Milei forma un gobierno cívico-militar con el jefe del Estado Mayor en Defensa. Nota de tapa de Política Obrera N°133 edición impresa.
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Bajo la batuta de Donald Trump y su secretario de Guerra, el Comando Sur de los Estados Unidos ha militarizado el Caribe.
15.000 efectivos en buques con misiles guiados, submarinos, bombarderos y destructores, conforman la mayor incursión militar del imperialismo yanqui desde “la guerra del Golfo Pérsico”, en los años 90.
El ministerio de Guerra de Trump ha activado las bases militares en Puerto Rico y cerrado acuerdos con Trinidad Tobago y la República Dominicana. Las licencias a los soldados del Comando Sur acaban de ser canceladas hasta fin de año. Trump ha ordenado un “desfile” de bombarderos sobre el espacio aéreo de Venezuela.
La calificación del régimen venezolano como “narcoterrorista” equivale a una orden de ataque militar. La prensa norteamericana, sin embargo, desmiente en forma terminante esa vinculación. Un sondeo de la CBC News informa que el 70 % de los norteamericanos se opone a una acción militar; el 56 % cree que no tendrá ningún efecto sobre el ingreso de drogas en Estados Unidos. El propósito de Trump es poner a una “Milei” en el gobierno de Venezuela y apoderarse del petróleo, del oro y de los minerales del país.
La misma acusación de “narcoterrorismo”, por ahora verbal, acaba de ser formulada sobre México y contra el gobierno de Petro, en Colombia. En Brasil, los trumpistas locales desataron, con el mismo pretexto, una masacre en las favelas de Río, al margen de las autoridades políticas y militares.
Trump ya emprendió una acción militar contra Irán, en meses recientes, para imponer la ocupación de Gaza por parte del ejército sionista e imponer su tutela geopolítica en Medio Oriente.
Milei es un peón de esta escalada militar. Mientras serrucha el gasto social y las obras públicas, ha comprado tanques de guerra a Estados Unidos y aviones norteamericanos a Dinamarca. La recorrida por América del Sur del canciller y miembro del gabinete de Israel va en esa misma línea belicista. Milei ha ratificado la decisión de trasladar a la embajada argentina a Jerusalén, violando las resoluciones de Naciones Unidas, rompiendo con la política exterior de Argentina y pasando por encima del complaciente Congreso Nacional.
La designación del general Presti, jefe activo del Estado Mayor, como ministro de Defensa, compromete a las Fuerzas Armadas nacionales en esta política de guerra. Milei se ha aliado con los dos estados que votan en la ONU contra la negociación para recuperar la soberanía nacional en Malvinas. Después de cuatro décadas, Argentina tiene un gobierno cívico-militar.
La agresión liberticida contra los trabajadores de Argentina tiene una base internacional. Por eso, Trump ha salido al rescate de Caputo-Milei en la última corrida cambiaria. La lucha por nuestros derechos es internacional.
Fuera yanquis del Caribe, de Venezuela, de Argentina y del mundo entero. Nuestra alianza es con los trabajadores norteamericanos que combaten la militarización de las principales ciudades de Estados Unidos y la dictadura trumpista.
¡A movilizarse!
