Escriben Florencia P, Matías S, Rai D y Nicolás Morel
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El 28 de junio se cumplen 51 años de la rebelión de Stonewall, cuando la resistencia a una de las razzias policiales habituales en dicho bar frecuentado por los sectores más marginados de la comunidad LGBTI+ derivó en una batalla campal y grandes movilizaciones.
La rebelión de Stonewall fue encabezada por trans y travestis qué más tenían que ver con la clase obrera desocupada que con el mundo de las fiestas y lujos de la pequeñoburguesia neoyorquina. Este sector sufría sistemáticamente la imposibilidad de acceso a un trabajo, empujado a la prostitución o la delincuencia como únicas formas de acceso al pan. Ya en ese entonces, los partidos del régimen sancionaban leyes y orientaban la represión a cualquier persona que “vistiera más de tres prendas del sexo opuesto”, esta última siendo una práctica que sigue vigente al día de hoy en algunas provincias de nuestro país bajo el nombre de "código de falta" o "contravencionales".
Este acontecimiento no fue un hecho aislado: se inscribió dentro de un proceso de ascenso revolucionario a nivel mundial, a finales de los años 60, en el que se inscriben el Mayo francés, el Cordobazo, las movilizaciones contra la guerra imperialista en Vietnam y los levantamientos contra la burocracia estalinista en Europa del Este.
El proceso abierto a partir de aquella noche del 28 de junio de 1969 se dirigió contra el Estado, garante de la represión a las disidencias sexuales y de género, y de la explotación en general. Esto fue tomado en cuenta, con sus matices y limitaciones, por varias de las organizaciones surgidas a la luz de los sucesos de Stonewall.
Si bien ha pasado más de medio siglo, el lugar que ocupa el colectivo travesti-trans y sus condiciones materiales no han cambiado sustancialmente. Más aún, en el contexto actual de pandemia su situación solo se agravó.
El ejercicio de la prostitución en condiciones que ponen en riesgo la vida sigue siendo una de las únicas fuentes de ingreso posible. El Ministerio de Desarrollo Social creó hace poco el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular, en el cual se incluía la categoría de “trabajadorxs sexuales”, que a las horas fue quitado. El Estado, en lugar de asegurar un cupo laboral travesti-trans para posibilitar su integración al mercado laboral, apunta a reconocer la prostitución como un trabajo. En este contexto, la lucha por la inclusión laboral y el cupo laboral travesti-trans adquiere una importancia todavía mayor. Las posibilidades de acceder al trabajo calificado son también cercenadas por las dificultades para acceder a la educación. La expulsión de sus hogares a temprana edad deja, en muchos casos, a las personas del colectivo imposibilitadas de continuar sus estudios, y en el caso particular del colectivo travesti-trans, las pocas instituciones que les permiten completarlos ofreciendo a su vez contención y respeto hacia sus identidades, se encuentran con serias dificultades para seguir funcionando en el contexto actual debido a la falta de presupuesto y la negación de las autoridades a hacerse cargo (es el caso del bachillerato Mocha Celis).
Cincuenta años después de Stonewall, la burguesía y los partidos del régimen pretenden decretar una supuesta igualdad "legal" que choca de manera brutal con la realidad. Los gobiernos de los Trump, Bolsonaro y Piñera, que reúnen el apoyo de sectas religiosas y bandas fascistas para disciplinar a la clase obrera, tienen como uno de sus blancos principales a la comunidad LGBTI+. En su intento de abortar cualquier proceso de organización de la clase obrera buscan destruir todo aquello que represente una "amenaza" para la familia tradicional.
En vísperas de cumplirse un nuevo aniversario, el acceso gratuito a la salud, la educación y al trabajo genuino siguen formando parte de los reclamos de la comunidad LGTBI+. Problemáticas que se ven aumentadas con la crisis y la pandemia en curso. Como parte de la agrupación 1969, en el Partido Obrero Tendencia, consideramos que estos derechos básicos serán conquistados a través de la organización y unión de las luchas, que nos permita lograr la reglamentación efectiva del cupo laboral travesti-trans, el acceso de la salud gratuita y de calidad, la separación de la Iglesia y el Estado y la ESI laica y científica, mediante un programa de la clase obrera.