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El 1 de julio se realizó el tercer paro internacional de repartidores, precedido por los dos paros realizados el 22 de abril y el 29 de mayo. En nuestro país, se hizo sentir en Capital Federal, La Plata, Rosario, Córdoba y Mar del Plata. La medida fue coordinada con trabajadores de Brasil, Chile, Ecuador, México, Costa Rica y Guatemala.
La tarea de los repartidores es considerada esencial, pero a la hora de reconocerlos como trabajadores, las patronales los llaman “colaboradores”. Son empleados sin siquiera un contrato laboral básico. Trabajando a destajo, no cuentan con días de descanso ni vacaciones pagas o seguro contra accidentes, los cuales son frecuentes y ya se cobraron la vida de 6 repartidores. Realizan sus tareas en uno de los peores contextos de explotación que puede soportar un ser humano.
Todo esto ocurre con la complicidad de un estado que sólo cuida los intereses de las empresas involucradas. Se encuentra en debate un proyecto de ley de “regulación” del trabajo para las aplicaciones que, bajo un pequeño número de medidas cosméticas, apunta a legitimar las condiciones de explotación de sus trabajadores.
La jornada arrancó con una concentración y caravana en el Obelisco para marchar luego a la Legislatura, donde se realizó una asamblea.
Los puntos reivindicativos principales que acompañaron la medida de fuerza fueron coordinados entre todos los repartidores:
¡Vamos por la coordinación de todas las luchas!
¡Viva el paro de repartidores!