Estados Unidos intentó comprar al piloto de Maduro para lograr su secuestro durante una operación que duró más de un año

Escribe Aldana González

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Según una investigación de Associated Press, un agente del gobierno de Estados Unidos trató de reclutar al piloto personal del presidente venezolano Nicolás Maduro ofreciéndole dinero a cambio de desviar el avión presidencial y entregarlo a las autoridades estadounidenses. La operación encubierta, que habría durado alrededor de 16 meses, no prosperó por la negativa del piloto, pero abrió un nuevo capítulo en la escalada de tensión entre Washington y Caracas.

Según el medio, el plan se originó cuando un informante acudió en abril de 2024 a la embajada de Estados Unidos en la República Dominicana y señaló que dos aviones vinculados a Maduro estaban en ese país para reparaciones. A partir de esa pista, un agente de Homeland Security Investigations (HSI) comenzó a trabajar el caso e intentar acercar al jefe de pilotos de Maduro.

El agente se reunió con el piloto en hangares y por mensajes en aplicaciones encriptadas y le ofreció convertirlo “en un hombre muy rico” si desviaba el avión a un lugar donde las fuerzas estadounidenses pudieran detener al presidente. El piloto, identificado como el general Bitner Villegas, rechazó las ofertas. El operativo no avanzó y, posteriormente, el piloto fue mostrado en la televisión estatal venezolana como ejemplo de lealtad.

Esta operación habría empezado meses antes de la llegada de Trump a su segundo mandato -incluso antes de que ganara las elecciones- lo que además de reafirmar la vocación eterna de todos los gobiernos de Estados Unidos por insistir en la injerencia sobre América Latina demuestra que los planes criminales contra Nicolas Maduro no son una innovación de Donald Trump.

Este asunto trasciende en un contexto de presión sostenida de Estados Unidos contra Venezuela, que incluye sanciones, recompensas millonarias por la captura de su presidente, el desembarco del Comando Sur en el Caribe con la excusa insólita de detener el narcotráfico desde Venezuela -que según la misma DEA es prácticamente inexistente- y el bombardeo indiscriminado a barcazas con decenas de víctimas fatales. Trump insiste con la salida militar aún cuando el gobierno de Maduro le ofreció en bandeja PDVSA y otros recursos minerales venezolanos.

El hecho de que el intento fallido salga a la luz demuestra las fisuras que hay en el gobierno de Trump y los cuestionamientos a la política de guerra que está desplegando sobre América latina. El informe de Associated Press se basa exclusivamente en fuentes norteamericanas -documentos internos, comunicaciones filtradas y entrevistas con fuentes vinculadas a las agencias yanquis-. Según AP, la historia comenzó a circular en Washington después de que funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y del Departamento de Justicia se enteraran del operativo y cuestionaran su legalidad.

Algunos agentes consideraban que el plan “excedía los límites de una investigación criminal” y podía violar leyes internacionales si se trataba efectivamente de una operación para capturar a un jefe de Estado. Uno de esos funcionarios, habría filtrado correos y registros de mensajes al equipo de investigación de AP.

Además, el informe se publicó en un momento en que el Congreso estadounidense investiga los límites de las operaciones encubiertas de Homeland Security y su papel fuera del territorio nacional. Desde la agencia no negaron los hechos y solo se limitaron a afirmar que no cometen acciones que violen las leyes de Estados Unidos o el derecho internacional.

En un apartado relacionado con este tema, el Jefe del Comando Sur, Alvin Holsey, anunció su renuncia hace un mes -que se hará efectiva a fin de año- justamente por cuestionamientos sobre la legalidad de las acciones bélicas sobre el Caribe sin autorización del Congreso, luego de que el Pentágono aumentara a 10.000 las fuerzas en la región. Entre las cúpulas militares y los efectivos existe, por un lado, la duda sobre las garantías de impunidad tras el final del gobierno de Trump, y por otro, las consecuencias de un desembarco en Venezuela o un cambio de régimen por decapitación, lo que podría llevar a un nuevo Vietnam peligrosamente cerca, o a un estado de inestabilidad, violencia y crisis política permanente a lo Haití en el país que tiene las mayores reservas de petróleo convencionales del mundo.

Mientras tanto, los ataques del Comando Sur sobre el Caribe y el Pacifico ya dejaron al menos 60 fallecidos. Cuatro nuevas barcazas fueron hundidas en los últimos días. Los cadáveres calcinados llegan a las costas de Trinidad y Tobago -cuyo gobierno, de la primera ministra Kamla Persad-Bissessar, es el único del CARICOM (Comunidad del Caribe) que apoya explícitamente la operación, argumentando que protege a su país de la violencia asociada a las drogas-. Esta situación tiene en vilo a los pescadores de la región, impedidos de trabajar sin el miedo de correr riesgo de vida.

La escalada militar que no solo bombardea al Caribe sino que cuenta víctimas también en el Pacífico, amenaza expandirse, apuntando los cañones contra Petro, aunque en Colombia, un cálculo simple indica que les sería menos costoso un cambio de régimen por vía electoral. Diversas facciones de América Latina cercanas a Trump aprovechan la estocada, como el hijo de Bolsonaro que ya está pidiendo un bombardeo yanqui contra los narcos de las favelas. Además, atacando por otro ángulo, este jueves, Trump le canceló a México 13 rutas aéreas, trastornando el comercio y el turismo regional.

El Cuerpo de Marines de Estados Unidos y las Fuerza de Defensa de Trinidad y Tobago están realizando ejercicios conjuntos entre el 26 y 30 de octubre. Fue la Cancillería trinitense la que informó que el destructor USS Gravely atracará en Puerto España, para robustecer a la flota yanqui que azota al Caribe.

Trump apunta los cañones a una de las regiones del planeta que cuentan con un pobre pertrecho bélico para asegurarse una pelea que pueda ganar. Sin embargo, un escenario de guerra es disolvente, dificulta la explotación de los recursos y el comercio. Las consecuencias pueden ser catastróficas, incluso para sí mismo.

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