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El retorno de Urtubey al peronismo reavivó a las hibernadas direcciones sindicales salteñas. El camaleónico exgobernador resultaría ahora ser, para la burocracia sindical, "el mejor candidato". Semejante afirmación solo se explica de parte de quienes han sido furgón de cola de todos los gobiernos y las patronales. No hay un solo punto de este maridaje que levante las reivindicaciones de los trabajadores.
La CGT que comparte la "mesa de Mayo" con Milei y Sturzenegger es la misma que pacta salarios del 1 %, deja pasar despidos y suspensiones. Es la misma que comparte palco de Axel Kicillof, el empobrecedor de docentes y estatales en provincia de Buenos Aires.
El proceso electoral reavivó al secretario de la bancaria y titular de la CGT Salta, Carlos Rodas, y con él, a las 62 organizaciones. Esperan reunir un doble sueldo – el de burócratas y el de parlamentarios– a sus ingresos personales. Una CGT que se entrelaza con los políticos patronales no es una organización independiente de los trabajadores.
En Salta se perdieron 12.700 puestos de trabajo formales en dos años, la mitad de los trabajadores está en negro, Sáenz ataca a la docencia contra el derecho a huelga, con cesantías. Urtubey es socio de semejante ataque contra los trabajadores salteños. Los índices de pobreza de los trabajadores han crecido por encima del 50 %; hay que buscar con lupa un trabajador que tenga el salario mínimo, vital y móvil de dos millones de pesos.
El entrevero de los Rodas y los Urtubey no es siquiera un “mal menor” para la clase obrera.
El objetivo estratégico de nuestro partido, Política Obrera, es desarrollar un partido político independiente de la clase obrera. Es la condición para luchar por el gobierno de los trabajadores.
