Escribe Julio Gudiño
La patronal y el Estado son responsables.
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En agosto pasado, se produjo una nueva muerte obrera en el municipio de Santo André en una de las cuatro plantas industriales que tiene Bridgestone Brasil. El compañero Daniel Saraiva, de 37 años de edad, perdió la vida mientras trabajaba sobre una máquina en banbury, el sector más insalubre de toda la industria. Sus compañeros denuncian que habían hecho innumerables informes sobre el mal funcionamiento de la máquina en la cual estaba trabajando Saraiva y que los mismos fueron elevados a la gerencia y a las autoridades del Ministerio de Trabajo y Empleo, en tiempo y forma. Sin embargo, los trabajadores eran obligados a seguir trabajando en esas máquinas. En las redes sociales, extrabajadores de Bridgestone denuncian que la “huelga de inversiones” es la causa de las pésimas condiciones de seguridad e higiene y, a su vez, de los accidentes de trabajo. Al respecto, un trabajador afirma: “Trabajé durante años en esta empresa, y los accidentes, o 'incidentes', como les gusta llamarlos para evitar demandas, ocurren a diario. La empresa es grande y conocida, pero, aun así, gran parte de la maquinaria está en mal estado. El ambiente no es agradable. Se trabaja bajo presión a diario. Cuando hay mucha actividad y las máquinas no se pueden detener, los gerentes ni siquiera piensan en la seguridad ni en el EPI. Si un trabajador dice algo al respecto, es amonestado” (wsws.org, 04-/09).
El afán por producir sin parar llevó a la gerencia de la empresa a tomar la decisión criminal de obligar a los trabajadores a seguir trabajando con la fábrica bajo el agua, en el contexto de un fuerte temporal, “a pesar de que el suelo era una plataforma metálica y las máquinas eran eléctricas. No podíamos dejar de trabajar porque teníamos que mantener las máquinas en funcionamiento”. La consecuencia de este desprecio por la vida de los trabajadores es la repetición de los “incidentes”, muchos de los cuales son mortales como ocurriera en 2014 y 2015.
En 2023, en la misma planta en la que perdió la vida Saraiva, la patronal de Bridgestone produjo 700 despidos en el marco de “un proceso continuo de evaluación del negocio y el mercado para asegurar la competitividad y determinar la mejor asignación de recursos, optimizando la cartera, procesos y cultura para seguir atendiendo las necesidades del consumidor y el mercado" (Diarionorte.com, 08/05). En criollo, la patronal despidió a un tercio de la fuerza de trabajo e implementó un plan de hostigamiento y presión constante sobre los trabajadores para que produzcan más, pero con 700 obreros menos.
La voracidad por el afán de lucro de las patronales no tiene límites ni fronteras. Efectivamente, Bridgestone Argentina también emprendió una política de despidos masivos y todo tipo de presiones para aumentar la productividad del trabajo que produce “accidentes” de trabajo a repetición, como el ocurrido en agosto de 2024 en Llavallol en el sector de vulcanizado, previa reducción del personal (Politicaobrera.com, 13/08).
Por su parte, el SINTRABOR (Sindicato de Trabajadores del Caucho) se hizo presente en puerta de fábrica y en una improvisada asamblea informativa exigió “una investigación y justicia en el caso” e indicó “a los trabajadores a suspender sus labores (sin faltar un solo día) el día de la muerte del trabajador”, sin dar ninguna continuidad a las medidas anunciadas para derrotar la presión que ejerce la patronal sobre los trabajadores con el fin de aumentar la productividad y, al mismo tiempo, emplazar a la patronal a realizar las inversiones necesarias en seguridad e higiene que minimicen la tasa de accidentes de trabajo.
