FATE, colectivos, estibadores, ingenio Ledesma: la punta del ovillo

Escribe Marcelo Ramal

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A pocas horas que el gobierno presente en el Congreso su proyecto de reforma laboral, el escenario de un gran choque del capital contra la clase obrera toma, sólo en apariencia, la forma de un trámite parlamentario. Días atrás, la decisión de las patronales del transporte de demorar el pago de sueldos desató un paro macizo en el Gran Buenos Aires, con centro en la zona sur, motorizado por asambleas de choferes en cada una de sus cabeceras. La patronal intentó dividir al movimiento, resolviendo pagos parciales y a algunas líneas determinadas: los choferes de la mayor empresa del sur -MOQSA- repudiaron estas maniobras, y sostuvieron el paro hasta el pago completo de los jornales adeudados. La burocracia de la UTA fue un mero espectador, más allá de los “comunicados” de rigor.

Casi simultáneamente, en la localidad jujeña de Libertador San Martín, los trabajadores del Ingenio Ledesma protagonizaban una lucha autoconvocada contra los despidos masivos. Los delegados y luchadores del ingenio se pusieron al hombro la lucha que no quiso emprender la burocracia. En el pueblo donde siempre resuena la presencia amenazante de la patronal y de una vigilancia represiva que se cobró secuestros y muertes bajo la dictadura, los “Autoconvocados” del ingenio ganaron la calle.

Mientras tanto, otro sector fundamental de la clase obrera -los estibadores de Rosario- salían victoriosos, en este caso, de una batalla directa contra la burocracia del gremio. La Lista Naranja, representación del activismo de los luchadores portuarios, conquistaba el sindicato.

Esta saga culmina con otro nervio estratégico, los trabajadores del Neumático. En la tarde de ayer, mientras el sindicato anunciaba un paro “programado” para el próximo lunes, frente al impasse completo de la paritaria, los trabajadores del turno noche resolvían en asamblea parar de inmediato, al tiempo que se ponía en marcha una movilización en reclamo del salario y por una asamblea general del gremio.

Es muy claro que se trata de puntos estratégicos de la clase obrera, por el lugar que ocupan en la producción y por una larga historia de luchas encarnizadas, represiones, derrotas y nuevas conquistas. En segundo lugar, las reivindicaciones que han puesto en pie a Ledesma, FATE, los colectiveros y estibadores síntesis al estado de situación de la clase obrera en su conjunto: el gobierno de la “estabilidad” está culminando el año con una inflación “estadística” del 30% y de más del 40% en los hechos, cuando los trabajadores con convenio no han recibido más de un 10% de aumentos. El derrumbe del salario es absolutamente extraordinario, y lo refleja la depresión de todos los indicadores del consumo masivo. La escalada de despidos es cada vez más aguda – las patronales quieren “rápido” la reforma laboral, no para tomar compañeros, sino para abaratar el costo de estas cesantías. Frente a esta realidad, la burocracia se torna una losa intolerable.

Los precarizadores de Milei, Sturzenegger y demás tienen delante a un aparato peronista en descomposición, incluso y principalmente a sus referencias gremiales. Los trabajadores están soportando carestía, despidos y la presión brutal de la prepotencia patronal. Hay que atender a esta síntonía -la de los azucareros, estibadores o colectiveros-. Una chispa puede encender toda la pradera.

Revista EDM