Una votación ignominiosa en la Legislatura porteña, impulsada por el gobierno nacional

Escribe Jorge Altamira

Tiempo de lectura: 5 minutos

El pasado jueves, la Legislatura porteña aprobó la incorporación de la definición de antisemitismo que establece la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA). El proyecto llegó a la Cámara por una iniciativa del ministerio de Relaciones Exteriores, a cargo de Felipe Solá, que “invita” a los “poderes judiciales y legislativos” a adherir a aquella declaración. La invitación no es un detalle menor, pues al adoptar la resolución del Ministerio, el ámbito de vigencia de la disposición se extiende a todas las instituciones estatales del país, fundamentalmente en la docencia y la Justicia, donde podría suscitar acciones penales.

La aprobación de la ley en la legislatura porteña se dio casi por unanimidad, con la única oposición de Autodeterminación y Libertad, que denunció vigorosamente el proyecto. Las bancas del FIT -PTS y PO (o), Myriam Bregman, Alejandrina Barry y Gabriel Solano- lo hicieron a favor, a pesar de esa advertencia, o sea sin confusión acerca de lo que estaba en juego.

La definición del término “antisemita”, que acaban de adoptar los Fernández y los Macri, entiende por antisemitismo “una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas (sic) y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto”. La resolución, votada por la IHRA en 2016, involucra entre las “instituciones” al Estado de Israel. Indica como “causal” de antisemitismo el “denegar a los judíos su derecho a la autodeterminación, por ejemplo, alegando que la existencia del Estado de Israel es un empeño racista”. Y agrega, textual: “Las manifestaciones [consideradas antisemitas] pueden incluir aquellas dirigidas al Estado de Israel, concebido como un colectivo judío. No se considera antisemita toda crítica que pueda ser similar a la crítica a otros países”.

Viola la Constitución nacional

Este último párrafo haría llorar a Maimónides, tan grosero es el manoseo de las peripecias lógicas del Talmud. La determinación de Israel como “un colectivo judío” ocupa en la frase un lugar subordinado, cuando se trata del juicio principal. Se trata de un planteo racista, pues reserva la ciudadanía israelí a una clase especial de personas y no a todos los nacidos en su territorio o a quienes la solicitaran. La definición cancela los derechos ciudadanos del 20% de los habitantes árabes del territorio asignado al estado sionista en 1948, que tienen incluso partidos en el parlamento. La lucha contra el antisemitismo se convierte, de este modo, en una definición excluyente de derechos de parte de una entidad que reclama su condición de Estado.

Una parte considerable de la población judía de Israel, a la que debe considerarse como tal porque es ella misma quien la asume, es ferozmente contraria a definir al Estado como un “colectivo (sólo para) judíos”. Netanyahu impulsa, desde hace tiempo, una revisión constitucional que ponga fin a los derechos de los llamados “árabes israelíes”. Está fuera del marco de este artículo conjeturar acerca del destino civil que le estará reservado a los matrimonios mixtos. Destaquemos solamente que en el período conocido como Jim Crow (a partir de 1880) fueron prohibidos, en EEUU, aquellos que involucraban a negros y blancos, y que lo mismo ocurrió en la Sudáfrica de los boer. La resolución del ministerio de Relaciones Exteriores y la que votó la Legislatura, al condenar el derecho a denunciar al Estado de Israel como racista y discriminatorio, son contrarias, por lo tanto, a los principios de la Constitución Nacional de Argentina y hace pasible de juicio político a quienes la propiciaron y votaron.

Viola los derechos nacionales

Israel, por otro lado, se apresta a anexar Cisjordania, lo cual lo convierte en “estado apartheid” formal. Los colonos judíos de esos territorios, apropiados por la fuerza, conservarán la ciudadanía israelí, no así sus residentes históricos, los palestinos. La categoría de “colectivo judío” adquiere ahora un carácter más discriminatorio – es una opresión nacional con todas las letras. El politólogo que advierta, en una clase universitaria, que este régimen político convierte a la población judía en opresora nacional sería apartado de su cátedra a partir del engendro que impulsaron los Fernández y Solá, y votaron los legisladores de CABA. Las potencias que han apoyado esta definición y que apoyan la soberanía israelí en los territorios ocupados, hacen por su lado la vista gorda al antisemitismo que apañan, cuando no promueven, en sus países.

Representar la crítica al sionismo como una forma de antisemitismo violenta la pluralidad ideológica del judaísmo en toda su historia, en especial en el último siglo. Los socialistas y comunistas judíos estuvieron a la cabeza del combate al nazismo, en especial en defensa de las comunidades y ghettos judíos; el líder del sionismo que hoy encarna Netanyahu se entrevistaba amigablemente con Mussolini. Ya para la resaca, es necesario dejar constancia de que quienes propician esta violación a la democracia y a los derechos nacionales, lo hacen en nombre de las Naciones Unidas, cuyas resoluciones Israel ha violado todas las veces que le ha venido en gana. Declarar a la lucha contra el estado sionista como judeofobia es querer encuadrar a todos los judíos, sin distinción, en cómplices del sometimiento palestino y de las masacres que lo acompañan. Esto sí que es antisemitismo.

El voto de la Legislatura porteña, y los que vendrán en las provincias y en el Congreso, son una advertencia contra la izquierda y los luchadores nacionales. Cuando la resolución dice que se puede criticar al estado de Israel como a cualquier otro estado, pero no adjudicarle a ese estado una connotación y condición discriminatoria, proto racista o nacional opresora, se convierte, ella, en cómplice del racismo, la discriminación, y la opresión nacional.

El FIT-U

No deja de sorprender que el Frente de Izquierda Unidad haya votado a favor de semejante atropello. Incluso si no compartieran los términos de las críticas que recibirán por ese voto, y pretendieran presentar lo votado como algo inocuo, hubieran debido hacerlo en contra, porque es claramente un aporte a la política de Netanyahu, y contraria a toda la tradición de la izquierda. Las excusas, a la basura. Perjudican la lucha por la autodeterminación nacional palestina y la lucha contra el imperialismo mundial, y la lucha por los derechos democráticos de los luchadores y la izquierda. Desde la Tendencia del Partido Obrero defendemos el derecho al retorno del pueblo árabe palestino a los territorios de los que fueron expulsados por el Estado de Israel y la confiscación de los colonos y tierras apropiadas por ese estado.

La IHRA, que ha propiciado toda esta movida, es una organización de la que participan 34 gobiernos -la mayoría de ellos derechistas-, entre los que destacan el de Trump y varios integrados por filo-nazis y/o antisemitas como el de Orbán de Hungría, todos alineados con el estado de Israel y cómplices de la política genocida del régimen sionista con el pueblo palestino.

Exigimos un pronunciamiento público de los partidos del FIT-U en repudio del voto de sus parlamentarios.

(1) http://holocaustremembrance.com/sites/default/files/press_release_document_antisemitism.pdf

Suscribite al canal de WhatsApp de Política Obrera