No solo aumenta la violencia de género

Escribe Gabriela LM

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La Dirección General de la Mujer de la Ciudad de Buenos Aires informó que la línea 144, para violencia de género, habría recibido casi 20 mil llamados desde que inició la cuarentena, lo que implica un aumento del 48% en los llamados recibidos. Asimismo, la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema informó otras 2.844 denuncias durante el aislamiento obligatorio, cifra que se incrementa con el correr de los días.

Las muertes por femicidio acompañan este lúgubre escenario. En los cuatro meses de cuarentena fueron 143 las víctimas, una mujer es asesinada cada 27 horas, según registros que, por otra parte, suelen ser inexactos.

Este mapa trazado con cifras, no con nombres o historias, a priori refleja con crudeza como golpea la violencia de género sobre las trabajadoras en tiempos de pandemia.

Desde el PO Tendencia defendemos la cuarentena con un programa de reivindicaciones como parte de la lucha por la salud y la vida de los explotados ante el Covid-19. El aislamiento social debe garantizarse de la mano de las condiciones básicas de vida. Sin casas refugio con los elementos que garanticen una vivienda digna para aquellas mujeres y sus hijos que llaman y denuncian, el aislamiento compartido con un violento es el confinamiento del Estado a padecer esta violencia.

A lo largo de esta cuarentena, las campañas del Gobierno nacional alentaron a las mujeres a que pongan fin a los maltratos. Para eso se las invitó a llamar al 144 o a confiarles a los trabajadores farmacéuticos que estaban en riesgo. Cuando el movimiento de mujeres logró instaurar junto con el Ni Una Menos la consigna “el Estado es responsable”, el gobierno de los FF -que promete “poner fin al patriarcado”- pateó la pelota al campo de las víctimas.

Que hicieron

Frente el aumento de los casos de violencia de género tanto el gobierno de Larreta como el de Fernández se mostraron muy “activos”.

El gobierno porteño anunció la apertura de un albergue de tránsito, inaugurando 30 nuevas camas en una cancha de básquet. Esta imagen tiene su correlato en la línea 144: el Gobierno asiste a las mujeres que se comunican a esta línea con trabajadoras que también denuncian ser violentadas por el Estado. En CABA, son 35 las trabajadoras -psicólogas, trabajadoras sociales y abogadas- que atienden las demandas, perciben un salario de 25 mil pesos que no llega a la canasta de pobreza y muchas son monotributistas, trabajadoras en negro.

Al mismo tiempo Alberto, emulando a Cristina, presentó su “Plan de acción contra las violencias por motivos de género”. Lo que a vista de desprendidos parecería mostrar una preocupación mayor por parte del gobierno por el incremento de recursos, finalmente representa un saqueo más a los aportes jubilatorios.

“El presupuesto (…) está conformado por las partidas que ejecutará en forma directa el MMGyD, por cuenta propia o con la participación de otras dependencias de la Administración Pública Nacional, como el Ministerio de Obras Públicas de la Nación, la ANSES, que apoyarán las acciones del MMGyD”.

Del total de los 18 mil millones de presupuesto destinados a este plan, el eje de Asistencia (que contempla el plan Acompañar y mejoras en la línea 144) donde casualmente participa el Anses se lleva $17.671.198.000 del total. Recodemos que “el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad tiene un presupuesto de $545.485.282” (lavaca.org), sin contar que parte de ese presupuesto fue destinado a recursos de salud ante la pandemia y representa una ínfima parte del total del presupuesto. Todo indica que estamos ante otra confiscación a los jubilados.

Para la clase obrera la violencia de género es un flagelo que golpea con brutalidad y dureza, que nos encuentra sin armas, ante un virus mortal, con hambre y frio. Para los gobiernos, en cambio, es un discurso para el feminismo y la oportunidad de continuar con el vaciamiento y la precarización laboral. El aumento del cinismo de quien no puede combatir una crisis sanitaria, pero promete ponerle fin al patriarcado.

Desde el Plenario de Trabajadoras impulsamos la organización de las vecinas en las barriadas en asambleas para enfrentar la violencia de la mano de la lucha por las condiciones de vida.

El capitalismo es el primer violento, ¡a derribarlo compañeras!

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