Adónde apunta la modificación de la ley de Glaciares

Escribe Daniel Blanco

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El presidente Javier Milei anunció recientemente que enviará un proyecto de ley al Congreso para que, en las sesiones del mes de febrero, se modifique la Ley de Glaciares, apuntando a que sea cada provincia la que determine cuál es la zona donde se puede desarrollar la actividad minera. Todavía no está claro si será una ley complementaria o directamente se derogará la ley actual.

El argumento que han venido agitando distintos sectores para reclamar una ley complementaria o una nueva es que la ley vigente fue reglamentada parcialmente dejando en una suerte de limbo la definición de lo que es un “ambiente o zona periglaciar” o los glaciares de escombro. Esta preocupación por completar la reglamentación y hacerlo por ley es porque algunos de los principales yacimientos de cobre, entre otros minerales, están precisamente en zonas de glaciares de escombro o en zonas periglaciares.

Así, el CEO de Glencore, Martín Pérez de Solay confirmó que “nosotros tenemos un glaciar en Pachón”, y explicó que el Gobierno provincial encargó un estudio técnico a la Universidad Nacional de San Juan. De acuerdo con ese trabajo, el glaciar no cumpliría funciones hídricas relevantes.

Según el CEO, “la universidad hizo un montón de estudios. Este determinó que ese glaciar no tiene funciones hídricas por su composición y por la forma en la que está. Se hizo todo un estudio que muestra cuál es el proceso que sucede dentro del glaciar de escombros. No es un glaciar como tal, es un glaciar de escombros, es lo que se denomina zona periglaciar”.

Haciendo lobby a favor de las mineras, la revista Bloomberg señaló que, “Si el Presidente logra liberar los proyectos de las restricciones sobre glaciares, las compañías tendrán muchas más probabilidades de avanzar con inversiones que convertirían a Argentina en un importante proveedor de cobre. El mundo necesita cada vez más de este metal, clave para todo, desde la electrificación hasta la plomería”, pero a su vez destacó que, “Los desafíos para los proyectos mineros —como El Pachón y Vicuña, una empresa conjunta entre la australiana BHP Group (la minera más grande del mundo) y la canadiense Lundin Mining— giran en torno a los glaciares rocosos y masas de hielo que pueden contribuir a las cuencas fluviales y fuentes de agua dulce”.

Precisamente, el objetivo oficial declarado es destrabar una serie de inversiones, fundamentalmente en grandes proyectos de cobre que están en zonas de glaciares o de periglaciares. Pero no solo eso. Se estima que si se aprueba la propuesta del gobierno se destrabarían alrededor de 40 proyectos en distintas provincias cordilleranas.

Los gobernadores de las provincias cordillerana han venido reclamando estos cambios argumentando para ello que los recursos mineros son potestad de las provincias y que son ellos los que deben determinar cuándo un emprendimiento afecta o no el medio ambiente. Con este reclamo y argumento “federalista” los gobernadores pertenecientes a todo el arco político (peronista, radicales, provinciales) se han transformado en los voceros de las grandes mineras que con Rigi mediante, una reforma laboral en puerta, sin cepo, están al acecho de grandes negocios y los gobernadores a la espera de las migajas de los mismos.

Pero quien ha dado un impulso decisivo, para que el gobierno avance con esta reforma que va a arrasar con los glaciares ha sido Trump, que ha incorporando al cobre junto al litio entre los minerales críticos y esenciales para la seguridad económica de EEUU, a partir de lo cual el precio del metal se fue por las nubes, y por otro lado, según señalan diversos medios, el reciente acuerdo comercial entre la Argentina y los Estados Unidos incorpora a los minerales críticos, precisamente como cuestiones fundamentales del acuerdo.

Esta confluencia del gobierno nacional, los gobernadores y las mineras le está permitiendo a Milei desenvolver una demagogia federalista, cuando durante los dos años de gobierno las provincias han visto reducidas las partidas de coparticipación, la cancelación de obras nacionales, la confiscación de impuestos.

Por otro lado, Milei, está aprovechando la iniciativa de redefinir la Ley de Glaciares como una herramienta para afianzar alianzas estratégicas con los gobernadores cordilleranos, fracturar a la oposición y ampliar su base de apoyo sin costo fiscal, cuestión que se verá en diciembre en la discusión del presupuesto en el congreso.

Glaciares, lo que opina la ciencia y los movimientos ambientalistas

La ley 26.639 de 2010 prohíbe la exploración y explotación minera e hidrocarburífera en las zonas glaciares y periglaciares. Sin embargo, la norma no es clara en lo que respecta a la definición de las zonas periglaciares, explicó la coordinadora del Inventario Nacional de Glaciares, Laura Zalazar.

“Nosotros no hablamos solo de glaciares, sino que hablamos de cuerpos de hielo”, agregó la doctora en Geografía y detalló los tipos de cuerpos de hielo:

Los glaciares en sentido clásico. Son los que todos conocemos, glaciares blancos que se forman a partir de la acumulación de la nieve y que pueden tener hielo descubierto. Un ejemplo es el glaciar Perito Moreno.

Los glaciares cubiertos. Son los que tienen detritos, es decir, una capa de rocas depositada sobre el hielo glacial. Por ejemplo, el Ventisquero Negro del cerro Tronador.

Manchones de nieve perennes. Son cuerpos de hielo más pequeños, similares a los glaciares, pero más pequeños y que no tienen signos de movimiento.

Los glaciares de escombros. Son los más desconocidos porque el hielo no está expuesto, no se puede ver. Tienen una forma característica que indica que hay hielo dentro de la roca. Son representativos del ambiente periglacial. “Los glaciares de escombro no son tan conocidos, inclusos muchos no tienen nombre. Tiene algunos rasgos que si vos los estudias empezás a identificarlos. Son como una especie de lengua que baja de la montaña que termina muy abruptamente en el frente y en los laterales. En general, tienen una superficie rugosa con mucha roca acumulada sobre el glaciar. El hielo no se ve, pero sabemos que ahí adentro hay hielo por la geomorfología característica”, dijo Zalazar.

Además, la especialista puntualizó que la ley protege los glaciares y a los glaciares de escombros porque los dos tienen hielo en su interior, son reservas de agua. “Si se los destruye, se está destruyendo una reserva de agua”, indicó la doctora del Conicet.

Actualmente, la Ley de Glaciares, promulgada en 2010, protege y conserva las zonas periglaciares como reservas estratégicas de agua, prohibiendo toda actividad que comprometa su integridad. El artículo 2 de la ley dice que “se entiende por ambiente periglaciar en la alta montaña, al área con suelos congelados que actúa como regulador del recurso hídrico. En la media y baja montaña al área que funciona como regulador de recursos hídricos con suelos saturados en hielo”. Identificar esos suelos requiere criterios científicos pero que la ley no detalla. Y es precisamente de ese bache que las mineras, el gobierno nacional y los gobernadores se apoyan para barrer cualquier obstáculo que impida poner en marcha los emprendimientos.

El Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA) ha sido el organismo encargado de aplicar criterios científicos para identificar en el terreno aquello que la ley manda proteger y elaborar el Inventario Nacional de Glaciares, que identifica y caracteriza glaciares y geoformas periglaciales.

Ese inventario ha recibido varias objeciones por parte de organizaciones ambientalistas porque afirman que el mismo no incluye glaciares de menos de una hectárea, a pesar de lo cual, las organizaciones ambientalistas defendieron la necesidad de que el inventario de zonas glaciares y periglaciares fuera realizado solo por el IANIGLIA porque aquellas áreas trascendían los límites políticos-administrativos y era indispensable utilizar una metodología uniforme a lo largo de toda la Cordillera de los Andes.

En un documento oficial, el IANIGLA repasó los alcances de la Ley 26.639 y recordó que la norma establece “los presupuestos mínimos para la protección de los glaciares y del ambiente periglacial”, cuyo objetivo es preservar estas reservas como fuentes estratégicas de agua para consumo humano, agricultura, recarga de cuencas, biodiversidad, ciencia y turismo.

El IANIGLA fue categórico sobre la importancia hídrica del ambiente glaciar. Resaltó que los glaciares de escombros contienen entre un 35 % y un 70 % de hielo interno y pueden llegar a aportar entre un 25 % y 50 % del caudal total en ríos de los Andes Áridos, especialmente en años secos.

Así, el organismo puso en contexto que las masas de hielo identificadas representan aproximadamente el 1 % de la superficie de la Cordillera, pero que abastecen a mas de la mitad del país.

Además, explicaron la importancia de las reservas criosféricas. “El agua superficial y subterránea de la que dependen provincias como Mendoza es provista casi exclusivamente por el aporte de la nieve, los glaciares y el ambiente periglacial”, “El ambiente periglacial, definido por la presencia de permafrost y procesos de congelamiento y descongelamiento del suelo, representa asimismo una reserva de hielo subterráneo conservada durante largos períodos”, añadieron.

Según el IANIGLA, existen 16 mil glaciares y de acuerdo a la última actualización del Inventario Nacional de Glaciares, se refleja una situación que ya, de por sí, es alarmante: En la región de los Andes Desérticos se observó, en un período cercano a diez años, una reducción del 17 por ciento en la superficie con glaciares y del 23 por ciento en los manchones de nieve perennes, poniendo de relieve cambios significativos en estas reservas estratégicas de agua dulce.

Una de las voces más destacada en estas cuestiones, es la del Dr. Ricardo Villalba, investigador del CONICET, quien fue responsable del primer Inventario Nacional de Glaciares desde el IANIGLA.

Villalba sostiene que los ambientes periglaciares, esenciales para la regulación hídrica, también deben preservarse. La comunidad científica internacional no discute este punto: estas áreas actúan como "esponjas" que almacenan y liberan agua de manera gradual (Brenning & Azócar, 2010). Relajar su protección equivale a debilitar el sistema hídrico que sostiene a las comunidades cordilleranas y a gran parte de Mendoza.

Precisamente, en Mendoza la propia Dirección General de Irrigación sostiene que la provincia atraviesa su crisis hídrica más prolongada en 110 años.

En este contexto, asignar cuotas hídricas a la minería implica, por definición, restar agua a los mendocinos, al agro, a la industria y a los ecosistemas que dependen de esos caudales.

Por otro lado, Villaba señala que la minería metalífera utiliza compuestos tóxicos. Cianuro, xantatos, solventes orgánicos y elementos pesados forman parte del proceso extractivo (Coumans, 2012). Si no trabajaran con sustancias contaminantes, no habría discusión social.

• Los relaves pueden filtrar metales pesados. • Los drenajes ácidos pueden persistir por siglos. • Los cursos de agua aguas abajo quedan expuestos a contaminación irreversible.

En este marco, proponer que cada provincia regule sus glaciares no es federalismo: es renunciar a una responsabilidad nacional. Los glaciares y periglaciares no son un "tema minero", son un pilar de la seguridad hídrica argentina. Mendoza necesita una política de agua basada en ciencia, no en urgencias económicas de corto plazo.

Por su lado, la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas emitió comunicado en rechazo a posibles modificaciones del Gobierno nacional a la Ley de Glaciares. La entidad sostiene que los cambios responderían a intereses de empresas mineras y petroleras y que la reforma implicaría habilitar actividades en zonas protegidas.

Además, denunciaron que la reforma sería "la Modificación Barrick Gold", aludiendo a un viejo reclamo de la industria minera para reducir el alcance de la protección ambiental.

A su vez, Lucas Ruiz, doctor en Ciencias Geológicas que se ha desempeñado en el IANIGLA y Conicet aclaró que la norma actual de la ley de glaciares no protege toda la zona periglaciar, sino solo las reservas de agua en estado sólido, que incluyen glaciares descubiertos y glaciares de escombros: “Lo que protege la ley periglacial es el hielo, la reserva de agua en estado sólido”.

Por otra parte, el Foro Ambiental y Social de la Patagonia, integrado por vecinos de Comodoro Rivadavia, rechazó el avance del Poder Ejecutivo nacional para modificar la Ley de Glaciares 26.639. Aseguran que el proyecto abriría la puerta a actividades mineras y petroleras en zonas de protección hídrica y advirtieron que cualquier retroceso normativo podría comprometer ecosistemas que abastecen de agua a las provincias cordilleranas.

Otro sector que se pronunció fue la ONG Greenpeace, que manifestó su "extrema preocupación" ante el anuncio de un nuevo intento de modificación de la Ley de Glaciares. Según la organización, la reforma permitiría intervenir en zonas actualmente protegidas, incrementando el riesgo de daño, contaminación y pérdida de los glaciares. La especialista Agostina Rossi Serra advirtió que el cambio implicaría "entregar las fuentes de agua de los argentinos" y contradecir los compromisos climáticos asumidos por el país.

Los argumentos de las ciencias son lapidarios contra el proyecto del gobierno nacional y los gobernadores. Para favorecer el negocio de la megaminería y para asegurar la cadena de suministro del imperialismo y la guerra, se va a afectar de manera irreversible las condiciones de vida de millones de personas.

Es la hora de pasar a la acción para impedirlo extendiendo los pronunciamientos, impulsando asambleas, coordinaciones y movilizaciones.

Revista EDM