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Recientemente los medios de comunicación titularon que “6 de cada 10 chicos de primaria dicen haber sufrido alguna agresión de sus compañeros” (Infobae, Perfil, Clarín y otros; 25/07). Esta afirmación se desprende del informe difundido por la ONG Argentinos por la Educación (AxE). El objetivo declarado del estudio apunta a promover “la construcción de ambientes escolares seguros e inclusivos, entendiendo que garantizar un buen clima de convivencia es condición necesaria para lograr una educación de calidad para todos y todas”. Se establece, de esta manera, una relación directa entre las condiciones de convivencia y el desempeño escolar. El informe desconsidera las condiciones de vida con las que llegan al aula docentes y estudiantes; ni siquiera se interroga por las condiciones de trabajo, ni por los recursos e infraestructura que ofrecen los establecimientos.
Es paradójico que el informe y su difusión se centraran en los problemas de convivencia, cuando entre sus datos se destaca que entre los estudiantes “el 99% tiene amigas y amigos, el 96% se siente bien al ir a la escuela, el 94% se siente cómodo con el personal docente y no docente, y más del 90% expresa que la escuela es un lugar donde siente contención, apoyo y ayuda”. A partir de estos resultados, ¿por qué colocar el foco en el denominado “bullying” u hostigamiento escolar como elemento que afecta el desempeño escolar? En el relevamiento los estudiantes mencionan una amplia variedad de razones por las que han sufrido discriminación; entre los motivos más frecuentes se encuentran “los aspectos físicos (13%), intereses y gustos personales (11%) y orientación sexual, identidad o expresión de género (9%)”; porcentajes menores en relación a lo que se expresó, en el mismo informe, como consideraciones positivas en la escuela. Pero es relevante detenerse en que “un 17% declara haber sufrido discriminación por otros motivos”, una categoría que no despierta el interrogante de la ONG para determinar cuáles son esos motivos. Es directamente desconsiderado del análisis.
El informe menciona que “se intensificaron las manifestaciones de malestar” donde los estudiantes que dijeron sentirse solos pasaron “del 19% en 2016 al 36% en 2023”, mientras que aquellos que mencionaron sentimientos de incomodidad o fuera de lugar “aumentaron del 30% al 40%”, comparación realizada entre los datos que surgen del primer informe (2016) y el último (2023). Es llamativo que a esta ONG ni se le ocurra mencionar que entre los datos disponibles medió la pandemia, las cuarentenas sin cuidados ni asistencia social a los trabajadores, pero sí a los grandes capitales.
En los últimos años ha crecido, en todo el mundo, el sentimiento de soledad. La OMS manifestaba, en 2024, que "uno de cada siete jóvenes de entre 10 y 19 años padece algún tipo de trastorno mental" y que "se calcula que el 4,4% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 5,5% de los de 15 a 19 años sufre un trastorno de ansiedad, y que el 1,4% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 3,2% de los de 15 a 19 años padecen depresión". Un nuevo informe de 2025 también de la OMS revela que el 21% de los adolescentes de entre 13 y 19 años se ven afectados por la soledad (Chequeado, julio 2025). Frente a este panorama los organismos estatales de contención, de acompañamiento y defensa de los derechos de niños, niñas y adolescentes se encuentran desfinanciados, carentes de personal y desbordados por las solicitudes que realizan las escuelas, sin distinción del tipo de gestión (sea estatal o privada).
Con todo lo dicho, cuando se les pregunta sobre qué respuestas brinda la escuela, un 87 % menciona el “diálogo directo entre docentes, profesores, directivos y estudiantes”; “los canales de comunicación con las familias” un 52 %; “las charlas o talleres reflexivos con un 28%”. En menor medidas se encuentran “la aplicación de sanciones (12%)”; el “abordaje en los espacios de participación (11%)”; “la intervención del equipo de orientación escolar (11%)” y “la realización de actividades reparadoras, colaborativas o comunitarias (11%)”. En sus conclusiones afirman que las situaciones de violencia “lejos de ser casos aislados” son las que “configuran una dinámica cotidiana en la vida escolar” y que las instituciones escolares “suele responder de manera tradicional” y que esto no permite abordar “las causas profundas de los problemas de convivencia”. Sugieren, entonces, cinco enfoques principales: “(i) fortalecer habilidades para la vida, (ii) generar conocimiento y sensibilización, (iii) brindar apoyo psicosocial, (iv) capacitar al personal escolar y (v) promover un enfoque integral de toda la escuela (whole-school approach)”.
La propuesta de AxE para resolver el problema de la violencia en los marcos escolares es, apelar a otra ONG, Raising Voices, de Uganda; también instan a “implementar intervenciones socioemocionales y enseñar habilidades para la vida desde la currícula”.
AxE es una ONG que está integrada por distintos académicos jóvenes y asesorada por exministros entre los que encontramos a Andrés Delich, Mariano Narodowski, Horacio Sanguinetti y Susana Decibe; quienes fueron responsables políticos de desfinanciar la educación de gestión estatal, promover la educación de gestión privada y sostener una política educativa de precarización docente, incrementando las tareas, la carga horaria, afectando negativamente el salario y descalificando los contenidos y los modos de enseñanza. Los responsables de la degradación educativa, desde una ONG se muestran preocupados y hacen aportes. Esta ONG está financiada por Fundación Noble, por EPEA (red de instituciones educativas privadas), Bunge y Born, Fundación PAMPA, Fundación UOCRA y el Consudec (el organismo oficial de la Iglesia), entre otras.
El 24 de abril de 2025, Infobae informaba en un extenso artículo “que el clima escolar es uno de los factores más determinantes del rendimiento escolar". Tomando un informe realizado por esta misma ONG se afirmaba que “el contexto no es destino” a los fines de centrar el foco en la escuela como responsable de la posibilidad de la movilidad social. Según dicha nota sobre el estudio de aquel entonces los factores que fortalecen “los aprendizajes en contextos adversos” son “el clima escolar, la antigüedad del director, el tiempo efectivo de clase y la formación docente” (Infobae, 24/4).
Como se observa, los factores que se deben cuestionar y ajustar son los que afectan directamente al trabajador docente: su tiempo de trabajo, lo que implica una reorganización del régimen académico, del convenio colectivo y del estatuto docente; la alteración de la currícula, con el alcance de echar docentes y reducir contenidos disciplinares. Estamos, entonces, ante una campaña que busca que las ONG acompañen las políticas de desfinanciamiento del gobierno liberticida. Nada novedoso como política de las ONG, las que se autodesignan como organizaciones sociales o movimientos de carácter privado, independientes de los poderes públicos y de los partidos políticos, diciendo que actúan por el bien social y sin fines de lucro. Ofrecen la idea de que son organizaciones benefactoras conformadas por personas caritativas dedicadas a brindar asistencia humanitaria, aliviar el sufrimiento de los pobres y/o de las comunidades populares. El financiamiento de estas organizaciones por poderosas empresas industriales y banqueros transnacionales, así como fundaciones internacionales, logra establecer una red global de financiamientos y de políticas que tiene, en el centro, el ataque a la organización de los trabajadores (sindicatos). Ofrecen la perspectiva de iniciativas privadas y de programas de autoayuda. En estos marcos las ONG actúan como el brazo político e ideológico del gran capital aportando en la reorganización económica y social del país.
El ámbito escolar no puede, en tanto institución social anclada en una sociedad de explotación, superar una relación social que lo constituye. Por el contrario, el ámbito escolar, por momentos, la refuerza al estimular valores que se consideran relevantes socialmente. El desempeño escolar en el presente se mide tomando en consideración la denominada trayectoria individual, no como resultado y combinación de diversos elementos grupales que promueven o dificultan el aprendizaje del estudiante, sino que se insta a respetar y acompañar cada trayectoria educativa, por lo que la escuela le debe proporcionar una diversidad de instrumentos para que esto suceda, una ampliación de dispositivos de adecuación de contenidos, que lo simplifican hasta lo mínimo.
Cuando hablamos de maltrato ¿qué es lo que se ataca? En primera instancia aquello que el cuerpo muestra; como se observa de las respuestas del informe, entre “los motivos más frecuentes se encuentran los aspectos físicos, intereses y gustos personales y orientación sexual”, es decir que se ataca lo observable. Pero dentro del aula también se hostiga a aquel que no se calla, a aquel que reclama por lo que aún falta (es el nerd, el traga, el buchón). Existe un común denominador en ese punto de ataque. Tanto quien presenta un aspecto físico no acorde con lo normal, como aquel que no acepta lo existente ponen de relieve lo que aún no se garantiza. El hostigado aparece como el responsable de las circunstancias que le tocaron en suerte o de aquellas circunstancias que él pone de relieve con un fin cuestionador. El hostigado hace visible la falta, la fisura en la narrativa del supuesto orden con sentido que la norma pretende establecer. El hostigado comunica la falla en el cuerpo individual y, también, la falla en el cuerpo social. Las personas se comportan (predominantemente) según las cualidades de su entorno, que siempre es más amplio que un espacio áulico o escolar.
El accionar del hostigamiento, o de la violencia en el marco escolar, afianza la fragmentación, la sospecha y la incertidumbre entre los participantes quedando intactas las relaciones que llevaron a la manifestación de la violencia. Es por esto que el acto de violencia de la prepotencia y la denigración se vuelve una herramienta de la opresión, del afianzamiento de la desigualdad, de la estimulación del temor y la obediencia. Por tal motivo es esperable que un clima escolar donde predomine el hostigamiento afecte el desempeño escolar.
Ningún instrumento construido para abordar la problemática de la violencia en el ámbito educativo, hasta el momento, puso en cuestionamiento las políticas educativas, ni las políticas de Estado que conllevan a desarrollar los modos en que se vive la vida. Es decir, no vinculan al ámbito educativo con la realidad social y política que condiciona los modos de existencia. No vinculan, tampoco, que el docente personifica no sólo las relaciones sociales e históricas, sino también los programas y los contenidos académicos. Si estos se degradan para favorecer el mercado de trabajo, también se degrada el rol del docente; si se desvalorizan los contenidos, también se desvaloriza el lugar del conocimiento que expresa, de un modo u otro, la figura del docente.
El recorte que AxE hace de la convivencia escolar está en los marcos de una campaña que ataca a la educación. Se trata de una campaña centrada en poner en cuestionamiento el régimen educativo vigente, que ya se encuentra dañado. El proceso de desgarramiento social provocado por las dinámicas del capital hace su trabajo silencioso, pero sostenido. La organización de la docencia para mejorar sus condiciones de desempeño, la calidad de la enseñanza y garantizar una escolaridad digna sólo podrá realizarse en un entrelazamiento con un programa socialista, que aborde de manera integral a quienes participan de la actividad educativa.
