Caputo volvió a las andanzas de Macri: el “recalibramiento”

Escribe Marcelo Ramal

De la “deflación” a la inflación.

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El anuncio que las autoridades del Banco Central y el propio Caputo formularon en la tarde de ayer tiene un alcance más amplio que el de un mero viraje en la política cambiaria. Es la confesión de que el programa económico libertario había ingresado en un completo impasse. El giro anunciado, sin embargo, puede ser el anticipo de crisis y estallidos económicos de mayor alcance.

Milei y Caputo se encontraban aferrados a la actual banda de cotización del dólar. Impuesta a mediados de año por el FMI, el ministro, apenas unos días atrás, la había caracterizado como “perfectamente calibrada”. Sobre esa base, esperaban un ingreso de dólares inmediato a través de préstamos externos; a la continuidad del ingreso de capitales especulativos (carry trade) y, en unos meses, a las divisas de las exportaciones por la cosecha gruesa. El dólar barato implicaba también abaratar el costo en pesos de la deuda pública en dólares,

Los liberticidas prolongaron artificialmente este régimen durante todo el 2025 -primero, con el rescate del FMI; luego, con el de Scott Bessent. A la hora de los bifes, el capital financiero internacional le hizo saber a Milei y Caputo que los dólares para afrontar la deuda debían procurárselos por sus propios medios; o sea, que debía devaluar el peso, que los libertarios rechazaban, e iniciar la “acumulación de reservas”. Ese fue el mensaje de los banqueros internacionales que no habilitaron el “megapréstamo” fantasioso de los 20.000 millones de dólares; ese fue también el mensaje del FMI, que en la tarde de ayer saludó el anuncio devaluatorio oficial. A estos reclamos, se sumaba naturalmente el de Techint y la gran burguesía industrial, amenazada por la competencia importadora.

¿Todo bien?

El recalibramiento oficial se ha traducido en alguna caída del riesgo país y en las declaraciones de beneplácito de todos los que reclamaban una devaluación. A despecho de tanta euforia, Milei y Caputo se enfrentan ahora con todas las cuestiones que pretendían eludir cuando insistían con el planchazo sobre el dólar. Si el ritmo de la devaluación del peso queda atado a la inflación del mes anterior -esto es lo que se anunció ayer- entonces la “acumulación de reservas” pasa a depender de cuánto se muevan los precios. El gobierno “deflacionario” pasa a convertirse en “inflacionario”. El encargado de comprar los dólares para engrosar reservas pasa a ser el Banco Central, que para eso debe emitir. Caputo justifica ahora esta emisión con el argumento de que habrá una reactivación económica. Pero la mayor “demanda de dinero” no vendrá de los salarios y jubilaciones, o sea del consumo, que continuarán planchados. La compra de dólares a los capitalistas obligará a reabsorber los pesos subiendo la tasa de interés y volviendo a endeudar al Banco Central con “pasivos remunerados” – el retorno de las odiadas Lebacs. Un economista del establishment, Carlos Pérez, acaba de recomendarle al gobierno ese camino, sin dejar de mencionar que las “lebacs” fueron inventadas por la Reserva Federal bastante antes que “nacionales y populares” y macristas hicieran uso de ellas. Las llamadas “reservas remuneradas”

El mandato de “acumular reservas” tiene el propósito de pagar los gravosos vencimientos de deuda del 2026, que llegan a los 19.000 millones (para algunos, unos 26.000). Pero una reactivación económica amenazaría con dilapidar esa “acumulación” con mayores importaciones. Los dólares tampoco alcanzarán por sí solos: deberán servir como garantía de nuevas operaciones de deuda, para refinanciar al menos una parte de los vencimientos en puerta.

Descalibramiento

Luis Caputo ha tenido la mala ocurrencia de llamar a su viraje con la misma denominación que se bautizó al desbarranque del macrismo: “recalibramiento”. La “corrección” de Caputo desmantela la ilusión de la “convergencia de variables” y de la “inflación cero”. Las contradicciones capitalistas se acentúan: las privatizadas reclamarán volver al tarifazo permanente. El “descalibramiento” reforzará la presión contra el salario, en rechazo de cualquier indexación. En cuanto a las jubilaciones, hoy ajustadas por inflación, no faltará el libertario que promueva ahora modificar su “movilidad”, para “desindexarlas”. La cuestión del salario se planteará con una fuerza inusitada, sacudiendo el avispero de todos los lugares de trabajo. Buscando salir de su callejón sin salida, el gobierno liberticida ha creado las condiciones para un 2026 de mayores choques sociales.

Revista EDM