Villa La Cava en peligro

Escriben Florencia Blumen y Manuel Lafita

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La villa La Cava, en el partido de San Isidro, está entrando en una situación de profundo peligro. Estos días han sido de enorme deliberación ya que el coronavirus ha llegado al barrio. La Cava es uno de los asentamientos más grandes de toda la zona norte del conurbano, y aloja cerca de 15 mil personas. Linda con “Las Lomas de San Isidro”, el barrio que tiene el metro cuadrado más caro del país. La vida en La Cava se desarrolla en condiciones de hacinamiento, con enormes tasas de contaminación ambiental, sin agua potable, ni servicios básicos.

En estos días fue difundida la “iniciativa” del gobierno municipal de Gustavo Posse con relación al plan Detectar. En el sitio oficial del municipio (29/5) señalan que se llevó a cabo el operativo sanitario en ese barrio, en el que se realizó el control en 1.999 viviendas a 7.856 vecinos. Lo notable es que de ese total solamente se hicieron hisopados -test PCR- a seis (!) personas, y es que el operativo no fue de testeos masivos sino de toma de temperatura e información “casa por casa” (donde las cámaras filmaban) sobre los síntomas para promover el aislamiento. Es incluso sensacional que en estos días de fríos sólo seis personas tuvieran temperatura entre casi 8.000.

Lo cierto es que los trabajadores no comen vidrio, y hasta los propios punteros del possismo han comenzado a recorrer los pasillos y mensajear a los vecinos para que no salgan de sus casas porque el virus ya está circulando y “podría colapsar el sistema sanitario local y no alcanzarían los respiradores”.

A tan solo dos días de la puesta en escena del “Plan Detectar” es un hecho conocido en el barrio que hay ya varios vecinos infectados y familias que han sido aisladas.

La pregunta que se hacen los vecinos y trabajadores de La Cava es ¿cómo sostenemos una cuarentena en estas condiciones?

La situación general de La Cava es compleja: los vecinos vienen denunciando que producto del hacinamiento y la prevalencia de zanjas, desagües precarios internos, y contaminación (la basura se retira cada tanto) el dengue azotó durante el verano y todo el otoño y persiste ahora en paralelo al coronavirus. La distribución de alimentos y elementos de higiene para las familias es limitadísima (aparte de ser utilizados como premio para quienes son “fieles” a sus punteros, o la mercadería es vendida). El acceso al agua y los servicios es precario y, a toda esta situación, se le suma la escalada de violencia que ha tenido en estos últimos meses balaceras cotidianas que se han cargado varios muertos.

Producto de denuncias por abuso policial poco claras, fueron retiradas hace pocas semanas las postas de gendarmería, que antes hacían la vista gorda, pero ahora desencadenaron en guerras internas, dejando al barrio librado al copamiento completo de grupos parapoliciales y traficantes.

Los vecinos, frente al blindaje mediático y el abandono absoluto al que han sido empujados por las autoridades locales, han tomado en sus manos la organización aún en este dificilísimo cuadro: vía mensajes de WhatsApp y la creación de un Facebook tejen redes de apoyo, prevención y comunicación.

Es preciso avanzar sobre esta base para exigir una respuesta urgente a los reclamos elementales, la deliberación está en pleno desarrollo y está planteada la posibilidad de un corte, NO a pesar de la crisis de salud y economía, sino para darle una salida.

Vamos por:

Testeos masivos y provisión de elementos de higiene a todas las familias.

Plan de vacunación contra gripe y neumonía.

Desinfección permanente de pasillos.

Pago salarial a los desocupados, changuistas y suspendidos.

Unificación del sistema de salud público y privado (que en San Isidro es gigante) bajo comando común de los trabajadores.

Por comités barriales para que organicen los protocolos y la vida en el barrio.

Basta de violencia en el barrio.

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