el deterioro del mantenimiento intensivo de los aviones. Aerolíneas, que contaba con el mejor protocolo de mantenimiento del país, está al borde de que en algún momento se produzca una catástrofe. Los pilotos son los más conscientes de esta situación, pues conocen perfectamente el correcto funcionamiento de los aviones y no quieren que se produzca una nueva LAPA.
El gobierno está aplicando de hecho una reforma laboral inmensa, que afecta no sólo las condiciones laborales de las tripulaciones sino el funcionamiento mismo de los aviones. Es más necesaria que nunca en Aerolíneas una comisión de seguridad elegida en asamblea con veto para parar aquellos aviones que no están en las condiciones óptimas para salir.
La conciliación obligatoria solo dilata el conflicto y desanima a los trabajadores. El conjunto de los gremios de Aeronáuticos debería estar en estado de asamblea para recuperar sus condiciones laborales y exigir el mantenimiento adecuado, pues estamos al borde de un problema gravísimo, que es la posible caída de un avión, de la cual después sólo harán responsables a los trabajadores.