La crisis del Partido Obrero y la CRCI

Escribe Osvaldo Coggiola

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En menos de seis meses, la crisis y división en el Partido Obrero de Argentina llevó a la constitución de una tendencia (“Tendencia”) pública, a un debate público en que la dirección oficial de ese partido utiliza epítetos, en relación a la fracción pública mencionada, sin precedentes en cualquier debate en organizaciones que se reivindican la IV Internacional. Hasta expresiones de deseos (de muerte inclusive, de dirigentes de la Tendencia) han sido ventiladas públicamente por miembros de esa dirección, y militantes que le son favorables, en redes sociales. La situación llevó a pronunciamientos y posicionamientos de todas las organizaciones y grupos simpatizantes de su corriente internacional, la CRCI (Coordinadora por la Refundación la IV Internacional), y hasta de organizaciones de izquierda ajenas a ella. El apoyo internacional a la Tendencia ha tenido carácter variado, pero significativo. En Argentina, ha recibido el apoyo firmado de aproximadamente 1.200 militantes, esto es, probablemente un tercio del efectivo militante del partido.

La Tendencia ha caracterizado el rumbo oficial del PO como electoralista, oportunista y capitulador, política y programáticamente, y señalado el agotamiento político del FIT (ahora FIT-U), Frente de Izquierda de los Trabajadores – Unidad, que incluye al PO y a otras tres corrientes originadas en el trotskismo (PTS, IS y MST), además de pequeños agrupamientos nacionalistas de izquierda. En ese cuadro, las recientes elecciones argentinas mostraron uno de los peores desempeños electorales del FIT desde su constitución en 2011 (2,1% para su fórmula presidencial), resultando en un fracaso explícito del leit-motiv principal de su campaña electoral (fortalecer a la izquierda en el parlamento, del que esa izquierda ha sido casi barrida). Estos desarrollos se producen en el cuadro de importantes luchas obreras y populares en Argentina, de rebeliones populares en diversos países latinoamericanos y caribeños, de ascensos de masas con características revolucionarias en Oriente Medio (Argelia, Sudán, Irak, Líbano, Egipto), de movilizaciones sistemáticas en Hong Kong, que afecta directamente a la burocracia china, de intervenciones armadas reaccionarias (Turquía-Siria-Curdistán) y de fuertes crisis políticas y luchas de masas en los países imperialistas, en especial en Europa y los EEUU. La crisis política internacional (así como la perspectiva de una catástrofe económica peor que la del 2007-2008), y el ascenso de masas en diversos países, operan como un gigantesco clarificador político, en especial en la izquierda. La crisis de dirección del movimiento de los explotados, lejos de aminorar, se hace más aguda. En el caso argentino (que el analista Noriel Roubini caracteriza como uno de los “cuatro gatillos” susceptibles de suscitar una recesión/crisis económica internacional) el desempeño, en todos los sentidos, del FIT-U, se sitúa a contramano de la explosión social, real o potencial, en América del Sur, y de su radicalización política. En Brasil, donde la estabilidad política del “neofascista” Bolsonaro se encuentra cada vez más cuestionada (existe hasta la posibilidad de un juicio político, debido a su participación en el caso – asesinato – de Marielle Franco), la victoria de la fórmula Fernández-Fernández ha sido presentada como una victoria de la izquierda, inclusive por la “izquierda” brasileña mayoritaria, a pesar de que el peronismo/kirchnerismo jamás se reivindicó de izquierda (es tan “celeste y blanco” como el bolsonarismo es “verde-amarelo”, ambos contra las banderas rojas), de que su futuro gobierno no hace el menor secreto de su intención de encaminar la monumental crisis económica y social del país a través de un acuerdo/sumisión con/al FMI, y de actuar como bombero regional, en especial en Chile, Ecuador y Venezuela.

La crisis política europea, a su vez, con el “Brexit” como navío rompehielos, y con los “chalecos amarillos” de Francia como símbolo callejero, no ha dado lugar apenas al ascenso de la derecha y la extrema derecha, sino también del centroizquierda y la izquierda centrista: en Alemania, centro económico de la UE, Die Linke, que pretende situarse a la izquierda del SPD y en oposición a la coalición gobernante, ha vencido (con 31% de los sufragios) las elecciones en el lande de Turingia, eslabón entre el Este y el Oeste del país (cuya reunificación, en 1989, marcó, para algunos, la gran victoria histórica del capitalismo liberal, y para otros hasta el “fin de la Historia”). En Dinamarca, la centroizquierda ha sido ampliamente victoriosa en las elecciones generales realizadas este mes. Los ejemplos abundan.

La crisis en el PO y, con toda probabilidad, también en el FIT-U, es un aspecto de la crisis de dirección internacional, esto es, de la dificultad en erigir una dirección revolucionaria, debido a motivos históricos (estructurales) y políticos (coyunturales). Savas Matsas, en nombre del CC del EEK (organización griega fundadora de la CRCI), caracterizó en un reciente documento al respecto que “la lucha faccional en el Partido Obrero no es una tempestad en una taza de té, sino un serio y mortal reflejo de la lucha de clases, no sólo en Argentina, sino internacionalmente”. Sobre esa base, realiza un balance del fracaso de la tentativa de las organizaciones de la CRCI en actuar como instancia conciliadora (incluyendo la propuesta de un “armisticio”) en la crisis, fracaso que Savas atribuye a la subestimación “de la ferocidad (sic), profundidad y velocidad de la crisis en el PO”. El EEK se propone, por ello, actuar para operar “una clarificación política”, procedimiento inverso al adoptado por esas organizaciones (EEK, DIP y MTL) en ocasión de la (supuesta) “reunión conciliatoria” celebrada en Atenas, en la que propusieron un “armisticio organizativo” (incluyendo un “reconocimiento del derecho de tendencia” de carácter tautológico, pues ese derecho existe en los estatutos del PO y la CRCI) previo a la delimitación y caracterización de las posiciones políticas en disputa, tentativa que fracasó porque no podía sino fracasar. El conocido aforismo leninista (“toda divergencia organizativa es una divergencia política”) fue simplemente ignorado.

El documento del EEK avanza en las caracterizaciones políticas, y en su postura frente a la crisis. Rechaza la explicación oficialista de la crisis como debida al “egocentrismo” (psicología) de Jorge Altamira (Tendencia) y carente de divergencias estratégicas, tal como postulado por la dirección oficial en la reunión de Atenas. Caracteriza que la propia dirección del PO admitió el carácter programático de las divergencias, en documentos como “La continuidad histórica del Partido Obrero”, al que caracteriza como teórica y políticamente equivocado (con abundancia y profundidad de argumentos). Rechaza la idea, absolutamente generalizada en la izquierda, de una “iniciativa estratégica [histórica] de la burguesía” (la famosa “ofensiva neoliberal” con la que comienzan casi litúrgicamente la enorme mayoría de los documentos de la izquierda mundial, trotskista incluida, que descarta la tendencia hacia crisis, guerras y situaciones revolucionarias, aunque éstas le estallen en la cara, condenándola a la marginalidad), idea que la dirección oficial del PO pretendió fundamentar en un fragmento literalmente copiado, y mal interpretado, de un documento del propio Savas Matsas. Reivindica, frente a esas vulgaridades, no sólo la tradición marxista (trotskista) sino también el programa fundacional de la CRCI (2004).

El EEK reconoce que esas y otras cuestiones fueron sólo tangencial y parcialmente analizadas en la “audiencia conciliatoria” de Atenas. Acusa, aun así, a la dirección oficial del PO de “falsificar” (sic) el contenido y desarrollo de esa reunión, en sus informes en Argentina, llegando a afirmar que, en virtud del carácter alevoso de esa falsificación, “la delegación del CC (del PO), en Grecia, destruyó toda credibilidad de la dirección oficial del PO frente al EEK” (re-sic), caracterizando también sus desvíos “parlamentaristas, sindicalistas, identitarios y realpolitik (oportunistas)”. Por todo ello, el EEK rechaza ahora la vía de la simple “reconciliación” en el PO (y en la CRCI) y propone un amplio debate político, con la participación obligatoria de la Tendencia, debiendo ser levantadas todas las sanciones y exclusiones sumarias realizadas contra ella en Argentina. O sea, rechaza considerar, como cabe a verdaderos internacionalistas, Argentina como un feudo político de la dirección oficial del PO, rechazando también la vulgar y aparatesca afirmación de un miembro del CC-PO, presentando a la CRCI como “un reagrupamiento internacional fundado por el PO” (una afirmación grotesca, ignorante y nacionalista, explícitamente combatida en documentos del PO y de la propia CRCI), o sea, un “laburo internacional” del PO. Y advierte (el EEK) contra el peligro de transformar las divergencias internas en un debate autofágico y paralizante de la actividad de la CRCI.

Savas Matsas lamenta, en el documento, que la CRCI haya sido mantenida en la ignorancia de los enfrentamientos en el PO, de los que sólo se manifestaron “pequeños signos” (o síntomas) en las actividades internacionales de la CRCI durante los dos años precedentes a la explosión de la crisis en el 26º Congreso del PO, celebrado en abril pasado. Expresa también su convicción de que esto se debió a una política de ocultamiento, evidenciada también en el hecho de que, contrariando la tradición, las organizaciones de la CRCI no fueron invitadas a participar de ese Congreso, ni siquiera la organización uruguaya (PT), situada a una distancia más corta de Buenos Aires que las regionales del interior argentino. Sería importante que Savas (el EEK) fuesen más allá de esa constatación, registrando que la “no invitación”, que ya había sucedido en el Congreso precedente (al que sólo concurrió una delegada juvenil turca) fue de responsabilidad de la fracción mayoritaria del CC saliente, transformada en fracción monopólica (u “homogénea”, en el lenguaje estalinófilo de la dirección oficial del PO) en el 26º Congreso.

Si faccionalismo (esto es, fraccionalismo clandestino y mal intencionado) hubo, éste tuvo carácter unilateral. El que viste y calza, más al corriente (debido a su proximidad geográfica y a su origen nacional) de los problemas internos del PO que el EEK, organizó, como miembro da la dirección del sindicato nacional de docentes universitarios del Brasil (Andes-SN), un seminario latinoamericano en marzo pasado. Para el mismo invitó a Romina Del Plá, obviamente no sólo por ser una combativa dirigente docente (y diputada) argentina, sino también por ser la figura más visible del PO (candidata a vicepresidente por el FIT-U), con independencia de su alineamiento en la batalla interna del partido. Romina habló amplia y públicamente en ese seminario, así como también pudo hacerlo en el ENE (Encuentro Nacional de la Educación) que le siguió, también organizado por el Andes-SN, reunión militante que fue nada menos que el marco en que fueron organizadas las gigantescas movilizaciones educacionales contra el gobierno de Bolsonaro, que pusieron a millones de jóvenes y profesores en la calle y conmovieron Brasil y el mundo, en las semanas y meses sucesivos.

Que la dirección del PO se haya percatado o no de ello (Romina no escribió una línea a respecto en Prensa Obrera) no cambia en nada la cosa. En la publicación bilingüe de amplia distribución continental, “Educación Superior en América Latina”, que resultó de la actividad arriba mencionada, el artículo relativo a Uruguay fue redactado por dos dirigentes del PT (Lucia Siola y Nicolás Marrero), y el que suscribe trató de suscitar lo mismo con los compañeros bolivianos (Socialismo Revolucionario), sin conseguirlo. También propiciamos la presencia de cuatro militantes de la CRCI (3 PO + 1 PT) en el reciente seminario internacional que organizamos en San Pablo sobre el centenario de la Internacional Comunista (el único realizado en el mundo a ese respecto) como ya lo hicimos también en innúmeras ocasiones en el pasado; algunas de las intervenciones de esos militantes (en el simposio sobre la IC) se encuentran en Facebook y youtube.

Actuamos de ese modo buscando elevar la calidad política de nuestra intervención internacional, aprovechando tribunas internacionales significativas y dejando de lado los faccionalismos internos (a pesar de haber tomado posición en relación a ellos), manteniéndonos sobre el terreno de la estricta lealtad política a nuestro partido, a diferencia del faccionalismo escandaloso de la dirección oficial del PO. Con el mismo espíritu organizamos la presencia de una nutrida y aguerrida delegación brasileña (diez compañeros) en la última Conferencia Latinoamericana organizada por la CRCI (en Buenos Aires), sin importarnos quien “tenía la manija” de la misma.

Un poco a propósito, Rafael Santos, conspicuo miembro de la dirección oficial del PO y ahora embajador internacional itinerante de su faccionalismo, publicó un “documento interno” (que no leí) dirigido, a lo que parece, básicamente contra mi persona, debido a un documento que escribimos sobre la crisis del PO, apuntándome “nunca haber construido nada”, criticando mi “liberalismo organizativo”, contra el que opondría el “centralismo democrático”, y reivindicando el carácter interno (no público) del debate de divergencias. Al parecer, ese carácter sigiloso no sería válido para “muros” y trolls de Facebook (más de tres mil millones de usuarios) favorables a sus posiciones, a través de los cuales me enteré de lo dicho. Dejo para otra ocasión, o mejor, para ninguna, refrescarle la memoria al literato de marras a respecto de mi militancia trotskista desde 1971, en diversos países y sin jamás haber recibido un centavo, o cosa equivalente, por la misma. Quien quiera discutir algo al respecto, que busque a otro. Las redes sociales abundan en manifestaciones cloacales (incluidos, como ya dicho, deseos explícitos de desaparición física) de parte de dirigentes o militantes de la fracción oficialista, sin ninguna manifestación al respecto por parte de la dirección, que no impiden a la misma denunciar manifestaciones de apoyo a la Tendencia por las mismas vías, cuando realizadas por personas excluidas o alejadas del PO, como si esa condición los transformara en “muertos vivos” (personas prohibidas de manifestarse políticamente), y exigiendo que la Tendencia se delimite de las mismas, cosa que la fracción dirigente no realiza en relación a las manifestaciones descompuestas en su favor. Parece que en eso consiste su “centralismo democrático”.

Diverso rumbo (al del EEK) frente a la crisis del PO adoptó el DIP (Turquía), que evoca en sus documentos políticos su pertenencia a un (amorfo) “movimiento inspirado en las teses de 2004 de la CRCI”. Una posición que se articula, de modo obvio, con su posición en defensa de “la refundación de la Tercera Internacional (o Internacional Comunista) con el programa de la IV”. Desde luego, el DIP tiene todo el derecho de defender esa posición, y de hacerlo de modo público e internacional. Llama la atención, sin embargo, que en el BII (Boletín Interno Internacional) cuya publicación le cupo cuidar después de la reunión de Atenas, el DIP se despache con una larga parrafada, en nombre del “centralismo democrático”, contra la Tendencia del PO, por ejercitar ese mismo derecho, nacional e internacionalmente, y esto… ¡después de haber sido excluida! (una medida que nadie propuso contra el DIP, a pesar de las posiciones que defiende públicamente).

El DIP considera la crisis del PO como un problema “argentino”, y pretende erigirse (y que la CRCI se erija) en árbitro “incontaminado” de ella. En el Boletín mencionado, la dirección (o Comisión Internacional) del DIP se refiere al espionaje del que fue objeto Marcelo Ramal, dirigente histórico y representante parlamentario del PO, proponiendo una manera de resolverlo sobre la base de la premisa, ilustrada con abundantes citas de clásicos marxistas, de que la dirección de una organización revolucionaria tiene el derecho (y el deber) de realizar tareas de espionaje (o simplemente “de inteligencia”) en caso necesario. Las citas son totalmente innecesarias, porque cualquier persona mínimamente informada sabe que esa es la práctica de cualquier organización combatiente de una clase o de un pueblo, siglos y milenios antes de Marx, contra la acción o infiltración por agentes del enemigo (los niños educados en el cristianismo que acceden al Nuevo Testamento saben, por ejemplo, que la condición de alcahuete es muy podrida y puede llevar al suicidio, o al “suicidio asistido”). Sucede que es absolutamente público que no es esa la condición de Marcelo Ramal, al que el DIP conoce inclusive por su condición de responsable de informes políticos en eventos de la CRCI; la propia dirección oficial del PO no tuvo, felizmente, el caradurismo de levantar esa sospecha.

En el caso de espionaje del PO, por otro lado, no hay misterios que justifiquen grandes investigaciones, pues la dirección del PO se ha reconocido culpable, invocando apenas “circunstancias atenuantes”: no habría sido un espionaje adrede, sino el aprovechamiento de una “torpeza informática” de Marcelo. Que no probó, por otro lado, absolutamente nada. Al infeliz que usó el argumento de la “torpeza” (¡en un documento internacional!), como si ella legitimara algo, habría que informarle que el “aprovechamiento” de dicha “torpeza” (envío, por ejemplo, de mensajes no codificados, o de imágenes no protegidas a personas con una circunstancial relación) en el caso de figuras públicas, en especial en el caso de mujeres (conocidas o no) que tuvieron públicamente reveladas fotografías íntimas por hackers o ex relaciones, ya ha sido considerado y sancionado como crimen en diversos países y, principalmente, ya ha sido objeto de repudio y movilización por parte de movimientos de mujeres (feministas o no), que consiguieron, exactamente, que dichas prácticas (fotográficas o textuales) fuesen consideradas criminales. La involución política, en este caso, no parece tener límites: lo grave es que encuentre una justificación rebuscada en la propia CRCI.

Sobre bases tan “sólidas”, el DIP propone, en el BII, la realización del 27º Congreso del PO como “congreso de reunificación”. ¿Sobre qué bases? ¿Abriendo un amplio debate político (internacional) sobre las divergencias? Que no precisarían ser superadas de inmediato, sino claramente delimitadas, reconociendo a las tendencias que defienden cada posición. No, no sobre esa base, pues el DIP ya actúa como si el debate hubiese sido resuelto en favor de la dirección oficial y de sus aliados en el FIT-U. A ello obedece que el DIP no sólo haya firmado la moción de apoyo internacional al FIT-U reclamada por la dirección del PO (que no pasaba de un cheque en blanco para su programa y política) sino que organizara una campaña política internacional, haciendo que la moción fuese firmada por organizaciones y personalidades simpatizantes de la CRCI, de Rusia, Hungría, Bulgaria, Polonia y otros países. Que éstos la firmaran desconociendo su contenido político real, y su trasfondo de divergencias, no anula el hecho político producido.

Dicha moción fue criticada por dos militantes del PO-Tendencia, en sendos documentos políticos, como una auténtica estafa política, a la que el DIP, lamentablemente, se sumó. Lutte Ouvrière declaró su apoyo electoral al FIT, absteniéndose, sin embargo, de suscribir su programa y política, una precaución elemental, aunque declarando no tener los elementos para juzgarlos. El EEK, que no la firmó, declarando sin embargo su apoyo electoral al FIT, caracterizó la moción como “un ultimátum sectario solicitando nada menos que un apoyo incondicional ‘al programa y la política del FIT’. El EEK, a pesar de declarar su voto al FIT contra los partidos capitalistas (…) criticó su electoralismo, las políticas nacionales e internacionales de sus [otros] partidos constituyentes (PTS, IS) y su programa. No podemos, ahora, firmar semejante manifestación de fe ciega, suministrando un cheque en blanco [carte blanche] al parlamentarismo ‘de izquierda’”. Más claro, agua. Falta ahora sacar las conclusiones políticas derivadas del uso sistemático del método del “ultimátum sectario”.

Militantes de la Tendencia, como ya dicho, denunciaron la estafa política contenida en la moción. Que va muy lejos, definiendo que el FIT debería ser apoyado políticamente pues constituiría una alternativa política (la única) “creíble” (sic). ¿“Creíble” para quién? ¿Habría otras alternativas, pero “increíbles” (como el bolchevismo, en 1917)? Qué bajo se ha caído. Lo de creíble viene de que el FIT pasó por las PASO, un recurso antidemocrático del Estado burgués argentino, transformado por obra del oportunismo en factor de “clarificación revolucionaria”, pues separaría a los “creíbles” de los “increíbles”. La moción llega a plantear que “Argentina es uno de los países, quizás [ese “quizás” es delicioso] el único por el momento, donde se puede lograr una hegemonía de la clase trabajadora en la lucha contra el capitalismo (porque) el FIT-U reclama la herencia revolucionaria del proletariado internacional”. La obvia ignorancia del argumento es lo de menos; lo que más importa es su oportunismo. El FIT-U seria revolucionario, no por su programa, sino por su “herencia”. Sería interesante ver un militante defendiendo ese argumento nacionalóide en las movilizaciones en curso en Chile, por ejemplo. La cláusula citada extiende un certificado anticipado de inocencia a toda la izquierda mundial, cualquiera que sea la situación policía objetiva y su orientación política, porque, claro, sólo en Argentina existe un FIT. Apunten, entonces, contra Marx y Lenin: el partido no es necesario, basta con un Frente (o un “partido-frente”, cuyos ejemplos abundan).

El carácter burdo de estos argumentos, firmados sin embargo por una parte de la CRCI y de su periferia militante, confirma el análisis, inicialmente citado, del EEK, y de la propia Tendencia del PO: la crisis del PO es parte de la crisis mundial de dirección del proletariado (o de “la izquierda”) e implica a la CRCI en su conjunto, como parte de ella. La única salida es promover el más amplio debate político, reconocer a la Tendencia como tendencia internacional con todos sus derechos (en primer lugar, levantando las sanciones contra ella y reconociéndola como tendencia del PO) y continuar combatiendo por el reagrupamiento internacional del proletariado y de la izquierda sobre bases revolucionarias, retomando y profundizando el camino y el programa abierto por la CRCI en 1997, 2004, y en otras conferencias. Los medios organizativos serán una consecuencia de esa lucha política, y no lo contrario.

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