Escribe Olga Cristóbal
Tiempo de lectura: 4 minutos
Dos militares estadounidenses y un intérprete civil fueron asesinados en un atentado, el fin de semana, en la antigua ciudad de Palmira, en el centro de Siria. El ataque supuso las primeras bajas estadounidenses en Siria desde que Bashar al-Assad fuera derrocado hace un año, y puso de relieve la “frágil situación de seguridad” del nuevo gobierno (NYT 14/12).
La emboscada se produjo mientras los soldados “llevaban a cabo una operación contra un líder clave”, según el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, que subrayó que el ataque fue en una zona que no está bajo control del gobierno sirio (BBC 15/12).
Cientos de soldados estadounidenses permanecen en el país como parte de coalición internacional que se propuso “erradicar a ISIS”; el atentado se produjo un mes después de que Siria se unió a esta coalición liderada por Estados Unidos, que desde 2014 lleva a cabo operaciones militares contra ISIS en Siria e Irak con la participación de múltiples países. La coalición también trata de frenar el flujo de militantes extranjeros hacia Oriente Medio.
Trump prometió represalias “muy serias” y no dudó en distanciar al atacante del régimen de Ahmed Husseín al-Charaa, un ex yihadista cuya cabeza estuvo valuada en 10 millones de dólares, pero que goza de un fuerte apoyo estadounidense e israelí desde que derrocó a Bashar al Assad, archienemigo del sionismo e integrante del llamado “eje del mal” junto con Irán y Gaza. En la misma línea de absolución, Trump dramatizó que el nuevo presidente sirio está “devastado por lo sucedido”.
El Centcom, que dirige las operaciones militares estadounidenses en Europa, África y el Indo-Pacífico, calificó el atentado como «el resultado de una emboscada por parte de “un pistolero solitario del ISIS”, y un coro de funcionarios del Pentágono se lo adjudicó al grupo Estado Islámico, aunque nadie reclamó la autoría.
Por el contrario, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en el Reino Unido, afirmó que el atacante era miembro de las fuerzas de seguridad sirias y el Ministerio del Interior debió admitirlo días después.
Fuentes familiarizadas con la investigación, incluidos funcionarios estadounidenses y sirios, declararon a CNN que “los vínculos del tirador con el grupo terrorista son menos claros de lo que ambos gobiernos han afirmado públicamente” (CNN 17/12). Algunos dijeron que estaba previsto que el atacante fuera destituido “por sus opiniones extremistas”.
En 2019, una alianza de combatientes sirios respaldada por Estados Unidos anunció que el Estado Islámico había perdido el último reducto de territorio que controlaba en Siria, pero desde entonces el grupo yihadista ha llevado a cabo algunos ataques. Naciones Unidas estima que entre 5.000 y 7.000 combatientes de Isis permanecen en Siria e Irak.
Los observadores coinciden en que el ataque devela cómo el nuevo régimen no ha logrado cohesionar al ejército y “sigue luchando contra elementos extremistas dentro del país e incluso dentro de sus propias fuerzas”. Lo comparan con los ataques “verde contra azul” que sufrieron las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán (verdes) cuando “colaboraban” con las fuerzas locales, pero eran atacadas por soldados o policías afganos (azules) incluso dentro de bases militares, puestos de entrenamiento o patrullas conjuntas.
El ejército sirio “está compuesto por combatientes de la Revolución e incluye a personas de todos los orígenes, algunas con vínculos extremistas”, declaró un exfuncionario estadounidense que viajó recientemente a Damasco.
Las mismas fuentes admiten que el ejército está corroído por tendencias que están fuera del control del gobierno y son una amenaza a las tropas estadounidenses más allá del propio ISIS.
“Nadie quiere abordar la cuestión de cuántos ‘potenciales solitarios atacantes’ hay integrados en la mezcolanza de yihadistas que componen el ejército sirio”, comentó a CNN una fuente.
El personal estadounidense también ha sido objeto de ataques en el pasado. El incidente del sábado es el más mortífero desde una explosión en 2019 que afectó a una patrulla y causó la muerte de dos militares y dos civiles estadounidenses.
El esfuerzo por presentar al atacante solitario como integrante de ISIS “ha sido visto como un intento por desviar la atención del complicado panorama del reclutamiento de las fuerzas de seguridad sirias porque sería devastador para el lado estadounidense admitir que alguien de las fuerzas de Sharaa hizo esto” (CNN, 17/12).
Mientras tanto, el ejecutivo de al-Sharaa está recurriendo a una combinación de combatientes, tanto sirios como nacidos en el extranjero, para consolidar el ejército.
Un informe reciente del Middle East Institute, llama la atención del riesgo que significa para al-Sharaa haberse asociado a la coalición que combate a ISIS. El riesgo “es considerable”, dice, tanto desde la perspectiva de la seguridad como de la política interna, y parece reflejar una priorización de los vínculos con las instituciones estadounidenses y occidentales (NYT).
“La seguridad nacional sigue siendo un desafío importante para el gobierno”, afirma el informe, elaborado por un grupo de expertos que incluye al exjefe del Comando Central de Estados Unidos, el general retirado Joseph L. Votel.
El informe también señala que “la presencia continua de combatientes extranjeros en las filas del ejército sirio ha sido motivo de preocupación internacional (…) Por ahora, entre 2.000 y 3.000 combatientes no sirios han sido integrados en una unidad dedicada del Ministerio de Defensa, con luz verde tácita de Estados Unidos”, indicó.
Los choques en Siria envuelven al imperialismo y sus subrogantes: Turquía y el Estado sionista Desde el Cercano Oriente al Cáucaso Sur, el retroceso de Rusia. Por Jorge Altamira, 18/07/2025.
El descuartizamiento de Siria Estados Unidos y el Estado sionista destruyen los activos militares de Siria y se reparten el territorio. Por Jorge Altamira, 11/12/2024.
