Chile: La clase obrera debe prepararse para una nueva etapa política

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Las jornadas de protesta de este 2 y 3 de julio cuyo desarrollo movilizó a los sectores populares que resisten los efectos de la pandemia y la crisis social desatada por las políticas de rescate al capital y una estrategia sanitaria a medida de los empresarios, desplegó múltiples cortes de ruta, cacerolazos y manifestaciones por el pan, el trabajo y la vida.

Ni la intensidad de la lluvia, ni la brutal represión policial-militar que dejó un muerto de nacionalidad haitiana en la comuna de Melipilla, las detenciones injustificadas en ollas comunes e irrupciones policiales en poblaciones y regiones, nada de eso pudo frenar el impulso de una clase trabajadora golpeada por el hambre, el desempleo y la miseria social, que abre a punta de protestas y reclamos al Estado, una nueva etapa de lucha tras las jornadas de la rebelión popular de octubre y el agotamiento del régimen neoliberal.

Las protestas desplegadas, cuya fecha también reivindica las revueltas masivas del 2 y 3 de julio del 86’ que enfrentaron la miseria social de la dictadura y conmemora los atentados de la policía pinochetista contra Carmen Gloria Quintana y Rodrigo Rojas de Negri, detenidos, torturados, quemados vivos y lanzados a un sitio eriazo a las afueras de Santiago por una patrulla militar, tienen en común el enfrentamiento directo de las masas a un régimen de miseria impuesto por la fuerza, en una época de crisis. Aunque claro, con la particularidad de que la situación actual se configura en una arena histórica de crisis mundial, de crisis económicas, políticas, revueltas populares cada vez más agudas y pandemias.

La crisis política, en curso tras el “pacto por la paz y nueva constitución” de la derecha pinochetista con la izquierda democratizante, a espaldas de la clase trabajadora y la juventud luchadora que concluyó que la única salida para revertir la crisis capitalista a favor de las y los trabajadores es por la vía del Fuera Piñera y una Asamblea Constituyente soberana para recuperar lo que en treinta años confiscó la dictadura y profundizó la Concertación; dió el pase a un autoritarismo presidencial que apunta de imponer una agenda represiva, medidas sanitarias de muerte y políticas sociales de hambre, inclusive limitar las facultades del congreso, pretende “paliar” la situación de miseria y el empobrecimiento de la población.

El piloteo de la crisis económica, social, política, sanitaria, en fin, sistémica del orden social capitalista con los métodos de la dictadura, es responsabilidad de todo el arco político parlamentario -de la UDI al PC-FA-, quienes por la vía de una agotada “unidad nacional” para salvar al “rey”, han legislado a favor del rescate al capital y el control social dotando de mayores recursos a la inteligencia y fuerzas policiales frente a la organización independiente de las masas y en perspectivas del período post pandemia. La burguesía se prepara para insurrecciones obreras más profundas.

La solidaridad de clase que se extiende frente a toda una situación de miseria y angustia en todo el país por efecto de las miles de muertes, los “globos blancos” en las poblaciones, el desempleo que ha disparado la situación de calle y el hambre en múltiples comunas de Santiago y regiones más golpeadas por la crisis, ha re-despertado el sentido de organización independiente en sindicatos, comités de cesantes y de vivienda, ollas comunes y tomas de terreno, situación que prefigura la entrada del conjunto de las y los explotados en una nueva etapa política de cara al curso de la crisis capitalista mundial y las particularidades de la crisis política nacional. La descomposición del Estado neoliberal y con ello la descomposición de los partidos que lo sostienen, es clave para dar un salto en la independencia política de las y los trabajadores quienes en sus métodos organizativos ya han virado a la izquierda de todas las políticas del régimen, comenzando a desapegarse de los partidos de la burocracia y la izquierda democratizante que discursivamente dice luchar contra Piñera y por “el apruebo” nueva constitución, mientras que por el contrario vota leyes contra el salario obrero y la protesta, a favor de Piñera y los capitalistas.

La nueva etapa política en curso, que arrastra toda la experiencia de las luchas obreras del pasado reciente, es el terreno fértil para la fusión de la izquierda revolucionaria con el movimiento de las y los trabajadores en sus múltiples expresiones, quienes deben deliberar por la vía de asambleas de base, congresos de trabajadores, en los comités y en las ollas comunes de todo Chile, un plan de lucha de emergencia para enfrentar la debacle capitalista y superar las necesidades inmediatas de la clase obrera en su conjunto, asimismo deliberar una estrategia sanitaria frente al colapso hospitalario y el ascenso de las muertes.

En esto la lucha por salarios de $600mil para todas y todos ocupados y desocupados; la extensión del pre y el postnatal; por protocolos sanitarios; reducción de la jornada laboral repartidas entre ocupados y cesantes; por cuarentenas y protocolos frente al hacinamiento; producción y adquisición de insumos para enfrentar la pandemia; terminación y construcción de nuevos hospitales; por la intervención del Estado en la medicina y la farmacia privada; son elementales para asegurar la vida de la población.

Mientras los principales capitalistas del país se alistan para el retorno a las jornadas laborales y el salvataje a la economía, la clase obrera y la juventud combativa debe prepararse y fortalecer sus organizaciones de masas para recuperar el pan, el trabajo, la salud y la vida. Debe orientar su acción política a derribar las políticas de rescate al capital y a perspectivar la lucha por el poder: por el control obrero de la banca, la industria y los recursos naturales con perspectiva a financiar un plan nacional de salud, vivienda, alimentación y medicina del pueblo. La construcción del partido de la clase trabajadora y su programa se hace imprescindible para sacar a Piñera y para asegurar un camino genuino a una Constituyente libre, soberana que coloque el poder en manos de la clase trabajadora para revertir la catástrofe capitalista.

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