Covid-19 en Danone Longchamps

Escribe Bárbara Carrillo

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Casi en el mismo momento en que se anunciaba el ingreso a una cuarentena "restrictiva", se conocía la noticia de que un trabajador del sector foguista (servicios auxiliares), en Danone Longchamps, había dado positivo por Covid-19. Si bien el trabajador fue aislado al conocerse el resultado, sus compañeros de sector, quienes todavía no fueron hisopados, pasaron horas de total incertidumbre. Recién al final del día apareció un comunicado de la patronal, en la que confirma el caso, pero a la vez anuncia que, “una vez desinfectada el área de manera exitosa", se seguirá trabajando como de costumbre.

Hoy nos encontramos con el primer caso confirmado, pero varios indicios fueron advirtiendo que esto podía ocurrir. Hace unas semanas, un trabajador de otro sector se enteraba que un familiar suyo muy cercano estaba contagiado. Este compañero le solicitó a la patronal que active el protocolo, pero la gerencia de Recursos Humanos lo obligó a reintegrarse a su puesto. Luego de librar toda una batalla y enfrentar la persecución de la empresa -amenaza de despido incluida-, logró que le reconozcan el aislamiento hasta conocerse el resultado de su análisis. Días después, otro caso sospechoso, el de un trabajador que se trasladaba en las combis puestas por la patronal. Tampoco en esta oportunidad la patronal activó ningún protocolo. Lo único concreto que realizó la patronal es una persecución constante, utilizando a recursos humanos y a los médicos pro patronales para este objetivo.

El sector lácteo, como toda la industria alimenticia, jamás dejó de producir durante la pandemia por ser considerado un servicio esencial. En el caso de Danone, durante las dos primeras semanas funcionó al 50 por ciento, con rotación de personal. Al mismo tiempo, el gobierno de Fernández le otorgaba el subsidio por el cual el Estado se hacía cargo de la mitad del salario de los trabajadores. Pero al conocer que esto duraría solo un mes, la patronal tomó la determinación de llamar a la totalidad de los trabajadores a sus puestos, exceptuando al grupo de riesgo. Por otro lado, y a pesar de que existe una cautelar en la justicia, la patronal borró de un plumazo todo un régimen laboral, afectando el salario. Con una planta abarrotada, con protocolos inentendibles para el comedor y con sectores que cumplen jornadas de más de 12 horas de trabajo (ya que el grupo de riesgo fue licenciado, pero la producción es la misma), era solo cuestión de tiempo el contagio dentro de la planta.

La impunidad grosera de esta patronal multimillonaria se apoya en la complicidad de la burocracia sindical de Atilra. Su secretario general, Héctor Ponce, parece no haberse enterado de lo que está ocurriendo en una de las principales lácteas del país. Su atención se ha focalizado en gestionar un rescate de Sancor “a lo Vicentin", ahora que la cooperativa se encuentra totalmente desguazada, y los pocos trabajadores que quedan cobran migajas.

En el caso de Danone Longchamps, hay una comisión interna dividida y quebrada. Pero ninguna de las partes está discutiendo lo que importa en este momento, que no es otra cosa que la salud y la vida de los trabajadores.

Es urgente que los trabajadores deliberen y actúen. El ejemplo más claro se encuentra en el gremio del neumático, donde los trabajadores impusieron, por medio de la lucha, su propio protocolo.

Que las patronales desprecien la salud de los obreros no es ninguna noticia. Pero en este momento está en juego la vida de las familias trabajadoras. Y por esta razón no se puede colocar en manos de estos negreros los protocolos de salubridad e higiene. Esto es algo que deben deliberar los propios trabajadores de toda la industria láctea y avanzar en este camino coordinando con todos los trabajadores de la industria.

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