Colapso del transporte público y la huelga de choferes

Escribe Juan Ferro

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La pandemia ha sido el brutal disparador de una rebelión en las bases de la UTA, que se viene incubando desde hace algunos años. Decenas de paros en líneas de corta y media distancia y numerosas autoconvocatorias en todo el país comenzaron a resquebrajar la estructura de la burocracia de la UTA

El rasgo dominante en el transporte es la quiebra generalizada de las pequeñas empresas y una brutal concentración en pocos pulpos. Estos han impuesto sistemas de trabajo en negro y desconocen olímpicamente los convenios. No atienden las necesidades de vestuarios, baños y hasta la entrega de la ropa. Arremete contra la organización sindical, imponiendo imponen delegados a dedo.

El aislamiento obligatorio ha acelerado el malestar de los choferes, y de otro lado se ha producido una caída brutal de las recaudaciones. La epidemia tiene un efecto demoledor en el transporte y sobre los negocios que hacen las empresas con los subsidios del estado, con el movimiento ficticio de las flotas y con la compra inflada o dibujada de combustible.

Las patronales de todo tipo y pelaje -ya sean de corta, mediana y larga distancia- han optado ahora por no pagar los salarios en espera de mayores subsidios.

La línea de las patronales fue, primero, retacear los pagos de fines de marzo luego los de abril y prácticamente no pagaron nada de mayo. En Córdoba y Rosario se produjeron las primeras rebeliones contra estas retenciones salariales, con 40 y 19 días, respectivamente, de huelga general. Los choferes de ambas ciudades protagonizaron algunas de las mayores movilizaciones obreras que se han desarrollado durante la pandemia.

Las movilizaciones de Córdoba y Rosario son un síntoma de que se agotó la paciencia de los choferes frente a dos secretarios generales que han sido entregadores de activistas en ambas provincias y, en el caso de Córdoba, que jugaron el peor de los papeles. Pero el incumplimiento de las empresas reabrió los conflictos por tiempo indeterminado y con movilizaciones.

Asistimos ahora a una crisis generalizada en todos los ámbitos de la corta media y larga distancia, proliferan las ollas populares - algunas frente los depósitos de las empresas, otras directamente frente a las sedes del gremio. Una de estas ollas, en Mar del Plata, acaba de ser brutalmente agredida por una patota de Fernández. Por milagro no terminó con varios muertos. Se trata de un hecho de inmensa gravedad - Fernández debería estar preso como ocurrió con Pedraza. .

Un desgajamiento de la burocracia de la UTA, liderado por un elemento muy ligado a los pulpos patronales que se han quedado con las grandes líneas de transporte, intenta desplazar a Fernández. Esa fracción bloqueó la realización de una huelga autoconvocada de choferes, pero la tendencia a una huelga general no se ha aquietado.

El retorno a la fase 1 de la cuarentena en el AMBA desalienta el viaje en transporte público y por otro lado las empresas reclaman mucho más que los ATP. Si no se cobran los aguinaldos y los sueldos de junio en el AMBA, el trasporte puede quebrar y colapsar.

Si las empresas no están en condiciones de pagar, que el gobierno se haga cargo del transporte de pasajeros de corta, mediana y larga distancia bajo control de los trabajadores. La implementación de la SUBE ya ha dejado al estado con el control económico de las propias empresas.

Que paguen todo lo adeudado es la consigna que coordinada entre todas las empresas en conflicto. Las condiciones para una huelga nacional, que sería autoconvocada, están muy maduras.

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