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El proyecto de Reforma Laboral que el gobierno acaba de enviar al Congreso quiere liquidar a la clase obrera como fuerza colectiva.
Bajo el nombre de una “Reforma”, se ha contrabandeado la derogación lisa y llana del Derecho Laboral; de protector de conquistas sociales ha sido convertido en un régimen de trabajo forzado.
Es un atropello que abole los derechos colectivos y hasta las libertades constitucionales al interior de los lugares de trabajo.
Prohíbe asambleas y huelgas, y ‘legaliza’ la jornada de 12 horas. Pone fin a los convenios colectivos. Estatiza las relaciones laborales bajo la dirección de la secretaria de Trabajo. Impone un sistema político corporativo, en lugar de uno deliberativo (asambleas, convenios, elección de paritarios por las bases).
Los trabajadores eventuales no podrán ser delegados ni participar de su elección. Es una fractura política criminal de la clase obrera.
La concesión constitucional del derecho de huelga es reemplazada por la represión policial a la huelga.
Es el sistema laboral del régimen que apoya el genocidio palestino y se afilia a la Internacional Negra de la ultraderecha. Desea participar del ataque de la flota de Trump contra Venezuela.
La reforma liquida el derecho a una indemnización; la única protección vigente para la pérdida de trabajo. Establece un Fondo de Empleo a cargo del propio trabajador, porque la patronal deduce el costo con un descuento a los aportes jubilatorios.
La contrarreforma es fascista, pero también un negociado. Mete de contrabando una contrarreforma previsional.
Desmantela el financiamiento de la salud, pues usa los aportes de los capitalistas a las Obras Sociales, para financiar el despido. El sistema judicial pierde todo vestigio de arbitraje: las patronales podráa dilatar al infinito el cumplimiento de fallos, a cambio de una multa del 3% anual. La canalla del capitalismo se ha adueñado del poder del Estado.
La burocracia sindical es el principal obstáculo para derrotar esta contrarreforma. Quienes le reclaman ‘que luche’ son cómplices de una estafa política, porque saben que el planteo lleva a un punto muerto o a un callejón sin salida. El plan de la burocracia no es de lucha sino de desgaste.
Los choferes de la provincia, los azucareros de Ledesma, los obreros de Fate, los siderúrgicos de Siderca y Acindar y la nueva generación que trabaja en Siderar-Techint, saben que esto es así: salen a la lucha pasando por encima de la burocracia sindical. Con la cabeza de los ‘dirigentes’.
Enfrentamos el intento de destrucción legal de las organizaciones obreras – o sea, su atomización como clase.
Los burócratas quieren participar de los negocios que abre la propia contrarreforma – esta es su única política. Participar en el Fondo de “Asistencia Laboral”, como socios de los bancos y fondos de inversión. Volver a ser accionistas de la futura jubilación privada, como lo fueron con Menem.
Los burócratas dicen que “no hay clima” para combatir este estatuto negrero; es lo que pasa entre ellos. Con esa excusa se han perdido 280.000 puestos de trabajo y caídas del salario de entre el 20 y el 40%. Como el agua del mate, hay que calentarla – mediante reuniones, plenarios, asambleas y acciones.
Con este planteo, convocamos a marchar con Política Obrera este jueves 18 a partir de las 15 horas, y a participar de actos y movilizaciones con la consigna:
Abajo la contrarreforma laboral fascista, huelga general.
Aumento del 100% de salarios y jubilaciones.
Salario mínimo igual a la canasta familiar, hoy en 2.500.000, por 8 horas de trabajo.
Ningún despido, reparto de las horas de trabajo. Defensa incondicional de todas las conquistas obreras y del derecho a huelga.
Huelga general hasta el retiro de la contrarreforma antiobrera del Congreso.
